No es del puente de San José Obrero, el del día del trabajo, el que se ha hablado estos dias en Jerez, sino de ese puente de la barriada de San José Obrero que gracias a elevación de la vía férrea a su paso por la zona norte de ciudad pasará a ser historia. Lo ha anunciado la Alcaldesa a los vecinos esta semana, las obras son ya una realidad y el puente, aunque seguirá en activo mientras duren lor trabajos, al final será derribado. Con esta elevación del tren la barriada de San José Obrero quedará unida a la ciudad, por la zona de Hipercor, sin tener que salvar ese obstáculo peligroso que era transitar por un puente que carecía de seguridad para los peatones, con ello estos vecinos, en tiempos tan alejados, quedarán plenamente integrados en el caso urbano de Jerez.
Conocí la barriada de San José Obrero hace ya muchos años cuando para llegar a ella había que haber dejado atrás una avenida Fernando Portillo, que entonces era casi carretera, desde que se cruzaba el paso a nivel ubicado junto a sementales, con una Central Lechera "La Merced" a medio camino y poco más, hasta llegar a la barriada de la Granja, recién construida solo con los bloques de ladrillos vistos, cuando ir a la Granja era todo una odisea. Allí, cerca de la barriada de San José Obrero compró mi padre unos terrenos, donde levantó una casita que provocaba las delicias de mi padre tan amante del campo y las proezas de mi madre para poder convivir con un eentorno con tantas carencias al que estaba tan poco acostumbrada, aunque como a todas las madres de su época no tuvo mas remedio que adaptarse.
Para mis hermanos y para mi la vida en el campo era todo una aventura, el compartir faenas con "el mandijo", dueño de los terrenos colindantes, junto con los baños en su alberca era toda la distracción del verano, allí los niños nos perdíamos entre el bosque de maíz, degustando sus sabrosas mazorcas, abríamos surcos para el regadío, dábamos de comer a la noble "Pastora" la mula fiel que ayudaba en los sembrados, cuidábamos las flores con Ana su mujer y, de vez en cuando, nos poníamos hasta arriba de deliciosas ciruelas amarillas, tan naturales como la verdolaga que crecía en los lugares menos convenientes, o de brevas, que en su tiempo, cuajaba aquella higuera que daba sombra a todo el frente de la casa del mandijo. Para mis hermanos, mis primos y mis amigos el mandijo era como el chanquete del Verano Azul, el narrador de ese cuento fantástico que era la vivencias del campo, ese campo que existió más allá de una Hijuela del Membrillar, que mas que de membrillos estaba llena de moras y sobre todo de unos baches que dificilmente solía salvar el seiscientos de mi padre mas que por su habilidad y temeridad al volante por el peso que solía llevar con tanto personal, tantos bolsos y tantas neveras dentro.
Cuando en nuestra casa de campo, aquella Villa Consuelo que mi padre deseaba bautizar en honor de mi abuela pero que nunca rotuló porque todos la conocían como la casa de los postes amarillos, nos quedábamos sin víveres, había que ir en bicicleta hasta la barriada de San José, a la tienda del francés, donde había de todo lo imprescindible, y había que ir siempre por el camino de la derecha, por la hijuela del Membrillar porque por la izquierda estaba el canal y eso para mi padre era igual que ahogarse y más allá del canal, camino hacia la carretera de Sevilla, en una fatal bajada, las vías del tren, un cruce entonces sin paso a nivel ni puente en el que se acumulaban las historias de muertes y penalidades, historias de aquella España profunda que llenó de luto eterno tantas casas de campo, aquellas vías del tren entre el canal y la carretera, traían aires de tragedia y de sufrimientos, por eso era un territorio prohibido que ahora con la elevación del tren en esta zona y el rápido cambio que ha sufrido todo el entorno pasa ya a ser historia de tantos que como yo vivieron una etapa de su vida unido a unos parajes ya irrecuperables.
(Artículo publicado en Información Jerez el 25 de abril de 2009
Fotografía del año 1973 de aquella casa de la hijuela del Membrillar que hago referencia en este artículo. Al fondo la barriada de la Granja. Hoy todo esta zona está irreconocible. |