EN EL QUINTO ANIVERSARIO DE SU FALLECIMIENTO
"¡Va
por Lete!" ha sido una de las frases más repetidas en esta pasada Semana
Santa. En las primeras “levantás” de los pasos, en las salidas, en las llegadas
a Carrera Oficial, etc., ha sido una constante en reconocimiento a ese cofrade
de categoría que, en este año, se ha visto obligado a vivir su particular Semana
Santa fuera de su Jerez.
"¡Va
por Lete!" no es sólo una expresión de cariño hacia una persona querida y
respetada por todos, es también todo un reconocimiento a quien viene dando muchísimo
por esta ciudad y por esa Iglesia que tanto ama.
José
Alfonso Reimóndez López, Lete, es un referente en la ciudad, esas personas con
un carisma espacial que son capaces de crear ilusión y entusiasmo, de los que se
alzan en líder sin pretenderlo, en adalid de unos valores dignos de seguir, en paladín
de tantos soñadores de la pureza como todavía siguen existiendo en este mundo.
Con
Lete llegó la revolución en el mundo de las cofradías, crea un estilo nuevo en
su Hermandad de las Angustias, llenándola de espiritualidad y de intensa
actividad, cambió la profesionalidad costalera por la unción
hermano-trabajadera, intensificando la vida caritativa, la vivencia cofrade, la
Navidad, la necesidad formativa y la idiosincrasia cofrade. Lete sirve a las
cofradías casi con plena dedicación, desde el consejo con una apuesta fuerte
por los jóvenes y por los más necesitados, por la unidad y por la concienciación
eclesial. Fue nombrado presidente de la Unión de Hermandades en los peores
momentos de este organismo, culminando una magistral gestión con el broche de
oro de la Procesión Magna, el acontecimiento cofrade más grande de la historia,
toda una demostración de labor conjunta en pro de la fidelidad evangélica.
Lete
viene creando escuela en el Belenismo, con una capacidad artística inigualable
y difícilmente alcanzable. De Lete se puede decir que es artífice del estilo
decorativo de nuestra universal Feria del Caballo, con su particular y andaluz
diseño de casetas acumuladores de grandes premios.
Lete
es un decorador reconocido, de prestigio, de los que no ha necesitado
publicidad para ser demandado.
Y
Lete, si de algo se siente verdaderamente orgulloso es de ser jerezano, un amor
a su fierra que le transmitió su padre y que él lleva por bandera. Ese mismo
espíritu de servicio que le hizo aceptar la propuesta que un día le ofreció un
partido político, el único que lo hizo, para que, como independiente, pudiera
plasmar para su ciudad lo que tantas veces había soñado. Y Lete, sin ser político
y sin querer pelearse con nadie, así lo aceptó. .Aquel paso adelante que, con
el beneplácito de su lglesia y de sus amigos, dio hace cuatro años, le costó
grandes disgustos, de algunos canallas que no entienden otro lenguaje que el anonimato
y la pintada donde más duele, pero también grandes satisfacciones como aquellas
grandes cantidades económicas que se recogieron con fines benéficos gracias a
ese Belén monumental de la Alameda Vieja que marcó un hito en la ciudad y en el
belenismo local. La aportación de Lete a Jerez es inagotable.
En
una de esas gratas comidas de Pascua que celebramos juntos, cuando la Semana
Santa era va un recuerdo para el gozo, cuándo entre brindis y alegrías, todos
los que formábamos el consejo nos emocionábamos compartiendo el sentimiento,
dije que algún día, cuando se anteponga las grandezas de las personas, por
encima de los partidos, cuando la democracia no dependa de intereses ocultos y
el pueblo se sienta perfectamente identificado con sus gobernantes, entonces la
justicia no tendrá siglas ni colores y en Jerez habría una calle, muy cerca de
esa capilla donde, como tan-tas madres jerezanas, una Madre acuna a un Hijo, en
la que muchos de los que aman a Jerez y a sus tradiciones, se sentirán a gusto
e identificados porque llevará por rótulo “Calle cofrade José Alfonso Reimóndez,
Lete”. A lo que el susurro de un Jefe en noche de Semana Santa añadirá:
"Por la gracia de Dios” .Bienvenido a casa, Lete, Jerez te necesita.
(Artículo publicado en Información Jerez el 21 de abril de 2007, tras la vuelta a Jerez de Lete desde el hospital de Pamplona al que había acudido para combatir la grave enfermedad que padecía)