martes, 29 de abril de 2014

LA OTRA CARRERA OFICIAL



Todos los balances que se vienen haciendo estos días sobre la pasada Semana Santa vienen a coincidir, además del hecho de que el tiempo ha permitido que todas las Cofradías, salvo el Resucitado,  hayan podido realizar su Estación Penitencial en la catedral jerezana, la buena acogida que ha tenido entre el público en general el nuevo inicio de la Carrera Oficial en la plaza Aladro. Jerez parece que ya tiene una Carrera Oficial más o menos fija lo que permitirá su consolidación con el paso de los años y, sobre todo, el que las Hermandades puedan fijar  e ir acomodando definitivamente sus horarios a este nuevo trazado.

Una vez solventado el problema que ha supuesto en estos pasados años la Carrera Oficial ahora toca coordinar y organizar esa otra carrera que si no tiene carácter de oficial si va camino de ello. Me estoy refiriendo a la calle Tornería, una calle que se ha convertido, de unos años a esta parte, en la preferida de muchos, tanto  que se ha convertido en esencial para el normal desarrollo de la Semana Mayor, hasta tal punto que si algún año por alguna circunstancias hubiese que cerrarse supondría un auténtico problema.

El Domingo de Ramos de cinco tres pasan por la calle Tornería: Borriquita, Perdón y Transporte. El Lunes Santo de cinco cuatro: Paz de Fátima, Sagrada Cena, Candelaria y Cristo de la Viga. El Martes Santo de cinco tres: Clemencia, Defensión y Cristo del Amor. El Miércoles Santo de seis tres: Soberano Poder, Consuelo y Prendimiento. En el Jueves Santo pasan las cinco. La Madrugada de cinco dos: Santo Crucifijo y Buena Muerte y Viernes Santo también las cinco. A esto le sumamos la de la Sagrada Mortaja que pasa el Sábado de Pasión y el Resucitado el Domingo de Resurrección. Es decir que, exceptuando el Sábado de Pasión y el Domingo de Resurrección, 26 de las 36 cofradías que discurren, de principio a fin, por la Carrera Oficial, pasan por la calle Tornería o bien de ida hacia plaza Aladro o de vuelta hacia su sede.

La calle Tornería forma parte del entramado histórico de la ciudad, situada en la antigua judería sirve de conexión entre las hermosas plazas de Plateros y Rivero. Sus nobles edificios, muchos de ellos magníficamente restaurados, su estrechez y altura son las medidas apropiadas para acoger misterios y palios, humos de incienso y sones musicales, para la belleza de los cortejos y para las emociones de la bulla. Una calle en donde las cofradías derraman sus esencias y las cuadrillas sus maestrías. Un magnífico marco para una Semana Santa sin igual.

Todo esto nos viene a indicar la importancia que ha tomada esta vía urbana para el normal desarrollo de la Semana Santa y como uno de los enclaves más bellos y sobresalientes por donde discurren las cofradías en los días procesionales. Motivo, más que suficiente, para que ninguna Hermandad quiera renunciar a su tránsito por un enclave tan sumamente cofrade. Pero como todo lo que se masifica y se sobredimensiona tiene el peligro de salirse de órbita la calle Tornería en Semana Santa está necesitando ya de vías alternativas que ofrezcan soluciones y posibiliten recorridos más cortos y fluidos.

La Unión de Hermandades está en ello. La solución a esta otra Carrera Oficial pasa por hacer viable la calle Francos desde plaza Plateros, con ello se ganaría una nueva Tornería, se evitarían atascos y posibilitarían recogidas a horas más tempranas.  El empeño merece la pena.

(Artículo publicado en Información Jerez el pasado domingo 27 de abril de 2014 y ayer en VIVA JEREZ).


El Cristo de la Buena Muerte en su primera salida procesional transitando por la calle Francos peatonal. 
   
 


martes, 22 de abril de 2014

PUNTO Y SEGUIDO




La Semana Santa de 2014 ha puesto su punto y seguido, puesto que ahora empieza ya a fraguarse lo que será la de 2015, una Semana Santa que esperemos goce, como mínimo, de los mismos esplendores que la acabamos de dejar atrás.

Cuenta las crónicas que es en el siglo XVI donde podemos ubicar el origen de nuestra Semana Mayor. En aquellos años las asociaciones hacían la Estación de Penitencia con los cofrades divididos en hermanos de luz y de sangre. La procesión la encabezaba el estandarte de la Hermandad y la cerraba un clérigo portando una cruz. Durante el XVII se van fijando las principales características de nuestros cortejos y de los pasos. Y en el siglo XVIII las hermandades ya rozan la magnificencia actual.

El siglo XIX supuso un retroceso que comenzó a finales del siglo anterior - en 1771 Carlos III suprimió todas las cofradías-. Después llegaron los franceses, las desamortizaciones, La I República...y el siglo XX. Pese al "parón" que supuso la Guerra Civil, éste ha sido el gran siglo para la Semana Santa de Jerez.

Al comenzar el siglo XX sólo procesionaban nueve cofradías. Al comienzo de los años treinta ya son once. Y sólo en lo que va de los años cuarenta a los cincuenta se fundan dieciséis hermandades en Jerez. Ahora pasan por la Carrera Oficial treinta y seis cofradías, y no debemos olvidar aquellas que salen el Sábado de Pasión y la del Resucitado.

Una larga historia, siempre a mejor e imparable. Una historia que sigue escribiendo páginas de oro, que sigue evolucionando y brotando en el sentir de un pueblo que siente todo esto como suyo.

Han acabado los desfiles procesionales, la Carrera Oficial del 2014, se marchitarán las flores, se guardarán enseres y pasos, pero todo continua como si lo de semana fuese algo anecdótico, como si, en verdad, hubiésemos despertado de un sueño, que tiene mucho de realidad.

Ahora es cuando la Semana Santa de 2014, empieza a hacerse realidad en nuestras conciencias, porque en estos pasados siete días, todo ha sido tan grande que es casi imposible de asimilarlo, de digerirlo, de poderlo palpar sin que se nos vaya de las manos, de poder degustarlo con el reposo y mesura que requieren las cosas importantes.

La Semana Santa de 2014 es ya un punto y seguido, pero quedará para siempre en la memoria colectiva como una de las brillantes de todos los tiempos, por eso, como todo lo que deja huella, no será fácil de olvidar y quedará como un referente para el futuro.

Jerez, como tantas otras ciudades, tiene el regalo del cielo de su Semana Santa, testimonio de fe para unos y un espectáculo para otros, pero un espectáculo, como se afirmaba en cierta ocasión, en el que excepcionalmente, los actores son los que pagan y el público el que asiste gratuitamente a la representación. Esa es la grandeza de este pueblo que se hace cofrade casi desde que se nace, que vive su Semana Santa como algo pegado a su historia, a su cultura y, sobre todo a sus creencias.

Punto y seguido para una Semana Santa que va unida a la esencia de la ciudad. Unas cofradías entregadas siempre a la ciudad que la vio nacer y unos cofrades,  artífices de todo este milagro y cuyo único interés va unido a la fe y la devoción por sus titulares, que han hecho posible, un año más y van siglos, la celebración de una impresionante Semana Mayor que ya es historia.

(Artículo publicado en Información Jerez el pasado domingo 20 de abril de 2014 y ayer en VIVA JEREZ)


Imágenes de la Hermandad de la Vera-Cruz, primera Hermandad fundada en Jerez para procesionar en Semana Santa. La foto está tomada en el convento de clarisas de la calle Barja cuando aún no había sido reorganizada. 
   


lunes, 14 de abril de 2014

EL PRINCIPIO DEL FIN


 
 
El Domingo de Ramos (conocido al principio como Pasha) se originó en la Iglesia de Jerusalén alrededor del final del siglo III o comienzo del siglo IV. Las ceremonias consistían en oraciones, himnos, y sermones a medida que la gente recorría los numerosos lugares santos dentro de la ciudad. En el último lugar, el lugar de la ascensión de Jesús al cielo, el clero leía el relato bíblico de la Entrada Triunfal de Jesús a Jerusalén. Luego, al caer de la noche, las personas regresaban a la ciudad repitiendo: "Bendito El que viene en el nombre del Señor" (Mateo 21:9).

        
En el más sencillo de los términos, el Domingo de Ramos es una oportunidad para reflexionar sobre la última semana de la vida de Jesús. Jesús no negó la imagen que la multitud esperaba, el cumplimiento de las esperanzas de Israel de que sería su rey terrenal, destruyendo el gobierno romano. En vez de eso, Jesús entró humildemente en Jerusalén para dar su vida en una cruz, salvando a la humanidad del pecado y la muerte. El Domingo de Ramos sirve como una preparación del corazón para la agonía de su Pasión y la alegría de su Resurrección. Un principio triunfal que nos llevará al más admirable de los finales su gloriosa Resurrección.

Por ello como dijo algún pregonero, esto es una película que ya hemos visto anteriormente y, por tanto, conocemos su final. Por eso, desde que comienza la Semana Santa se presiente la alegría, por eso el Domingo de Ramos es ya un preludio de que la pasión se acaba en cada página del Evangelio que se pasa, en cada misterio que se nos pierde por alguna de las calles de nuestro Jerez, en cada jornada que hemos empezado a vivir cargada de sensaciones, de mensajes y de recuerdos.  Cada instante, cada día, de esta nueva Semana Santa, que ya da sus primeros pasos, tal como nos llega se nos va para, sin apenas darnos tiempo, volver a encontrarnos con otros instantes que nos harán vivir momentos únicos, repetidos pero, a su vez, irrepetibles, por aquello de que la Semana Santa es siempre igual pero, en el fondo, tan distinta de un año a otro.

Uno de los grandes privilegios que tenemos como seres vivos, y que nadie nos va a arrebatar, es la capacidad de darnos cuenta de las cosas, de tomar conciencia. Decía San Francisco de Asís: "Empieza por hacer lo necesario, continúa con lo posible y acabarás haciendo lo imposible." La Semana Santa tiene mucho de necesario, mucho de posible y también bastante de imposible, por eso, en estos tiempos de hoy, es cada vez más necesario tomar conciencia de todo lo que ella nos ofrece en cada instante antes que se nos vaya de las manos, antes de que todo sea un recuerdo, antes que lo que ha sido un principio empiece ya a ser un final.

La Semana Santa es el triunfo de lo posible por encima de lo imposible, el de tantas personas que la hacen posible, salvando lo imposible, conscientes de que es necesario para su fe, para su ciudad y para la historia todo ese derroche de mensaje que tiene un fin  glorioso y salvador por mucho que el principio esté lleno de dolor y que, transcurra tan deprisa que, sin darnos cuenta, pasaremos del Domingo de Ramos al de Resurrección en un abrir y cerrar de ojos.

Vivamos intensamente un nueva Semana Santa, esa que ha comenzado y que nunca acabará si sabemos llenarnos de ella.
 (Artículo publicado en Información Jerez ayer Domingo de Ramos, 13 de abril de 2014)
 
Añeja estampa de la Virgen de las Angustias, siempre en el Domingo de Ramos jerezano.
Arriba magnífica fotografía de Fernando Morales que recoge la venia de la Hermandad de la Borriquita abriendo la Semana Santa de Jerez.
 

 

 

martes, 8 de abril de 2014

LA PLAZA DE SAN ANDRÉS.


 
La jerezana plaza de San Andrés está de actualidad. Los actos de vandalismo que han sufrido los vehículos allí aparcados y las actuaciones que ha acometido el Ayuntamiento con respecto al tráfico rodado la ha llevado a las portadas de periódicos y noticiarios.  Su céntrico emplazamiento y la cercanía de dos colegios le hacen ser una de las plazas más frecuentadas por los conductores, especialmente en los días laborables.

Este espacio urbano, que preside el monumento a las edades del hombre, conserva aún nobles edificios como la mansión de Roberto Gordon, donde estuvo hospedado el gran Lord Byron y que posteriormente fue residencia del marqués de Torresoto; la señorial casa de la familia García Durán con su elegante fachada y su airoso mirador o el añorado Cine Jerezano que tanta vida le diera a esta plaza. En el recuerdo el Bar Atarazanas o la agencia de transporte de “El Tela” y en el centro el kiosco de Miguel tan popular entre los alumnos de La Salle-Buen Pastor y de la Compañía de María. Plaza de algarabías infantiles en las horas puntas  y de primeros amores entre alumnos de ambos colegios.

El archivero Agustín Muñoz nos cuenta en su conocido libro sobre las calles y plaza de Jerez que esta plaza llevó también el nombre de Atarazanas, nombre por el que aún se conoce esta zona del barrio de San Pedro. Atarazanas equivale a Arsenal, y es que antiguamente en este sitio hubo un almacén o depósito de armas y pertrechos militares. También mencionar que en esta plaza se instaló un hospital en 1569, con motivo de la enfermedad de la peste que asoló aquel año la ciudad, viéndose obligados a cerrar todas las calles adyacentes. El nombre actual de San Andrés se le puso antes de 1788 y se debe a una imagen de este santo que se encontraba junto a una cruz de mampostería que existió en el centro de la plaza y que posteriormente pasó a la esquina con la calle Clavel. Curiosamente cuando Roberto Gordon solicita al Ayuntamiento el cambio de la cruz que preside la plaza lo hace argumentando que ocasiona estorbo para la circulación y porque “puede servir para ocultarse de noche los mal intencionados”.

Es decir que hace dos siglos y cuarto ya existían problemas de circulación en la plaza de San Andrés y los mal intencionados ya pululaban por sus alrededores con la preocupación que ello despertaba en sus vecinos.

La plaza fue embellecida en 1860, siendo Alcalde D. José López de Carrizosa, luego Marqués del Mérito. A finales de los pasados años sesenta la plaza estaba muy deteriorada, siendo remodelada para aparcamientos. Hace unos años volvió a someterse a unas obras que le dieron el aspecto actual. Antes de este cambio el poeta Diego Campoy le dedicó estas palabras que venían a denunciar la pérdida de ese sentido de plaza como lugar para el esparcimiento para convertirla en un gran parking: “…el poeta se siente sumido en tristeza al palpar lesionada la íntima espiritualidad de este rincón de solaz recogimiento, el arrebol de sus atardeceres, el hechizo de sus noches, con el estridente clamor del motor en progreso...”.

En unos días esa cruz de la historia de esta plaza volverá a hacerse presente entre sones de tambores y capirotes, la cercanía de la Carrera Oficial la hará llenarse de un público  y contemplando la escena esas tres figuras desnudas de las edades del hombre que nos recuerda el imparable paso del tiempo.
 
(Artículo publicado en Información Jerez el pasado domingo 6 de abril de 2014 y ayer lunes en VIVA JEREZ)
 
La plaza de San Andrés en la pasada década de los setentas y antes de su remodelación.
 

 

           

 

jueves, 3 de abril de 2014

AQUELLA SEMANA SANTA


 
Un paseo por las calles jerezanas nos delata que la Semana Santa está cerca. Los palcos ya instalados, los azahares colmando los naranjos, la actividad en los templos y en las Casas de Hermandad nos viene a decir que estamos a las puertas de un nuevo Domingo de Ramos.

Una Semana Santa que cambia, con un inicio distinto de la Carrera Oficial, con nuevas Cofradías, con novedades en todo lo referente a la seguridad y la propia organización de la misma. Y reviviendo sentimientos se me viene a la mente aquella Semana Santa de mis años infantiles. Era una Semana Santa que llegaba tras un tiempo de vísperas mucho más vacío de contenido cofrade que ahora. Un solo periódico “La Voz del Sur” donde el recordado Manolo Liaño, con su particular estilo, copaba toda la información del mundo cofrade. Y junto a la prensa escrita la prensa hablada, Radio Popular de Jerez y Radio Jerez, ni Onda Jerez, ni ninguna otra emisora de TV, y menos aún los medios informáticos con los que hoy contamos.

Llegaba Cuaresma y con ella los programas cofradieros, “Cruz de Guía” en Radio Jerez y “Carrera Oficial” en Radio Popular y más allá de nuestras fronteras, donde las ondas alcanzaban y la Semana Santa seguía siendo fiel a sus más puras esencias, “Saeta” en Radio Popular de Sevilla o aquellos otros programas que lanzaba “La Voz del Guadalquivir” capitaneados por Agustín Navarro. Ese era un tiempo mágico pegado al transistor, de impaciente espera, con espacios llenos de noticias transcendentes y tertulias cargadas de contenido religioso.

Era un verdadero tiempo de espera, cuando se vivía con impaciencia la llegada de olores a incienso y sonidos de tambores, donde la música cofrade vibraba después de mucho tiempo, donde todo se cogía con mucho más ganas porque durante meses no habíamos tenido los cofrades nada de todo esto que tanto nos gusta.

Ahora que todo se desborda, vivimos la Semana Santa todo el año, algo que para los tortas nos sabe a gloria, pero también es verdad que las emociones de antaño ya no son las mismas. Las torrijas nos gusta más en estas fechas, como los polvorones en Navidad, aunque a nadie amarga un dulce sea la época que sea.

Aquella Semana Santa de la Rotonda, hoy en día imposible por el número de Hermandades y el aumento de público; de los grandes picos de pan, de los concursos de saetas desde el balcón de la Caja de Ahorros, de los enormes reflectores de luz en las recogidas, de las saetas de Ana María “La Jerezana”, de la banda de la Cruz Roja y de los costaleros pagados, era una Semana Santa que poco tiene ya que ver con la grandiosidad de la actual, entre otras cosas por el esfuerzo de los cofrades y, también, por la aportación ciudadana que, al hacer uso de palcos y sillas, han contribuido de forma importante a que la Semana Santa jerezana haya alcanzado tan alto nivel.

Hoy nuestra Semana Santa es otra bien distinta de la que muchos conocimos de pequeño, hay quien pueda pensar que “cualquier tiempo pasado fue mejor” pero no es así, porque la Semana Santa jerezana, como todo lo que está vivo, ha ido evolucionando, siempre de frente y hacia arriba, solo hay que ver las imágenes y grabaciones de entonces para darse cuenta de ello. Aunque en el fondo, como todo aquello que forma parte de nuestra historia feliz, de nuestras ilusiones pasadas, siempre queda un rinconcito para la añoranza.  
(Artículo publicado en Información Jerez el pasado domingo 30 de marzo de 2014 y al día siguiente en VIVA JEREZ).
La estampa de la Virgen de la Soledad iluminada con el potente foco de la Marina Española sirvió para ilustrar el cartel de la Semana Santa jerezana de 1962.