Son
tiempos, estos que corren, de efemérides y celebraciones para distintas
instituciones jerezanas. Una de ellas es el Centro de Estudios Históricos
Jerezanos, que acaba de cumplir sus ochenta años de vida y que, con tal motivo,
le ha sido concedida la más alta distinción de la ciudad de Jerez, su Medalla
de Oro. Entre los méritos que atesora
esta institución cultural jerezana
encontramos su gran número de publicaciones sobre la historia local.
Pues
bien, en una de esas interesantes obras
se recoge un manuscrito inédito, del año 1767, sobre las cosas notables
ocurridas en Xerez de la Frontera desde 1647 a 1729, cuyo autor es Sebastián
Marocho. Documento que poseía Manuel del Calvario Ponce de León y Pérez de Aldarete y que sus herederos
vendieron al señor Duque de T´Serclaes de Tilly. Afortunadamente, antes que
saliese de Jerez, fue copiado por José Soto Molina y de esa copia se sacaron los
textos para la publicación del libro.
Según
se dice en su introducción poco se sabe del jerezano Sebastián Marocho, solo
que estaba relacionado con la familia Villavicencio ya que en el año 1740
escribe – “Este año se hizo un nuevo cuartel
para caballería en las bodegas de mi señora la marquesa de Casa
Villavicencio en las Atarazanas” y que puede referirse a los cascos bodegueros
aún existentes tras la antigua mansión de la familia Gordon en la plaza San
Andrés.
En
su relato de acontecimientos nos habla de que hace 350 años, es decir en 1664,
fue la fatal desgracia de los alemanes en Jerez que llegaron en número de mil
cuatrocientos para socorro de la guerra de Portugal, se armó tal contienda en
la plaza del Arenal que en dos horas mataron los jerezanos a cien alemanes y
otros tantos heridos, los de aquí solo murieron tres. Uno de los fallecidos era
primo de Mariana de Austria, madre de Carlos II, por cuyo motivo intentó vengar
la muerte, principalmente con el Corregidor de la ciudad, mandando un juez, Sebastián
Infante, con su escribano que se hospedó en la Cartuja y allí fue a verlo el
Corregidor. Hallando en el zaguán al escribano le preguntó desde el coche:
“Oye, ¿y Don Sebastián?” “Señor, dentro está- le respondió-. Lo llamaré” ”No lo
llame dile que soy el Corregidor de Jerez y que esta es mi casa” ”Señor aguarde
V.E.” ”No es menester más” y mandó andar. El escribano avisó al juez, el cual
salió corriendo tras el coche del mandatario jerezano, recorriendo media ciudad
y viéndose imposibilitado y agotado volvió a su posada dejando al Corregidor
libre de causa. Un religioso de San Francisco sacó al Santísimo, sin que su
divina presencia bastase a poner término a la refriega.
Otro
hecho se produjo en 1715, próximo a cumplir los 300 años ya. Este año entró a
ser Presidente de Castilla el jerezano Luis de Mirabal, por Corregidor de Jerez
Miguel Antonio de la Torre y de administrador de Alcabalas y Millones N.
Tortolero. Para el nombramiento de Corregidor el interesado había donado al
administrador cuatro mil pesos. Enterado el Corregidor Diego de Herrero que había sido sustituido, le entregó al Rey los mismos cuatro
mil pesos más treinta caballos, mandando el Rey que siguiera en el cargo y que
Tortolero devolviese lo que le había dado Miguel Antonio de la Torre. Diego de Herrero continuó, por
consiguiente, tres años más. En este tiempo se vendían los gobiernos. Hoy
viendo el panorama comprobamos que no solo en aquellos tiempos pasaban estas
cosas.
(Artículo publicado en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 26 de octubre de 2014 y al día siguiente en VIVA JEREZ)
Xeres de la Frontera en 1715. |