El
patrimonio cultural histórico, artístico, monumental y documental de la Iglesia
católica constituye una parte esencial del patrimonio cultural español por su
importancia, magnitud y diversidad. Por ello, el Estado español ha desarrollado
toda una normativa que trata de proteger, preservar y fomentar dicho
patrimonio. Como contraprestación a las ayudas que recibe del Estado, se ha
exigido a la Iglesia católica que el disfrute del mismo sea compartido,
también, por parte de todos los ciudadanos, respetando en todo momento el fin
religioso que tienen dichos bienes.
La
propia Comisión Pontificia para los bienes culturales de la Iglesia afirma que
en los países de antigua tradición cristiana, el patrimonio histórico-artístico
que a lo largo de los siglos se ha ido enriqueciendo continuamente con nuevas
formas interpretativas y ha sido un instrumento privilegiado de catequesis y de
culto para generaciones enteras, en tiempos más recientes ha adquirido, algunas
veces, a causa de la secularización, un significado casi exclusivamente
estético. Por ello, es oportuno que las Iglesias confirmen, por medio de
convenientes estrategias, la importancia contextual de los bienes
histórico-artísticos, de modo que la pieza considerada desde su valor estético
no sea totalmente separada de su función pastoral, así como del contexto
histórico, social, ambiental y devocional, de los que constituye una peculiar
expresión y un testimonio.
Todo
ello viene en relación a la polémica surgida esta semana a raíz del posible
traslado de uno de los retablos de la Cartuja de Jerez a la parroquia de la
Nuestra Señora de la Encarnación de Setenil de las Bodegas. La Diócesis de
Asidonia-Jerez, propietaria de este retablo, argumenta este traslado en la
necesidad de salvaguardar los valores
artísticos, espirituales, litúrgicos y cultuales de la propia obra de arte, así
como su correcta utilización ya que en la actualidad se conserva, sin uso
alguno, en una de las dependencias cartujanas. Para acceder a esta petición, que
fue realizada en su momento por la parroquia setenileña, se está a la espera de
recibir los permisos necesarios de la Delegación Territorial de Cultura de la
Junta de Andalucía.
Es un nuevo
caso en el que chocan intereses locales por mantener en Jerez una pieza de gran
valor artístico y que forma parte, por tanto, del patrimonio cultural de la
ciudad, con unos intereses eclesiales que ve con buenos ojos este traslado por
el buen uso y la adecuada conservación que ofrecería su nueva ubicación.
Algo
parecido ocurrió en Toledo, a principios del siglo XX cuando
un sector de la sociedad toledana defendían el derecho de la Iglesia de vender
las obras maestras de El Greco para
paliar necesidades urgentes, mientras que otros, por su parte consideraban sus
retablos como parte del patrimonio local que no debería de ningún modo salir del recinto de la
ciudad. Finalmente hubo
un pacto sagrado entre unos y otros
para que las necesidades se atendieran sin que los retablos de El Greco
tuvieran que salir de Toledo.
Los retablos constituyen una de las
manifestaciones artísticas más representativas y singulares de nuestro acervo
cultural. Este de la Cartuja es una notable pieza barroca del siglo XVIII.
Independientemente del dictamen que den los organismos pertinentes, habrá que,
como en Toledo, intentar llegar a acuerdos para que, sin olvidar la misión
pastoral para el que fue realizado, este retablo siga formando parte del
valioso elenco patrimonial de la ciudad.
Retablo de la sala capitular de la Cartuja de Jerez cuando aún permanecía en la parroquia de San José del Valle. |