En
cierta ocasión me comentaron que en la clase política hay una premisa, no
escrita, que obliga a tomar las medidas más impopulares a mitad de legislatura
y las de mayor calado popular al final, así cuando llegan las elecciones los
votantes olvidan todo aquello que no le gustó y se quedan solo con los logros
políticos más recientes.
La recuperación de la jerezana plaza de Belén
ha sido uno de esos logros que, tras muchos años de proyectos que han quedado
en nada, al final se ha conseguido darle una salida digna para conseguir ese
adecentamiento tan solicitado por la ciudadanía. Su reinauguración contó con el
anuncio, a bombo y platillo, por parte del Consistorio, de una serie de
actividades que darían vida y atractivo a este nuevo espacio público. Esa
actividad, que hasta ahora ha sido escasa por no decir nula, parece que cogerá
fuerza tras la información municipal de que la renovada plaza Belén será, en
este año, un punto obligatorio de la Navidad. El reclamo estará centrado en una
enorme bola de Navidad que se ubicará en ese enclave. Más de 12 metros de
altura y casi 70.000 puntos de luz conformarán esta gran esfera que ofrecerá a
los curiosos un espectáculo de luz de cinco minutos de duración. Una bola que
viene y va porque ya el año pasado se pudo ver en Sevilla y, seguramente, el
próximo año la veremos en otras poblaciones. Una bola que fue con otras más, las grandes protagonistas de las fiestas navideñas hispalenses y que hicieron las delicias de niños y
mayores.
La
historia de la plaza de Belén ha sido un constante ir y venir, un ir y venir de
su propia historia, con un monasterio que tuvo mucha vida y dejó de tenerla por
causa de la desamortización, un edificio que pasó a ser cárcel y luego quedó
abandonado hasta su derribo, posteriormente un colegio volvió a llenar de vida
la plaza y quedó vacío tras dejar su función docente, finalmente resultó un
solar que lo mismo sirvió de aparcamiento que para hacer crecer todo tipo de
vegetación. También la historia nos recuerda un ir y venir de la antigua comisaría
de policía que quedó sin vida tras su traslado; un ir y venir de tantos vecinos
que habitaron esa antiguas casas, unas nobles y otras populares, y que hoy
esperan mejores tiempos; un ir y venir a la desaparecida calle Rompechines, el
entonces “barrio chino” de la ciudad, que tanto trasiego tenía solo hace unas
décadas. Muchos proyectos que iban y venían, que remendaron plazos que se
ponían y se quitaban, algunos mientras los ratones hacían de las suyas y otros
“cargados de chocolate” y hasta donde “el chocolatillo” se lo fueron comiendo
entre unos y otros.
La
remozada plaza de Belén, en la espera de su resurgir como todo el casco
histórico jerezano, hará honor a su condición belenista y se dispone a vivir
una Navidad distinta. Las luces y las zambombas harán latir de vida un espacio
urbano demasiado tiempo olvidado. Cuando Belén sea más Belén que nunca y
empiece a sonar allí aquello de: “Hacía Belén
va…” que eso sea el punto de partida para que nunca más entren los ratones en
este Jerez intramuros que se nos cae de viejo y que, por la desidia de unos y
de otros, le están royendo hasta los calzones.
(Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 25 de noviembre de 2018 y al día siguiente en VIVA JEREZ)Desaparecido colegio Luis Vives en la plaza Belén |
Antigua cárcel y el fallido proyecto de la Ciudad del Flamenco para la plaza Belén. |