jueves, 24 de octubre de 2019

CATALANES EN JEREZ




Debido al ambiente tan complicado que se vive  en Cataluña y más concretamente en la capital barcelonesa muchos catalanes han optado por quitarse de en medio y buscar, al igual que vienen haciendo muchas de las empresas que allí se establecieron, otros lugares donde poder vivir tranquilos sin la presión independentista y menos aún sin la violencia que lamentablemente hemos visto estos días.

Entre Jerez y Cataluña ha existido desde siempre una relación fraternal, muchos jerezanos marcharon allí para buscarse el pan y la estabilidad, los mismos que tras finalizar su vida laboral volvieron a su tierra jerezana dejando un trocito de su corazón en aquella región del norte de España. El apellido Catalán aparece en Jerez desde la reconquista y el nombre de Catalanes figura en el callejero jerezano desde 1752, concretamente en la pequeña callejuela que, junto al edificio de la ONCE, tiene su entrada por la popular calle Porvera.

            Algunos jerezanos ilustres vivieron sus últimos días en Barcelona como el aviador Juan Manuel Durán González, tripulante del Plus Ultra, hidroavión que realizó el primer vuelo trasatlántico de la historia; o el almirante Rafael Fernández de Bobadilla y Ragel, pionero de la navegación submarina en España. Catalán de nacimiento era  Adolfo Rodríguez de Rivero recordado archivero, bibliotecario e historiador jerezano. Jerezano fue Fray Domingo Canubio que siendo obispo de Segorbe (Valencia) fue propuesto para arzobispo de Barcelona, cargo que, por su sencillez y humildad, no aceptó. Siendo capitán general de Cataluña nuestro paisano Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, ante la dramática situación política y social en la que estaba sumida la nación española fue llamado por el Rey Alfonso XIII para, tras consultar a su gabinete, encargarle la formación de un gobierno que pusiera orden y estabilidad, nombramiento que contó en un principio con la aprobación de las Cortes Generales y de la inmensa mayoría de la población. Son algunos ejemplos de esa histórica relación de Jerez con Cataluña, una relación que también encontró caldo de cultivo en el negocio del vino.

            Joaquín Luna en un artículo publicado hace un par de años en La Vanguardia de Barcelona titulado Un catalán en Jerez y después de contar algunas experiencias vividas aquí llegaba a la siguiente conclusión : “He estado 72 horas en Jerez de la Frontera. ¡Qué gente! ¡Qué cosas ve uno! ¡Qué manera de vivir! Yo les cuento el panorama y juzgan. La gente de Jerez de la Frontera no es rara, es rarísima. Llega la feria y se visten de señoritos, pero no de señoritos de Sevilla con sus casetas infranqueables. No, aquí son hospitalarios y te dejan entrar libremente, digo yo que para dar envidia. –Catalán, baila una sevillana...Y encima, eso. Primero los jerezanos –y las jerezanas– hacen lo que les da la gana, le sueltan un euro al pobre en lugar de un discurso sobre la regeneración moral, disfrutan de las terrazas sin temor a ordenanzas municipales que enorgullecerían a don Miguel Primo de Rivera y terminan contando a la hora de bailar. Que si el paso dos, que si el paso tres...Jerez nunca será Copenhague”. Afortunadamente, porque Jerez siempre será Jerez con su forma de vivir y con sus virtudes y sus rarezas, porque  los de aquí seguimos orgullosos de ser como somos, un rincón singular de España, la gran nación que nos une a todos los españoles, también, por tanto, a los catalanes.
 
                (Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo  20 de octubre de 2019 y al día siguiente en VIVA JEREZ)
 
La angosta calle Catalanes en una fotografía del ayer.
 

 

miércoles, 9 de octubre de 2019

JEREZ EN EL XIX

 


La semana pasada hablábamos en esta misma columna semanal sobre el rodaje en Jerez de la película El verano que vivimos. El pasado miércoles, 18 de septiembre, comenzó una nueva grabación teniendo como marco espacios jerezanos, se trata de la serie La Templanza, basada en la novela de María Dueñas. Unas labores que están programadas para siete semanas en distintos puntos del Casco Histórico de la ciudad. La Templanza transcurre en Jerez en el año 1850, asociada al Jerez bodeguero del siglo XIX. La acción se desarrolla desde la joven república mexicana a la espléndida Habana colonial, desde las Antillas al Jerez de la segunda mitad del siglo XIX, cuando el comercio de sus vinos con Inglaterra convirtió la ciudad en un enclave cosmopolita y legendario.

El siglo XIX supone una página riquísima para la historia jerezana. Jerez finaliza el siglo XIX con más de 60.000 habitantes. Su fisonomía urbana  sufrió grandes cambios de la mano del extraordinario aumento de las construcciones bodegueras que fueron ocupando todos los espacios libres en torno a los viejos barrios. También con el crecimiento de la población, gracias al despegue económico y urbanístico que la ciudad vive a lo largo del siglo XIX, surgen nuevas necesidades de espacios abiertos y de recreo, nuevos paseos y plazas arboladas creándose algunos de los parques públicos que hoy disfrutamos. A medida que Jerez crece, las clases más acomodadas optan, en muchos casos, por instalar sus viviendas en las cercanías de la ciudad, construyendo villas, haciendas y recreos en las zonas del extrarradio y otras cercanas a las bodegas de su propiedad. En el plano de la cultura es de destacar el Colegio de Humanidades de San Juan Bautista que será establecido en 1838 y que pasará a Instituto Local en 1842 y a Provincial en 1851. Pero también cuentan en este aspecto la inauguración de la Biblioteca Municipal, la primera de Andalucía, el 23 de abril de 1873; el funcionamiento ya en 1878 de una Academia Médico-Quirúrgica y de otras de Música y Bellas Artes, así como de una Sociedad de Ciencias, Artes y Letras, precedente de la Real Academia de San Dionisio de nuestros días; y ya en 1897, como remate cultural del siglo XIX, la fundación del Ateneo Jerezano.

La industria vinícola jerezana siguió incrementándose proyectándose la primea línea férrea en la España peninsular para dar salida comercial al famoso Sherry hacia Inglaterra y América, que eclosionaría con la instalación de la línea de ferrocarril que va desde El Portal hasta El Puerto de Santa María y el Trocadero en época de Isabel II (1854). También en las postrimerías del siglo la terrible filoxera, una plaga de insectos, devastará en 1896 los campos de la comarca.

El XIX fue un siglo muy importante en lo que a jerezanos ilustres se refiere. Hombres de bien que engrandecieron Jerez desde la política, las ciencias, las artes, las letras, la cultura o la religión con verdadero prestigio y entrega.

El conocimiento de la historia nos sirve de lección para valorar lo positivo e intentar no caer en los mismos errores del pasado. Y el siglo XIX, con sus luces y sus sombras, fue muy relevante para Jerez y su historia, aportando mucho de lo bueno que hoy disfrutamos en esta hermosa ciudad. La película será una buena oportunidad para situarnos en ese periodo tan significativo de nuestra historia.
(Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 6 de octubre de 2019 y al día siguiente en VIVA JEREZ)
 
Estampa decimonónica captada en el palacio de Garvey, situado en la jerezana plaza de Rafael Rivero.