miércoles, 1 de febrero de 2017

DESCUBRIR LA MURALLA


 
 
A raíz de la noticia aparecida en prensa del hallazgo de parte de la muralla jerezana en las obras que se están realizando para la apertura de un nuevo negocio en la plaza del Arenal, ha vuelto a salir a colación el debate sobre la recuperación de las murallas de la ciudad que actualmente siguen ocultas en muchos de sus tramos. En concreto se han descubierto un lienzo del muro, el torreón de la Puerta Real y una barbacana.

La muralla que se conserva hoy fue construida durante la dominación almohade, a mediados del siglo XII, si bien recientes investigaciones señalan que se edificó sobre una obra del siglo anterior, fortaleciéndose con el paso de los años. En el siglo XVIII, para mantener gran parte de la muralla, se permitió construir sobre la muralla de manera que sirviera para conservarla: el dueño del inmueble se encargaba de cuidar de ella y el Ayuntamiento cobraba un alquiler. Esto ha implicado que la muralla de Jerez se conserve pero no sea visible. []Este hecho se manifiesta especialmente en la calle Larga y calle Porvera, en cuales muchos establecimientos comerciales cuentan con restos de la muralla. A pesar de haber sido declarada Monumento Histórico Artístico en 1931 y aunque, en los últimos tiempos,  algunos puntos  han sido ya recuperados y están muy bien conservados aún queda mucho que hacer al respecto. 

En Lugo surgió en los años cincuenta del siglo XX, el proyecto Muralla Limpia (1953-72) con el objeto de limpiar y recuperar la muralla a partir de la eliminación de todo el caserío que entre los siglos XVI al XX se había ido adosando a la cerca, ocultándola hasta casi conseguir que los ciudadanos perdieran la evidencia de su existencia. Así, impulsado por el Ayuntamiento que contó para este proyecto con el beneplácito de todas las instituciones garantes del patrimonio, como la Dirección General de Bellas Artes, la Comisión de Monumentos… se eliminaron todas esas edificaciones que a lo largo de los siglos habían ido surgiendo alrededor de la muralla y se consiguió a través de las reconstrucciones realizadas, la revalorización del Monumento, iniciándose de este modo un proceso que en cierta manera culminó en el año 2000, cuando se consiguió la inclusión de la muralla en la Lista de Patrimonio Mundial. Sin embargo, más de cuarenta años después de la finalización de las obras muchos se plantean aún si esa intervención fue acertada, si la operación indiscriminada al que se sometió la muralla no fue excesiva y si en el camino no se había perdido una parte importante de ese patrimonio inmueble que durante más de trescientos años había estado conviviendo con el monumento. Tal vez, no haya una respuesta única a esta reflexión, por el precario rigor con que fue acometida esta operación, y la osada “re-construcción” a que fue sometida la muralla, que en todo caso supuso su puesta en valor y su contribución al conocimiento de este monumento Patrimonio de la Humanidad pero a un precio demasiado alto.

El caso de Jerez es similar, sus murallas forman parte de nuestro patrimonio histórico, un patrimonio que hay que guardar, conservar y en la medida de lo posible poner en valor y a la vista pública, pero sin que ello suponga alterar, en demasía, la propia fisonomía de la ciudad, especialmente en aquellos espacios urbanos más emblemáticos e identificativos. El reto es interesante.
(Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo  29 de enero de 2017 y al día siguiente en VIVA JEREZ)
 
Imagen del ayer de la calle Ancha cuando aún no se habían derribado las fincas que vemos a la derecha para sacar a la luz lienzos de muralla.
 

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