Era
un secreto a voces que se ha confirmado esta semana, los franciscanos se
marchan de su convento de Jerez, dejan la vida comunitaria en nuestra ciudad
aunque la iglesia seguirá abierta al culto y a cuantos fieles la visitan
diariamente.
Los
historiadores de la muy noble y muy leal ciudad de Jerez de la Frontera, hacen
resaltar el hecho de que los hijos de San Francisco y de Santo Domingo les han cabido “la gloria y la carga de ser el hogar
espiritual de la vida de Jerez durante siete centurias”. Los cronistas de la
ciudad xereciense destacan la influencia enorme ejercida por los franciscanos
en la historia religiosa, cultural y social de Jerez, en donde han gozado
siempre del aprecio y del cariño entre todas las clases de la sociedad
jerezana.
Los
franciscanos se establecieron por primera vez en Jerez en el siglo XIII, siendo
San Buenaventura ministro general de la Orden, pocos años después de la fecha histórica
en que San Francisco de Asís hubiera fundado la gran familia seráfica. El
primer convento de los frailes de la cuerda blanca en Jerez fue el de San
Francisco el Real, así llamado desde sus orígenes debido a que fue fundado a
instancias y bajo mecenazgo del rey Alfonso X el Sabio, una vez conquistada la
ciudad del poder de los sarracenos.
Existen
documentos que certifican que tanto el convento como la iglesia eran ya una
espléndida realidad en 1285. El convento estaba habitado en 1440 por una comunidad
en la que se contaban siete doctores ya que era también casa de estudios. En el
siglo XVI residían allí sesenta religiosos y entre los religiosos de la
comunidad jerezana que han pasado a la historia podemos mencionar al célebre
teólogo Padre Luis Carvajal, paladín de la defensa Inmaculista en la ciudad o el
Padre Juan Pascual considerado como uno de los instauradores de la descalcez al
lado de San Pedro de Alcántara.
Después
de la ley de exclaustración, decretada por Mendizábal en 1835, los franciscanos
se vieron obligados a abandonar el convento, pasando el edificio a poder del
Estado y fue cerrada al culto la iglesia. En 1885 es derribado el convento y
sobre el solar el Ayuntamiento construye el Mercado Central de Abastos. Los
franciscanos de la provincia bética vuelven a Jerez en el año 1895 y allí
permanecen ininterrumpidamente hasta el año 1949 en que se hicieron cargo del
convento y de la iglesia sus hermanos los franciscanos de la Provincia de
Granada.
Los
nuevos tiempos no son favorables para las órdenes religiosas y con la decisión
de abandonar el convento jerezano se cierra una larga etapa de la ciudad unida
a los franciscanos. Los muros de San Francisco, de los más frecuentados de
Jerez, ya sin frailes, seguirán acogiendo esa fe sencilla que cada día se
acerca al Señor de la Plaza, a San Judas o San Antonio, para pedir auxilio
divino ante los casos difíciles y desesperados, ante amores imposibles o
simplemente para pedir salud y trabajo besando los pies del Divino Nazareno
Franciscano, todo impregnado de esa
sencillez y humildad que un día quiso para los suyos el Santo de Asís.
Los
franciscanos nos dicen adiós pero siete siglos pesan mucho para no dejar huella.
Huella que quedará para siempre en la plaza Esteve en un perenne abrazo franciscano en torno a una cruz
y dos brazos cruzados con las palmas extendidas mostrando sus llagas. Un abrazo
para siempre entre la ciudad y sus frailes menores.
(Artículo publicado en Información Jerez el pasado domingo 23 de junio de 2013 y al día siguiente en VIVA JEREZ).Boletín publicado por los franciscanos del convento de Jerez a mediados del pasado siglo XX |