En Jerez, frente a la vieja
muralla, en la confluencia de las calles Ponce y Porvera, desde hace 450 años,
hay un grupo humano que se reúnen en torno a la Virgen de la Soledad. Allí, en
la iglesia de la Victoria, vive la Soledad. Allí se hace presente esa la
soledad física que vivió María. Allí está la soledad psicológica, una soledad
que proviene del darse cuenta de que la mayoría no ha captado la necesidad de
la muerte de un hijo para un bien común. Es una soledad que se llenó de
hostilidad por parte de muchos que seguían viendo con malos ojos a cualquiera
que hubiera formado parte del grupo que acompañaba al hijo de sus entrañas, esa misma soledad
psicológica que sintió su hijo frente a la multitud de gente a quien curó.
Y por último, en la
iglesia de la Victoria, aún late una soledad ascética. El ascetismo es el clima
interior que consigue el alma, como fruto del esfuerzo personal de aislarse de
las personas, acontecimientos, cosas, gracias al desprendimiento, recogimiento
y el sacrificio. Esta soledad no es aislamiento infecundo, por despecho del
mundo; sino posibilidad para un encuentro más íntimo. Es la soledad de esos
frailes, seguidores de Francisco de Paula, que tuvieron que abandonar el
convento o de esas religiosas Mínimas que hoy custodian la primitiva Virgen de
la Soledad y que han optado por una vida consagrada. Soledad ascética con Dios
como única compañía invadente y profunda. Una soledad llena de paz para transmitirla
a los demás; llena de luz y consejo para iluminar tantas conciencias.....
En iglesia de la
Victoria de Jerez habitan, de forma continuada, 450 años de la historia de la
ciudad junto a la Madre y Señora Soledad, porque la soledad es paz que nos
abraza en todo momento y nunca nos abandona, esa es su grandeza.
(Artículo publicado en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 12 de octubre de 2014)
Fotografía antigua de la Virgen de la Soledad en su paso de palio. |
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