El
Rincón Malillo es un conjunto
cautivador de callejuelas en el casco antiguo jerezano. A espaldas del Palacio de Riquelme, su
fama se debe a las diferentes leyendas medievales que sobre él se transmiten.
Cuenta
la leyenda que un caballero jerezano, Luis de Montoro en algunas versiones,
Alvaro de Mendoza y Virués en otra, con fama de jugador, espadachín y bebedor,
tras haber dejado en el suelo a una de sus víctimas de sus duelos, tuvo la
osadía de retar al mismo diablo. En el momento de haber clamado el reto, sintió
una fuerte punzada en su brazo derecho, apareciéndole una enorme herida
sangrante. Huyó con horror a su casa en la calle Justicia, a través de la Plaza del
Mercado. Para paliar sus miedos y calmar su remordimiento, en su
casa y en dirección al Rincón Malillo, mandó poner una cruz de hierro forjado. Cuentan
que desde entonces pasó horas encerrado en su casa y comenzó a ser conocido por
los vecinos como El Enjaulado. Tras su muerte, muchos años después, la
herida de aquella noche seguía sin cicatrizar y aquellas callejuelas parecían
que quedaban selladas por la maldición.
Dejando
a un lado lo que es pura leyenda la historia nos dice que ya en 1589 se cita
esta nomenclatura callejera en los autos de Reducción de Hospitales y
Misericordia, siendo de presumir que se le pusiera este nombre por su especial
forma de varias encrucijadas que harían peligroso su tránsito por la noche. Una
configuración que, a su vez, le hace ser uno de los rincones más pintorescos y
castizos no sólo del barrio de San Mateo sino también de todo el casco
histórico.
Este
bello enclave ha vuelto a ser noticia estos días, uno de los cascos bodegueros
de la calle volvió a protagonizar un
derrumbe parcial tres años después de que ya se produjera un hecho similar. En
esta ocasión, y al igual que se hizo entonces, se ha optado por colocar unas
vallas para impedir el paso de los viandantes y tratar de evitar males mayores.
Otro episodio más de cuantos vienen sucediendo en nuestro maltratado casco
histórico y que además se le ha sumado el hecho luctuoso de la muerte de un
indigente en una de las fincas abandonadas de la calle San Honorio. Lo que
viene a mostrar la situación tan alarmante a la que está llegando el casco antiguo de la ciudad. La ruina, la dejadez y el
abandono es la nota dominante de todo un entramado de calles que, por su
antigüedad, trazado y tipismo, podría ser, si, de una vez por todas, se tomara
cartas en el asunto, uno de los grandes reclamos turísticos de Jerez.
Y
mientras tanto muchas promesas pero pocas actuaciones, muchos planes integrales
que no se desarrollan y plataformas que parecen gritar en el desierto. Lo que
fue un rincón malillo se ha extendido a todo un espacio urbano histórico y
ahora lo malo es el estado de un barrio completo que se muere como ese hombre
que la vida le llevó al extremo de tener que buscar cobijo entre ruinas de un
barrio tan abandonado como él, sufriendo la misma indiferencia y la misma
soledad del que se muere sin que nadie haga nada por salvarlo. La leyenda diría
que la maldición sigue y todo es obra del propio diablo que aún no se ha
marchado del Rincón Malillo.
(Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 24 de julio de 2016 y al día siguiente en VIVA JEREZ)
El Rincón Malillo en una imagen del ayer |
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