Se
denominan años 1920 o años veinte a la década del siglo XX
comprendida entre el 1 de enero de 1920 y el 31 de diciembre de 1929. Los
denominados Felices Años Veinte o Años
Locos se enmarcan en Estados Unidos y más concretamente entre 1922 y 1929
que dio lugar a un periodo de gran prosperidad en todo el país. De esta
prosperidad se benefició toda la sociedad, haciendo que la economía siguiera
creciendo a un ritmo que no se había visto anteriormente. No duró mucho este
florecimiento, el 24 de octubre de 1929, conocido como el Jueves Negro, llegó el Crack
del 29 que finalizaría con el acontecimiento de la Gran Depresión.
La
causa de estos felices años para Estados Unidos fue el beneficio que le acarreó
la Primera Guerra Mundial a consecuencia de los préstamos de guerra que había
hecho a Europa, convirtiendo así al país norteamericano en la primera potencia
de económica mundial. El crecimiento americano se prolongó durante toda la década,
haciendo que la inversión creciera, el empleo aumentara y el mundo no sólo
recuperara la tranquilidad sino que avanzaba hacia un bienestar incomparable. La
reactivación iniciada en Estados Unidos en 1922 fue algo más tardía en Europa.
Abrió las puertas a una etapa
expansiva de la economía mundial que propició un clima de euforia y ciega confianza en el
sistema capitalista.
En lo social y económico, España se caracteriza en
estos años por el crecimiento tanto demográfico como de nivel adquisitivo. Las
ciudades, principalmente Barcelona y Madrid, se convierten en grandes urbes a
las que se dirige la masiva emigración campesina en busca del recién inaugurado
sector industrial. Son precisamente estas clases proletarias las que impulsan
la modernización del país, frente a los estamentos dominantes y la población
rural. En lo cultural, los sucesivos cambios políticos y sociales propician una
gran diversidad de estéticas. El gran número de escritores y artistas surgidos
en los primeros años del siglo ha hecho que esta época se denomine La Edad de Plata de la cultura española.
A Jerez tampoco le fue mal. Dos ilustres jerezanos
tuvieron un papel importante en el desarrollo de la ciudad. Por un lado Álvaro
Dávila, marqués de Villamarta, nombrado alcalde en 1923 y por otro el general
Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, nacido en Jerez en 1870, designado por el
rey Alfonso XIII para regir en aquellos años veinte los destinos de la nación.
Durante los algo más de seis años que estuvo al frente del país favoreció
grandemente a su ciudad natal, le concedió el derecho exclusivo de utilizar
para sus vinos la denominación “Jerez”, apoyó el antiguo proyecto de
ferrocarril de Jerez a Almargen, la construcción del teatro Villamarta,
inaugurado en 1928 a iniciativa del marqués de Villamarta, impulsó la nueva
estación de ferrocarril, cuya primera piedra se colocó el 30 de septiembre de
1929, el mismo día que se celebró la toma de posesión, por parte del Estado, del
solar que serviría para edificar la nueva casa de Correos y Telégrafos. Además
de todas estas iniciativas Primo de Rivera colaboró en distintas obras sociales
que beneficiaron a muchos desfavorecidos.
Todo ello supuso que aquellos años veinte fueran también
años de esplendor para Jerez. Ahora que iniciamos unos nuevos años veinte es de
desear que todos los problemas actuales se solventen y podamos también pasar a
la historia como Los felices veinte.
(Artículo que publiqué el pasado lunes 30 de diciembre de 2019 en VIVA JEREZ)
Miguel Primo de Rivera en una de sus visitas a Jerez. |
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