Hubo un tiempo, ya muy
lejano, en el que los jerezanos agrupados en gremios y cofradías canalizaban el
culto a su patrón y al mismo tiempo realizaban obras asistenciales. Eran
jerezanos que ya podían llamarse cofrades por su pertenencia a este tipo de
instituciones. Estos jerezanos y cofrades no solo pedían para su corporación
respectiva sino también para sus hospitalitos que mantenían a duras penas y que
ponían al servicio de sus vecinos, ante la falta de atenciones por parte de las
altas instituciones que se perdían más en luchas internas y fronterizas que en
atender las necesidades básicas de los ciudadanos. Sus fines asistenciales, tan
necesarios en aquellos años donde las epidemias y las calamidades estaban al
orden del día, no estorbaban a los de piedad que hicieron que, de forma
espontánea, el fenómeno cofrade se dirigiera a la Semana Santa , donde encontró
el gran filón que atraía al pueblo, un atractivo que ayudaría a seguir haciendo
nuevas obras asistenciales. Y en este deseo de piedad y de vida cristiana el
pueblo halló siempre en las cofradías un modo de apoyo mutuo y colaboración.
Las hermandades desarrollan en la actualidad
una labor asistencial vigorosa que va en aumento con los años. Son incontables
los proyectos asistenciales a los que nuestras corporaciones prestan su apoyo,
bien a través de una participación indirecta, bien mediante la implicación
efectiva de sus miembros en algún proyecto específico. Una muestra de ello son
las pujantes Bolsas de Caridad, la incesante colaboración con instituciones
benéficas y con Cáritas parroquial o, incluso, la creación de distintas
fundaciones o iniciativas con fines asistenciales tales como la Fundación Paz y
Aflicción, nacida en el seno de la Hermandad de la Coronación, o el comedor
benéfico creado recientemente por la Hermandad de la Esperanza de la Yedra con
motivo de la próxima Coronación Canónica de la Virgen.
Hay que
tener en cuenta que, de una forma o de otra, son muchísimos los jerezanos
implicados en el mundo cofrade. Téngase, también, en cuenta que si se sumaran
solo todos los hermanos de las hermandades de Jerez, el número rebasaría
ampliamente al de los socios y abonados de muchas de las instituciones u
organismos existentes en la ciudad. Esa mayoría silenciosa se aglutina en torno
a unas asociaciones que tienen dos vertientes. La cofradía es religiosa por un
lado, y por eso depende del poder eclesiástico, pero sus connotaciones civiles
son sumamente importantes. Unas instituciones sin ánimo de lucro, cuyos
miembros emplean su tiempo, el de su familia y hasta su propio dinero para, entre otras
cosas, ayudar a los que más lo necesitan.
La última
noticia, nos ha llegado esta semana, la entrega de siete mil kilos de alimento
de una cofradía jerezana para los pobres, el último ejemplo de unas
instituciones, creados y constituidas por los propios jerezanos, que piden no
para ellos sino para poder seguir sirviendo a la ciudad que la vio nacer, a través
de sus cofradías.
Esta gran masa de cofrades, que son jerezanos y por
tanto tienen derecho a participar de unos ingresos que ellos también aportan,
han llegado a un acuerdo con el Ayuntamiento para que les ayude en la labor que
realizan. Y a raíz de este acuerdo otras
asociaciones que reciben para su mantenimiento subvenciones millonarias del
dinero público, también de los jerezanos-cofrades, puesto que en esto no hay X
en las declaraciones de la renta, han protestado por esta ayuda. Como menos
resulta curioso, protestar en vez de predicar con el ejemplo.
(Artículo publicado en Información Jerez el pasado domingo 17 de febrero de 2013 y ayer en VIVA JEREZ)
Foto de una de las anuales comidas ofrecidas, en los años 20 del pasado siglo, por parte de la Hermandad del Cristo de la Expiración a los ancianos del barrio de San Telmo. |
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