martes, 19 de febrero de 2013

PREDICAR CON EL EJEMPLO


          


          Hubo un tiempo, ya muy lejano, en el que los jerezanos agrupados en gremios y cofradías canalizaban el culto a su patrón y al mismo tiempo realizaban obras asistenciales. Eran jerezanos que ya podían llamarse cofrades por su pertenencia a este tipo de instituciones. Estos jerezanos y cofrades no solo pedían para su corporación respectiva sino también para sus hospitalitos que mantenían a duras penas y que ponían al servicio de sus vecinos, ante la falta de atenciones por parte de las altas instituciones que se perdían más en luchas internas y fronterizas que en atender las necesidades básicas de los ciudadanos. Sus fines asistenciales, tan necesarios en aquellos años donde las epidemias y las calamidades estaban al orden del día, no estorbaban a los de piedad que hicieron que, de forma espontánea, el fenómeno cofrade se dirigiera a la Semana Santa , donde encontró el gran filón que atraía al pueblo, un atractivo que ayudaría a seguir haciendo nuevas obras asistenciales. Y en este deseo de piedad y de vida cristiana el pueblo halló siempre en las cofradías un modo de apoyo mutuo y colaboración.

 Las hermandades desarrollan en la actualidad una labor asistencial vigorosa que va en aumento con los años. Son incontables los proyectos asistenciales a los que nuestras corporaciones prestan su apoyo, bien a través de una participación indirecta, bien mediante la implicación efectiva de sus miembros en algún proyecto específico. Una muestra de ello son las pujantes Bolsas de Caridad, la incesante colaboración con instituciones benéficas y con Cáritas parroquial o, incluso, la creación de distintas fundaciones o iniciativas con fines asistenciales tales como la Fundación Paz y Aflicción, nacida en el seno de la Hermandad de la Coronación, o el comedor benéfico creado recientemente por la Hermandad de la Esperanza de la Yedra con motivo de la próxima Coronación Canónica de la Virgen.

Hay que tener en cuenta que, de una forma o de otra, son muchísimos los jerezanos implicados en el mundo cofrade. Téngase, también, en cuenta que si se sumaran solo todos los hermanos de las hermandades de Jerez, el número rebasaría ampliamente al de los socios y abonados de muchas de las instituciones u organismos existentes en la ciudad. Esa mayoría silenciosa se aglutina en torno a unas asociaciones que tienen dos vertientes. La cofradía es religiosa por un lado, y por eso depende del poder eclesiástico, pero sus connotaciones civiles son sumamente importantes. Unas instituciones sin ánimo de lucro, cuyos miembros emplean su tiempo, el de su familia y  hasta su propio dinero para, entre otras cosas, ayudar a los que más lo necesitan.

La última noticia, nos ha llegado esta semana, la entrega de siete mil kilos de alimento de una cofradía jerezana para los pobres, el último ejemplo de unas instituciones, creados y constituidas por los propios jerezanos, que piden no para ellos sino para poder seguir sirviendo a la ciudad que la vio nacer, a través de sus cofradías.


           Esta gran masa de cofrades, que son jerezanos y por tanto tienen derecho a participar de unos ingresos que ellos también aportan, han llegado a un acuerdo con el Ayuntamiento para que les ayude en la labor que realizan.  Y a raíz de este acuerdo otras asociaciones que reciben para su mantenimiento subvenciones millonarias del dinero público, también de los jerezanos-cofrades, puesto que en esto no hay X en las declaraciones de la renta, han protestado por esta ayuda. Como menos resulta curioso, protestar en vez de predicar con el ejemplo.

             (Artículo publicado en Información Jerez el pasado domingo 17 de febrero de 2013 y ayer en VIVA JEREZ)



Foto de una de las anuales comidas ofrecidas, en los años 20 del pasado siglo, por parte de la Hermandad del Cristo de la Expiración a los ancianos del barrio de San Telmo.
  

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