La
noticia, aunque no ha sorprendido por la situación económica, no ha dejado
indiferente. La crisis inmobiliaria tiene una nueva víctima. Los bancos
acreedores han dejado caer a Reyal Urbis, una empresa unida
estrechamente a Jerez y a los jerezanos, una inmobiliaria que fue en su día uno
de los grandes imperios del ladrillo, tras dos acuerdos de refinanciación que
no han servido de mucho y años de negociaciones la empresa anunció este martes
que presentará el concurso de acreedores.
La
empresa presidida por Rafael Santamaría ya se vio forzada en octubre a
presentar el preconcurso, una figura de la Ley Concursal que le daba cuatro
meses para negociar con los acreedores antes de suspender pagos. Pero el plazo
finalizaba el 23 de febrero y, ante la evidencia de que el acuerdo no era
posible, ha tirado la toalla.
Urbis
es parte de nuestra historia reciente, construida al calor del pelotazo
inmobiliario y animada, jaleada al máximo, por la educación de antaño de tener
que ser propietario de una vivienda a toda costa (y coste).
En
toda la historia de Urbis hay una figura que destaca sobremanera, la del
jerezano Manuel de la Quintana Fergusson, presidente de la inmobiliaria desde
1971 hasta su fallecimiento en 1989. Nacido en 1913 y licenciado en Derecho por
la Universidad de Granada en 1932, alcanzó el grado de Doctor, por la
Universidad Complutense de Madrid. De la mano de Alfonso García Valdecasas,
ingresa en el Instituto de estudios Políticos. Los derroteros de la profesión
le llevan en 1949 a intervenir en el “affaire” Urbis, uno de los grandes
escándalos financieros de la posguerra. Un grupo de accionistas le piden que
acepte provisionalmente la dirección general de la empresa y, como en tantas
ocasiones, la provisionalidad da paso a casi cuarenta años en el cargo. Al
frente de Urbis, Manuel de la Quintana impulsó la promoción de un tipo de
vivienda que encontró una ávida demanda por la innovación en el diseño, la
calidad de la construcción y el precio ajustado a los niveles de competencia
del mercado. Zonas residenciales de lujo, con grandes espacios verdes, jardines
y áreas públicas y privadas fueron rompiendo los viejos moldes de los enclaves
elitistas, que se hacían compatibles con las clases medias emergentes venidas
de la España desarrollista de los años sesenta. En Jerez la urbanización de la
Avenida Álvaro Domecq, fue testigo de ello.
La
historia de Urbis, fundada en 1946, está llena de altos y bajos, de momentos
difíciles como el asesinato en 1984, por manos terroristas, de Manuel Ángel de la Quintana García, hijo del
anterior y consejero delegado de la empresa, o el bache con el que se vio
sorprendida a finales de los años setenta por una muy fuerte caída del mercado
y un aumento notable de los costes financieros, con la consiguiente acumulación
de pérdidas que pudo salvar gracias al balón de oxígeno
propiciado por entidades bancarias.
Reyal Urbis ha podido aguantar cinco años de temporal antes
de pedir el concurso anticipado. Muchas de las promotoras que han ido cayendo
en los últimos meses han pasado el último lustro con respiración asistida, con
refinanciaciones de deuda sujetas a planes de negocio que resultaron irreales.
El sector lo conoce como “la patada hacia adelante”. Dicen que el último
proyecto de Manuel de la Quintana se basaba en un núcleo urbano no deshumanizado,
difícil tarea tendría hoy en día.
(Artículo publicado en Información Jerez el pasado domingo 24 de febrero de 2013 y ayer en VIVA JEREZ).
Año 1972 . Bloques de Urbis en la Avenida Álvaro Domecq. En primer término la calle Manuel de la Quintana. |
Manuel de la Quintana y Fergussón junto al escritor Jesús de las Cuevas presentador de su pregón de la Semana Santa de Jerez de 1975. |
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