El
enólogo Diego Cutillas Abellán nos cuenta que ya en el antiguo Egipto se
vendimiaba la uva de manera similar a como se hace en nuestros días, siendo los
mismos vendimiadores quienes pisaban la uva. Se sabe por narraciones
antiquísimas que todo ello iba precedido por un largo ritual donde solían
emborracharse tirios y troyanos (incluidas las perfumadas damiselas), teniendo
que ser conducidos al finalizar los rituales a hombros por sus esclavos a sus
hogares. En Roma se inauguraba la vendimia con las fiestas de Vinalia. Las
presidía el Flamen Dialis, autoridad que ofrecía a Júpiter la primicia de las
uvas. Los romanos vendimiaban primero la parte de la viña que daba al sol,
existiendo expertos en vendimia que dirigían sabiamente todas las operaciones.
Una mayoría de los vendimiadores eran mujeres y lo mismo usaban las propias
manos que tijeras adecuadas. Era frecuente seleccionar en la misma viña la uva
para mesa y la que debía pasar al lagar.
Los griegos, siempre amigos del vino puro, solían dar
a estas festividades una mayor solemnidad y celebridad de espíritu religioso.
No todo era el conocido desenfreno que se vivía en Roma cuando llegaban las
fiestas de la vendimia. También estaban allí los primeros cristianos que desde
las catacumbas saludaban a la uva nueva con cánticos piadosos. Para los
cristianos representaba el vino un don supremo del Señor, nadie ignora su significado
evangélico y tales poseían un sentido religioso muy trascendente.
Un
año más la celebración de la tradicional acto de la Pisa de la Uva en Jerez se
ha visto envuelta en la polémica. La Pisa de la Uva
es uno de los actos más singulares y bellos del calendario festivo jerezano,
mantiene ese carácter religioso con la bendición del nuevo mosto y es una de
nuestras señas de identidad. Merece, por tanto, que se cuide su organización
para que evitar fallos como la ausencia de vendimiadoras y palomas mensajeras
que se ha visto este año o los gritos y ruidos de protestas que ha ocurrido
anteriormente. Son ya varios años consecutivos en los que jerezanos y
visitantes no han podido disfrutar del acto simbólico de la salida del primer
mosto por la piquera con todo el esplendor de antaño. El vino de Jerez, de fama
universal, requiere de otro tratamiento aunque solo sea por respeto a la ciudad,
a sus tradiciones y a su historia.
La mujer jerezana, con su peculiar
traje de vendimiadora, debe volver a este acto tan jerezano y hermoso, ya desde
el propio Ayuntamiento se ha asegurado que esta ausencia no se volverá a
repetir y que el próximo año estarán presentes al igual que esas palomas
mensajeras que anunciaban al mundo la llegada de ese oro líquido que tanto prestigio
ha dado a Jerez. Bienvenida, sea por tanto, esas vendimiadoras que con sus
pisadas con garbo han llevado, año tras año, las cestas de uva hacia la
piquera, representando con su belleza y elegancia a la mujer jerezana. Mujer
jerezana de la que el recordado Martín
Ferrador escribiera: “Cuando va una jerezana/ sal y gracia derramando/ todos
los corazoncitos/ detrás se lo va llevando. / Yo he visto un santo de piedra/
volverse, para mirar/ la sal que una jerezana/ iba dejando al andar. /
Jerezanilla morena/ la de los ojitos negros; / recoge mis suspiritos/ que para
ti, lleva el viento/.”
El reducto catedralicio
ya las espera.
(Artículo que publiqué el pasado domingo 13 de septiembre de 2015 en INFORMACIÓN JEREZ y al día siguiente en VIVA JEREZ).
Cartel oficial de la Fiesta de la Vendimia de 1951. |
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