Decía Abraham Lincoln que no
se puede escapar de la responsabilidad del mañana evadiéndola hoy. Es lo que
debe hacer toda la sociedad, ser responsable, ante las recomendaciones de la
autoridad frente a la pandemia del coronavirus que nos azota. Ser responsable
actuando con disciplina social tal como ha pedido el presidente del gobierno.
La
disciplina es la gran fuerza reguladora de la sociedad. Se define como el acatamiento
cotidiano al conjunto de reglas para mantener el orden y la subordinación a las
normas. La
disciplina reúne múltiples valores. Significa entrega al logro de las metas
propuestas, continuidad y exigencia. Como virtud, la disciplina es individual.
Pero siempre tiene una proyección en lo colectivo. Es la adhesión a normas que
garanticen el bien común. Y la disciplina social, en estos momentos, obliga a
quedarse en casa para frenar la expansión de ese virus que tanto daño está
ocasionando en el mundo. Y en ese reto, porque también son del pueblo y de la
sociedad, se han sumado las cofradías. En pleno apogeo de actos cuaresmales la
mayoría de las cofradías no han dudado en suspenderlo todo con el fin de
preservar al pueblo del riesgo que supone el contacto humano, hubiese sido una
contradicción convocar a cultos y otras actividades mientras que las
autoridades sanitarias solicitan, como medida más eficaz, el no moverse de
casa.
Y es que las hermandades y cofradías han sido y siguen
siendo, como sostiene el profesor Escalera Reyes, marcos para la expresión y el
desarrollo de la sociabilidad y la interacción social generalizada. El
antropólogo Isidoro Moreno, por su parte, remarca aún más esta idea afirmando
que lo sustantivo de las hermandades y cofradías es, precisamente, ser una
asociación, un contexto donde se da la sociabilidad, un reflejo de la sociedad.
Esa condición social está unida a la propia esencia cofrade por lo que todo lo
que afecte a la sociedad también le afecta a ellas y, como parte de las mismas,
siempre han estado dispuestas a dar respuestas ante desafíos y contratiempos.
Esa disciplina social le ha llevado a cumplir con cuantas
recomendaciones han ido llegando para combatir la enfermedad, anteponiéndose
incluso a los fines religiosos de las misma ya que son instituciones seguidoras
del Evangelio de Cristo. El cristianismo es
ante todo eso, la preocupación activa por el otro y de ello se deriva toda la
ética, doctrina, liturgia, etc. cristianas. La fe es lo que debe llevar a pensar,
sentir y actuar desde el lado de las víctimas, de los enfermos, de los que
pueden verse afectados por el mal, porque esto es lo que vivió y enseñó Cristo.
Y si en ese anteponer el bien de los demás hay que tomar
medidas drásticas como suprimir algo tan arraigado en el sentimiento popular y
a la religiosidad y cultura de nuestro pueblo como son las procesiones, así se
ha hecho. No será la primera vez que en Jerez, como en otras ciudades, se
celebra la Semana Santa sin procesiones. Todo sea por esa disciplina social que
nos compromete a frenar, cuanto antes, los efectos de ese virus que ha venido
para recordarnos que la salud es una prioridad. Evitar su propagación, ayudando
a los que se sienten más frágiles, para todo cristiano y los cofrades lo son,
es un mandato: " Cuando dejasteis de hacer con uno de
estos (hambrientos, sedientos, enfermos...) también conmigo dejasteis de
hacerlo”.
(Artículo que publiqué en VIVA JEREZ el pasado lunes 16 de marzo de 2020)
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