miércoles, 18 de marzo de 2020

DISCIPLINA SOCIAL




           Decía Abraham Lincoln que no se puede escapar de la responsabilidad del mañana evadiéndola hoy. Es lo que debe hacer toda la sociedad, ser responsable, ante las recomendaciones de la autoridad frente a la pandemia del coronavirus que nos azota. Ser responsable actuando con disciplina social tal como ha pedido el presidente del gobierno.

            La disciplina es la gran fuerza reguladora de la sociedad. Se define como el acatamiento cotidiano al conjunto de reglas para mantener el orden y la subordinación a las normas. La disciplina reúne múltiples valores. Significa entrega al logro de las metas propuestas, continuidad y exigencia. Como virtud, la disciplina es individual. Pero siempre tiene una proyección en lo colectivo. Es la adhesión a normas que garanticen el bien común. Y la disciplina social, en estos momentos, obliga a quedarse en casa para frenar la expansión de ese virus que tanto daño está ocasionando en el mundo. Y en ese reto, porque también son del pueblo y de la sociedad, se han sumado las cofradías. En pleno apogeo de actos cuaresmales la mayoría de las cofradías no han dudado en suspenderlo todo con el fin de preservar al pueblo del riesgo que supone el contacto humano, hubiese sido una contradicción convocar a cultos y otras actividades mientras que las autoridades sanitarias solicitan, como medida más eficaz, el no moverse de casa.

            Y es que las hermandades y cofradías han sido y siguen siendo, como sostiene el profesor Escalera Reyes, marcos para la expresión y el desarrollo de la sociabilidad y la interacción social generalizada. El antropólogo Isidoro Moreno, por su parte, remarca aún más esta idea afirmando que lo sustantivo de las hermandades y cofradías es, precisamente, ser una asociación, un contexto donde se da la sociabilidad, un reflejo de la sociedad. Esa condición social está unida a la propia esencia cofrade por lo que todo lo que afecte a la sociedad también le afecta a ellas y, como parte de las mismas, siempre han estado dispuestas a dar respuestas ante desafíos y contratiempos.

            Esa disciplina social le ha llevado a cumplir con cuantas recomendaciones han ido llegando para combatir la enfermedad, anteponiéndose incluso a los fines religiosos de las misma ya que son instituciones seguidoras del Evangelio de Cristo. El cristianismo es ante todo eso, la preocupación activa por el otro y de ello se deriva toda la ética, doctrina, liturgia, etc. cristianas. La fe es lo que debe llevar a pensar, sentir y actuar desde el lado de las víctimas, de los enfermos, de los que pueden verse afectados por el mal, porque esto es lo que vivió y enseñó Cristo.

            Y si en ese anteponer el bien de los demás hay que tomar medidas drásticas como suprimir algo tan arraigado en el sentimiento popular y a la religiosidad y cultura de nuestro pueblo como son las procesiones, así se ha hecho. No será la primera vez que en Jerez, como en otras ciudades, se celebra la Semana Santa sin procesiones. Todo sea por esa disciplina social que nos compromete a frenar, cuanto antes, los efectos de ese virus que ha venido para recordarnos que la salud es una prioridad. Evitar su propagación, ayudando a los que se sienten más frágiles, para todo cristiano y los cofrades lo son, es un mandato: " Cuando dejasteis de hacer con uno de estos (hambrientos, sedientos, enfermos...) también conmigo dejasteis de hacerlo”.
 
              (Artículo que publiqué en VIVA JEREZ el pasado lunes 16 de marzo de 2020)
 
Libro de Antonio de la Rosa donde se narra la Semana Santa de Jerez en los convulsos años de la II República.
En cuyo periodo histórico hubo varios años en los que dejaron de procesionar las cofradías jerezanas.
 

           

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