martes, 8 de mayo de 2012

COMUNIONES



              Llega el mes de mayo y el tiempo de las Primeras Comuniones, un acontecimiento en la vida de cualquier persona que además de su sentido religioso ha pasado también a convertirse en un acto social, equiparándose en muchas ocasiones a una boda o a otro tipo de evento más de carácter civil que religioso. Hasta ahora el laicismo imperante ha conseguido transformar algunos de los Sacramentos en ceremonias civiles tales como bodas e incluso bautismos, también llamados actos de presentación en sociedad, lo que no se puede desacralizar son las Primeras Comuniones puesto que la Eucaristía no permite sucedáneos.
La Iglesia insiste por activa y por pasiva que el centro de este día es la Eucaristía y que el único regalo importante y necesario es recibir a Jesús y lo demás es superfluo pero, por desgracia este lógico fundamento, choca con unos adversarios poderosos, el consumismo y la competitividad. La Iglesia es consciente de que ,ciertamente, la presión social es muy fuerte y la tentación consumista induce a pensar que si no ofrecemos toda esa parafernalia artificial que se ha impuesto entorno a esta celebración no estaremos a la altura de las circunstancias y nuestros hijos se verán frustrados, excluidos con respecto a los demás compañeros o menos queridos por no tener cuanto el afán consumista ha ido imponiendo, desvirtuando la esencia de una celebración que es puramente cristiana y cuyo verdadero convite está en el templo y no en el restaurante.
        Es un reto de padres y educadores el dar a cada cosa la auténtica dimensión que tiene sin desvirtuar su esencia, por mucho que la presión social obligue al consumismo exagerado aprovechando el afán desmedido de cualquier padre en dar a los hijos todo lo mejor que se puede, incluso de lo que no se puede, provocando que la Primera Comunión ocasione, a veces, auténticos problemas familiares al tener que recurrir a préstamos bancarios por el mero hecho de aparentar y quedar bien.
El derroche nada tiene que ver ni con los tiempos que corren ni con un acto que es fundamentalmente religioso. La alegría del momento no debe estar reñida con la cordura en el gasto y con la forma de festejar un acontecimiento que se elige libre y responsablemente, siempre dentro del ámbito cristiano y creyente, sin lo cual quedaría vacío por muchos fastos que se hagan y muchos regalos que se reciban.
Vivimos unos tiempos en los que cada vez se levanta menos la mirada de lo puramente material y que, por consiguiente, para muchos niños está será su primera y también su última comunión porque, lamentablemente, en muchos casos todo se reduce a organizar y a acompañar los niños en ese día y después desentenderse del compromiso contraído.
Decía la letra de una canción que “en lo pequeño está la fuerza, hacia lo simple anda la destreza, volver al origen no es retroceder quizás sea andar hacia el saber”. Pues en esto de las Primeras Comuniones también habrá que aplicar esta teoría, pero para ello tenemos que, entre todos, hacer frente a esa presión social para que, por lo menos a los cristianos, en esto no nos hagan comulgar con ruedas de molinos.

          (Artículo publicado en Información Jerez el pasado domingo 5 de mayo de 2012 y ayer en VIVA JEREZ)


Recuerdo Primera Comunión año 1918.


Primeras Comuniones en las antiguas instalaciones del colegio La Salle de la Alameda Cristina. Año 1970

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