Hoy
sábado se inaugura oficialmente la plaza Alfonso Sánchez Ferrajón dedicada a
este poeta madrileño que dejó huella en Jerez. Esta nueva plaza del barrio de
San Pedro ha surgido de la remodelación de la zona comprendida entre las calles
Rosario, Caracuel, Bizcocheros y Larga, y ha dejado al descubierto un Jerez
hasta ahora oculto y a la vez singular con su enorme chimenea de ladrillos de
la antigua fábrica de luz o la trasera del desamortizado convento dominico con
su semi-derruida escalera monumental y su claustro de la enfermería.
Este
nuevo pasaje, con una importante base histórica, iba a ser denominado por
nuestro Ayuntamiento con el nombre de Cardenal Herrero, recobrando la
denominación que durante años tuvo la calle Bizcocheros.
Don Sebastián
Herrero y Espinosa de los Monteros, insigne prelado del siglo XIX había nacido
en nuestra ciudad en 1822 concretamente en la mencionada calle de los
Bizcocheros, bautizándose en la parroquia de San Miguel, a cuya feligresía
pertenecía entonces esta zona de la ciudad, teniendo en cuenta que la iglesia
de San Pedro aunque consagrada en 1758 no fue parroquia hasta 1.911.
Don
José Luis Repetto en su Iibro sobre la historia del Cabildo Colegial editado en
1985 nos hace una detallada biografía de este destacado prelado, hispanista,
jurista y literato jerezano:
Luego
de haber hecho en Jerez sus primeros estudios, pasó a Sevilla a hacer en su
universidad la carrera de Derecho a que por entonces se sintió inclinado.
Ya
estudiante; comenzó a sobresalir por sus dotes literarias y muy pronto se hizo
su sitio entre los autores dramáticos, estrenando los dramas El Conde Fernán
González y Don García el Calumniador, típicos de la época romántica en que se
vivía. Inclinado igualmente aI estudio y costumbres y a la reflexión sobre el
ser hispánico comenzó a publicar en la serie Los españoles pintados por sí
mismo sus estudios y meditaciones sobre este particular.
Concluida
la carrera de abogado, se estableció en Jerez, y posteriormente ingresó en la
carrera judicial, alcanzando plaza de fiscal y de juez. Entonces sintió la
vocación sacerdotal. El año 1858 ingresaba en le Oratorio de San Felipe Neri, y
años más tarde se ordenaba sacerdote.
En
1862 dirigía en Cádiz el colegio filipense y el obispo de aquella diócesis le
agraciaba con el puesto de confianza de rector del Seminario Conciliar de San Bartolomé.
El Cabildo Colegial de Jerez lo distinguía entonces con la concesión de asiento
en coro, es decir canonjía honoraria, pasando en 1866 a la catedral de Cádiz.
En
1875 el rey Alfonso XII lo presentó para la silla episcopal de Cuenca, de donde
pasó luego al entonces obispado de Oviedo, de ahí a Vitoria y después a Córdoba.
En
1889 era nombrado arzobispo de Valencia y en 1901 era elevado al cardenalato,
falleciendo en 1903.
El cardenal
Herrero fue muy generoso con su ciudad natal dejando en testamento un legado no
sólo litúrgico sino también económico con lo qué se hizo frente a importantes
obras de nuestra Catedral.
Razones
no le faltaban al recordado párroco de San Pedro, don Fernando Rueda cuando el
27 de abril de 1999 se personó en el Ayuntamiento y, en audiencia con el
entonces alcalde, solicitó la reposición del nombre del cardenal Herrero para
una calle jerezana, contando con el compromiso del Ayuntamiento para ello.
El
cardenal Herrero fue un ilustre jerezano y merece este reconocimiento aunque
ahora no sea políticamente correcto poner nombre de autoridades de la Iglesia a
las calles.
(Artículo publicado en Información Jerez el 4 de abril de 2006. Hace unos días se ha procedido a la reapertura de los claustros de Santo Domingo tras su rehabilitación, entre las zonas más deterioradas estaba la escalera monumental y las dependencias que daban a la actual plaza Alfonso Sánchez Ferrajón que han quedado perfectamente restauradas, ofreciendo una mejora considerable a la plaza, pero trece años después de la propuesta de reposición el nombre del cardenal Herrero sigue sin figurar en el callejero jerezano)
Año 1882. Carta pastoral del cardenal Herrero en su entrada como obispo de Oviedo, |
Al parecer tiene mucho más mérito el madrileño Sánchez Ferrajón, del que casi nadie se acuerda y menos leído algunas de sus poesías, que el prestigioso Cardenal jerezano Sebastián Herrero y Espinosa de los Monteros. Será por aquello de ser de izquierdas lo que prima como mérito. Pero no nos apuremos, en Córdoba una de las principales calles que rodean a la Mezquita lleva el nombre de Cardenal Herrero nombre. ¡Oh tierra ingrata, no verás tú mis huesos!
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