Por
mucho que hace ya unos días las zambombas hayan dado el pistoletazo de salida a
las fiestas navideñas, tradicionalmente la Navidad comienza con el soniquete de
los niños de San Ildefonso cada 22 de diciembre. Este sorteo extraordinario de
lotería es para la Navidad como las palmas de la Borriquita para la Semana
Santa, que por muchas procesiones, marchas e incluso nazarenos que haya antes
la Semana Santa no empieza hasta que Jesús entra triunfalmente en Jerusalén,
rodeado de niños con palmas en sus manos y, también, cuando voces de niños del
Oratorio Festivo nos recuerdan que ya es
Domingo de Ramos por la plaza de las Angustias.
La Navidad se inicia la mañana del 22
de diciembre cuando en todos sitios suenan esas voces que deberían declararse
bien de interés cultural por lo unidas que están ya a las fiestas navideñas y
la tradición en España. Dicen que el
origen de la lotería de Navidad se remonta a la época de las Cortes de Cádiz, cuando el ministro de la Cámara de Indias pensó en ella como “un medio para
aumentar los ingresos del erario público sin quebranto de los contribuyentes”.
El primer sorteo se celebró el 18 de diciembre de 1812,
festividad de la Virgen de la Esperanza. Recibió el nombre de
‘Lotería Moderna’, para diferenciarla de la ‘Lotería Primitiva’ iniciada por el
Marqués de Esquilache. El nombre de ‘Sorteo de
Navidad’ no llegó hasta el 23 de
diciembre de 1892 y cinco años después esta denominación ya
aparecía impresa en los boletos.
Desde el primer sorteo, fueron los niños de
San Ildefonso los encargados de cantar los
números, que hasta 1913 estaban impresos en papeles. A partir
de esta fecha, se implantó el sistema de bombos y bolas de madera que se sigue
utilizando hoy. En la actualidad, todos los 22 de
diciembre la ilusión irrumpe en los hogares españoles gracias al sorteo
extraordinario de Navidad, cuyo premio máximo tiene un valor de 4
millones de euros.
Atrás quedó aquel soniquete de las
cincuenta mil pesetas de nuestros recuerdos infantiles y que repetían una y
otra vez como el beben y beben de los peces en el río. Era el inicio de unas
vacaciones que entonces nos parecían eternas, era la mañana de la mesa llena de
papeletas para que los niños fuésemos comprobando los premios, de adornos de
espumillones y Nacimientos tradicionales con serrín, casitas de corcho,
paisajes de papel y figuritas compradas en La Malagueña de la calle Algarve.
Navidad que en nuestro Jerez se decoraba con un gran árbol en la “Rotonda de
los Casinos” con su portal de Belén en la base, de un paragua de luces en el Gallo
Azul reflejado en los escaparates de la confitería La Esperanza y de los
tradicionales Nacimientos de San José, Bancobao, Sanatorio, Marianistas,
Beaterio y algunos más en casas particulares.
Una Navidad que, como la de ahora, también inauguraban los niños de San
Ildefonso pero mucho menos consumista y más entrañable y familiar.
El sorteo extraordinario de Navidad de
la lotería nacional marca el inicio de unas nuevas fiestas navideñas. Mucho han
cambiado las cosas desde que aquel ministro de la Cámara de Indias se le
ocurriese hacer algo para aumentar los ingresos del Estado sin quebranto del
contribuyente, pero lo que no ha cambiado es ni la ilusión ni el auténtico
mensaje de la Navidad, que es lo que verdaderamente da sentido a todo esto.
Navidad en Jerez a mediados del pasado siglo XX |
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