La
vida del rey Sancho IV el Bravo de León y Castilla estuvo marcada por cierto
signo trágico visible en la mala relación que mantuvo con sus familiares más
cercanos, en su matrimonio con María de Molina, considerado ilegítimo por la
Iglesia, o en su prematuro fallecimiento, acaecido días antes de cumplir
treinta y siete años. Desde el punto de vista político, su reinado significó el
fin de una época. Tras el vertiginoso avance que conoció la reconquista en
tiempos de sus antecesores, Alfonso VIII, Fernando III y Alfonso X, se produce,
a partir de ahora, una considerable ralentización de la misma y da comienzo una
fase de la historia castellana protagonizada por monarcas que emplearán grandes
esfuerzos en garantizar la paz interior.
Sancho
IV de Castilla, fue el cuarto de los diez hijos habidos en el matrimonio entre
el rey Alfonso X el Sabio y doña Violante, hija del rey Jaime I de Aragón. Era
el segundo de los hijos varones, tras el infante don Fernando. Su vida estuvo
llena de enfrentamientos y pactos. En 1270, poco antes de cumplir los doce años
de edad, Alfonso X pactó el matrimonio de Sancho con Guillerma de Montcada,
hija de Gastón VII, vizconde de Bearne y señor de Montcada y Castellvell. Este
matrimonio, que será también motivo de disensión entre padre e hijo, fue el
único que gozó del reconocimiento de la Iglesia en vida de Sancho. Sin embargo,
nunca llegó a consumarse, detrás de lo cual, una vez más, podría situarse la
influencia ejercida sobre el infante por el monarca aragonés, preocupado por
los derechos que un miembro de la familia real castellana podría adquirir en
territorios tan afines a la Corona de Aragón.
Cuenta
la leyenda que el 12 de abril de 1285 hallándose la ciudad de Jerez sitiada,
temiendo por la suerte y destino de la población, los caballeros jerezanos se
reunieron en la iglesia de San Juan, concretamente en la capilla de La Jura, y
decidieron firmar con su propia sangre una carta pidiendo ayuda al rey Sancho
IV, tras cinco meses de cerco sin tener socorro ninguno, a la cual le respondió
el rey que se sustentasen y en ningún modo desamparasen la ciudad, a cuya
defensa estaban obligados por la confianza que el rey, su padre, había hecho de
su nobleza. Estas palabras infundieron tanto valor en nuestros jerezanos, que
comenzaron la resistencia en medio de las mayores fatigas, como si aquel fuera
el primer día de cerco y se sustentaron hasta que el rey vino a socorrerlos.
Sánchez es un apellido español. Como apellido patronímico, significa «hijo de Sancho». Está
extensamente difundido en España y América, siendo de los más populares.
Curiosamente el apellido Sánchez está de actualidad entre los socialistas, su
líder lleva este apellido, Sánchez era la anterior alcaldesa de Jerez y
Sánchez, todo apunta, que será la futura. Los “hijos de Sancho” siguen
relacionados con el poder, con las familias políticas, con el final de una
época, con la reconquista, con los pactos, con matrimonios ideológicos y con
situaciones difíciles. Lo que es de esperar que esas similitudes con el rey
Sancho no nos traigan también una considerable ralentización y una falta de paz
interior hasta tal punto que, de nuevo, haya que reunirse en San Juan de los
Caballeros y esperar a que venga el rey a socorrernos.
Detalle del interior de la iglesia de San Juan de los Caballeros en tiempos pasados. Arriba Sancho IV con Alfonso X el Sabio, por Morayta. Dibujo del siglo XIX. |
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