miércoles, 10 de junio de 2015

SÁNCHEZ


 
La vida del rey Sancho IV el Bravo de León y Castilla estuvo marcada por cierto signo trágico visible en la mala relación que mantuvo con sus familiares más cercanos, en su matrimonio con María de Molina, considerado ilegítimo por la Iglesia, o en su prematuro fallecimiento, acaecido días antes de cumplir treinta y siete años. Desde el punto de vista político, su reinado significó el fin de una época. Tras el vertiginoso avance que conoció la reconquista en tiempos de sus antecesores, Alfonso VIII, Fernando III y Alfonso X, se produce, a partir de ahora, una considerable ralentización de la misma y da comienzo una fase de la historia castellana protagonizada por monarcas que emplearán grandes esfuerzos en garantizar la paz interior.

Sancho IV de Castilla, fue el cuarto de los diez hijos habidos en el matrimonio entre el rey Alfonso X el Sabio y doña Violante, hija del rey Jaime I de Aragón. Era el segundo de los hijos varones, tras el infante don Fernando. Su vida estuvo llena de enfrentamientos y pactos. En 1270, poco antes de cumplir los doce años de edad, Alfonso X pactó el matrimonio de Sancho con Guillerma de Montcada, hija de Gastón VII, vizconde de Bearne y señor de Montcada y Castellvell. Este matrimonio, que será también motivo de disensión entre padre e hijo, fue el único que gozó del reconocimiento de la Iglesia en vida de Sancho. Sin embargo, nunca llegó a consumarse, detrás de lo cual, una vez más, podría situarse la influencia ejercida sobre el infante por el monarca aragonés, preocupado por los derechos que un miembro de la familia real castellana podría adquirir en territorios tan afines a la Corona de Aragón.

Cuenta la leyenda que el 12 de abril de 1285 hallándose la ciudad de Jerez sitiada, temiendo por la suerte y destino de la población, los caballeros jerezanos se reunieron en la iglesia de San Juan, concretamente en la capilla de La Jura, y decidieron firmar con su propia sangre una carta pidiendo ayuda al rey Sancho IV, tras cinco meses de cerco sin tener socorro ninguno, a la cual le respondió el rey que se sustentasen y en ningún modo desamparasen la ciudad, a cuya defensa estaban obligados por la confianza que el rey, su padre, había hecho de su nobleza. Estas palabras infundieron tanto valor en nuestros jerezanos, que comenzaron la resistencia en medio de las mayores fatigas, como si aquel fuera el primer día de cerco y se sustentaron hasta que el rey vino a socorrerlos.

Sánchez es un apellido español. Como apellido patronímico, significa «hijo de Sancho». Está extensamente difundido en España y América, siendo de los más populares. Curiosamente el apellido Sánchez está de actualidad entre los socialistas, su líder lleva este apellido, Sánchez era la anterior alcaldesa de Jerez y Sánchez, todo apunta, que será la futura. Los “hijos de Sancho” siguen relacionados con el poder, con las familias políticas, con el final de una época, con la reconquista, con los pactos, con matrimonios ideológicos y con situaciones difíciles. Lo que es de esperar que esas similitudes con el rey Sancho no nos traigan también una considerable ralentización y una falta de paz interior hasta tal punto que, de nuevo, haya que reunirse en San Juan de los Caballeros y esperar a que venga el rey a socorrernos.

          (Artículo que publiqué el pasado domingo 7 de junio de 2015 en INFORMACIÓN JEREZ y al día siguiente en VIVA JEREZ)
 
Detalle del interior de la iglesia de San Juan de los Caballeros en tiempos pasados. Arriba Sancho IV con Alfonso X el Sabio, por Morayta. Dibujo del siglo XIX.  
 

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