lunes, 4 de abril de 2016

CANTIDAD Y CALIDAD



          Como en la vida misma, la cantidad, el volumen o las grandes cifras son siempre mucho más espectaculares a los ojos del espectador. Es mucho más atractivo poder presentar datos grandilocuentes. Todo el mundo quiere crecer, y si es de forma rápida, mucho mejor. Preguntadle a cualquier niño si quiere ser Peter Pan toda la vida… ¡Quiere ser mayor y lo desea YA! Pero para que un niño crezca sanamente hay que cuidarlo, alimentarlo, velar por sus intereses, en definitiva, tratarlo bien. Y así pasa en todos los ámbitos de la vida.

         Acaba la Semana Santa, una Semana Santa que vuelve a crecer en todos los aspectos y también en números por lo que de nuevo salta la pregunta que por repetida no es menos actual: ¿Qué es mejor, la calidad o la cantidad? Este es un debate permanente y que es muy importante en el desarrollo de esta celebración. En estos tiempos debido a la globalización, se debe ofrecer al mismo instante la cantidad y calidad que se necesita pero sin anteponer la cantidad a la calidad, sin darle más importancia a los números que al auténtico testimonio que da fundamento a la Semana Santa.

          Ahora parece que en la Semana Santa se cuenta todo, tiempo de paso, metros de recorrido procesional, porcentajes de probabilidad de lluvia, integrantes de las bandas de música, número de cofradías que saca un mismo capataz y cuantos costaleros forman sus cuadrillas, luces de las candelerías de los pasos de palios, integrantes del cuerpo litúrgico y sobre todo nazarenos que parecen que son los únicos que dan importancia a una cofradía en la calle porque en función de la cantidad se es más o menos, sin contar, en la mayoría de los casos, la calidad de lo que se presenta. 

             Frente a lo accesorio, lo fundamental. Lo que de verdad importa. Dicen que no es más feliz quien más tiene sino quien menos necesita y esto también se le podría aplicar a la Semana Santa porque hablando de conteo se podría contar el número de momentos mágicos que nos ha regalado cada cofradía, los instantes de silencios frente al ruido y la palabrería, esos que tanto trabajo cuesta conseguir; numerar las miradas llenas de fe y devoción, las penitencias por promesas, el número de personas que hacen posible desinteresadamente que las cofradías se pongan a la calle, quienes respetan y piden respeto. Todo esto no es tan espectacular pero es lo que da autenticidad a nuestra Semana Santa, muy por encima de números o de estadística por mucho que sigan siendo  datos que puedan interesar para ver la evolución de la Semana Santa en general y que para una mayoría le sirve para etiquetar en función de esa cantidad que no siempre aporta esa calidad que es la base de nuestra Semana Santa.  

           Una Semana Santa que nunca termina siempre pasa y que, también, hay que cuidarla, alimentarla, velar por sus intereses, en definitiva, tratarlo bien para que siempre la calidad prevalezca por la cantidad.

             (Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 27 de marzo de 2016 y al día siguiente en VIVA JEREZ )



Cruz de penitencia. Fotografía de Eduardo Pereiras. 

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