Uno
de los episodios más conocidos de la Semana Santa se produjo en la Sevilla de
1921, aquel año Igor Stravinski estuvo en la capital hispalense deseoso de
admirar la Semana Santa, de la que sólo conocía los testimonios escritos de los
viajeros románticos. Vino procedente de París, acompañado de su íntimo amigo y
colaborador Diaghilev, el creador de los ballets rusos, con quien trabajó en El
pájaro de fuego, La consagración de la primavera, etc. Fue presenciando el
desfile de la cofradía de San Bernardo por la Puerta de la Carne, cuando Igor Stravinski,
al escuchar la marcha Soleá, dame la mano, que interpretaba la Banda Municipal
de Música detrás del paso de la Virgen del Refugio, le dijo a su amigo
Diaghilev: “Estoy escuchando lo que veo y estoy viendo lo que escucho”.
Algo
así me ocurre cada vez que escucho una marcha del jerezano Germán Álvarez
Beigbeder. Con la marcha Cristo de la Expiración veo la procesión de San Telmo
avanzando, entre la multitud, en los primeros tramos de su recorrido; con
Nuestra Señora del Mayor Dolor, la trasera del palio de la cofradía de San
Dionisio salvando los naranjos de la placita de Revueltas y Montel; con Desamparo, el palio de la Virgen flamenca del
barrio de Santiago en los medios de la calle Ancha con la torre de la Victoria
al fondo; con Al pie de la Cruz la Virgen de las Angustias en la intimidad
oscura de su templo y así cada una de las
composiciones de Don Germán, sin duda uno de los mejores músicos de los últimos
tiempos y que tanta categoría ha aportado a nuestra simpar Semana Santa.
Se
cumplen en este 2018 cincuenta años de su fallecimiento, con tal motivo el
pasado sábado y en la Basílica de la Merced se celebró un magnífico
concierto en el que los intérpretes de la Orquesta Álvarez Beigbeder, que este
año cumple su vigésimo aniversario, ofrecieron un repertorio de las marchas más
destacadas compuesta por el gran músico jerezano. Concierto
que se enmarca en los actos a desarrollar durante este año para conmemorar el
aniversario de su muerte así como el de la fundación de la orquesta que lleva
su nombre, coincidiendo, también, con los 800 años de la Orden de la Merced,
cuyo convento jerezano se encuentra enclavado en un barrio muy unido a la
familia Álvarez Beigbeder.
Germán
Álvarez Beigbeder (Jerez de la Frontera, 1882-1968), compositor y director,
inmerso en el andalucismo musical es quizás el músico más importante que ha
dado Jerez. Caracterizado por su gran facilidad melódica y firmeza en la
armonía, entre sus obras figuran sinfonías y numerosas composiciones. Militar
de profesión, se formó musicalmente en Madrid, también paso por Roma y a su
vuelta ya tenía el título de Músico Mayor Militar. Estuvo destinado en África,
Ferrol y en la Banda de la Marina de San Fernando. En 1930 dejó el ejército y
fundó la Banda Municipal de Jerez que dirigió durante más de veinte años. Fue
nombrado Hijo Predilecto de Jerez, una calle lleva su nombre y una placa en la
calle Larga recuerda su nacimiento.
Que este Año Beigbeder, como se le ha venido a llamar,
sirva para que las nuevas generaciones conozcan aún más a este músico con
mayúsculas que cada año por Semana Santa
nos hace oír lo que vemos y ver lo que escuchamos.
(Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el domingo 18 de marzo de 2018 y al día siguiente en VIVA JEREZ)
Germán Alvarez Beigbeder dirigiendo la Orquesta del Conservatorio de Cádiz en el Falla. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario