viernes, 6 de abril de 2018

AÑO BEIGBEDER




Uno de los episodios más conocidos de la Semana Santa se produjo en la Sevilla de 1921, aquel año Igor Stravinski estuvo en la capital hispalense deseoso de admirar la Semana Santa, de la que sólo conocía los testimonios escritos de los viajeros románticos. Vino procedente de París, acompañado de su íntimo amigo y colaborador Diaghilev, el creador de los ballets rusos, con quien trabajó en El pájaro de fuego, La consagración de la primavera, etc. Fue presenciando el desfile de la cofradía de San Bernardo por la Puerta de la Carne, cuando Igor Stravinski, al escuchar la marcha Soleá, dame la mano, que interpretaba la Banda Municipal de Música detrás del paso de la Virgen del Refugio, le dijo a su amigo Diaghilev: “Estoy escuchando lo que veo y estoy viendo lo que escucho”.

Algo así me ocurre cada vez que escucho una marcha del jerezano Germán Álvarez Beigbeder. Con la marcha Cristo de la Expiración veo la procesión de San Telmo avanzando, entre la multitud, en los primeros tramos de su recorrido; con Nuestra Señora del Mayor Dolor, la trasera del palio de la cofradía de San Dionisio salvando los naranjos de la placita de Revueltas y Montel; con  Desamparo, el palio de la Virgen flamenca del barrio de Santiago en los medios de la calle Ancha con la torre de la Victoria al fondo; con Al pie de la Cruz la Virgen de las Angustias en la intimidad oscura de su templo  y así cada una de las composiciones de Don Germán, sin duda uno de los mejores músicos de los últimos tiempos y que tanta categoría ha aportado a nuestra simpar Semana Santa.

Se cumplen en este 2018 cincuenta años de su fallecimiento, con tal motivo el pasado sábado y en la Basílica de la Merced se celebró un magnífico concierto en el que los intérpretes de la Orquesta Álvarez Beigbeder, que este año cumple su vigésimo aniversario, ofrecieron un repertorio de las marchas más destacadas compuesta por el gran músico jerezano. Concierto que se enmarca en los actos a desarrollar durante este año para conmemorar el aniversario de su muerte así como el de la fundación de la orquesta que lleva su nombre, coincidiendo, también, con los 800 años de la Orden de la Merced, cuyo convento jerezano se encuentra enclavado en un barrio muy unido a la familia Álvarez Beigbeder.

Germán Álvarez Beigbeder (Jerez de la Frontera, 1882-1968), compositor y director, inmerso en el andalucismo musical es quizás el músico más importante que ha dado Jerez. Caracterizado por su gran facilidad melódica y firmeza en la armonía, entre sus obras figuran sinfonías y numerosas composiciones. Militar de profesión, se formó musicalmente en Madrid, también paso por Roma y a su vuelta ya tenía el título de Músico Mayor Militar. Estuvo destinado en África, Ferrol y en la Banda de la Marina de San Fernando. En 1930 dejó el ejército y fundó la Banda Municipal de Jerez que dirigió durante más de veinte años. Fue nombrado Hijo Predilecto de Jerez, una calle lleva su nombre y una placa en la calle Larga recuerda su nacimiento.

            Que este Año Beigbeder, como se le ha venido a llamar, sirva para que las nuevas generaciones conozcan aún más a este músico con mayúsculas que cada año por Semana Santa  nos hace oír lo que vemos y ver lo que escuchamos.
            (Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el domingo 18 de marzo de 2018 y al día siguiente en VIVA JEREZ)
 
Germán Alvarez Beigbeder dirigiendo la Orquesta del Conservatorio de Cádiz en el Falla.
 


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