De
un tiempo a esta parte, las cosas han cambiado. Las casas y fundaciones han
desempolvado sus fondos, han modernizado sus instalaciones museísticas, han
puesto al día la gestión de su patrimonio y archivos y se han profesionalizado.
La casa se abre a los visitantes para que avancen en el conocimiento de la
realidad que atesoran. En muchas ciudades las casas singulares son museos que salen
al encuentro de esa misma sociedad a través de rutas que amplían el espacio
museístico y se convierten en referentes y focos de irradiación cultural en el
ámbito social en que están instaladas.
Por
otro lado los tesoros, conocidos así en el ámbito de los
edificios religiosos católicos, suelen consistir en colecciones museadas en las
que abundan los ornamentos litúrgicos y los objetos de culto de materiales
nobles. Con origen en la acumulación de objetos valiosos que ostentó la Iglesia
durante la Edad Media, los tesoros proliferaron especialmente en la Europa
cristiana, consolidando un patrón museístico de primer orden que encontró
acomodo en dependencias tan dispares como criptas, salas capitulares,
sacristías, etc. En todo caso, los tesoros se constituyeron como un elocuente
método de prestigio de unas órdenes religiosas, de unas diócesis, para la
atracción turística, como lugares de peregrinación y, también, para las propias
localidades donde se ubicaban.
Hace
unos días la Hermandad jerezana del Santo Crucifijo ha anunciado que pondrá en marcha, en su Casa de Hermandad, un
museo permanente que enseñará tanto el patrimonio de la cofradía como otros
elementos de interés, desde el punto de vista histórico o artístico. No se
tratará de un museo al uso o una mera exposición de enseres. Se piensa en una
instalación moderna con nuevas tecnologías que introduzca al visitante en el contexto
en el que los elementos que verán tienen su razón de ser. Una iniciativa, desde
luego interesante, por cuanto supone poder mostrar a los visitantes todo ese
tesoro que las Hermandades han ido acumulando, fruto de la Fe y la devoción,
durante siglos y que, en la mayoría de los casos solo puede contemplarse una
vez al año.
Desde
la ciudad de Málaga, que en esto del turismo y los museos de las cofradías ha
avanzado bastante, se dice que a diferencia del museo convencional en los
museos cofrades hay que poner al público en contacto con los
objetos y en situación de poder asimilar los mensajes
contenidos en ellos, sus significados y la trascendencia de los mismos. El
patrimonio que se guarda no solo en las Casas de Hermandad sino también en
otras propiedades particulares, como mansiones y palacios incluso en entidades
culturales merece ser compartido y rentabilizado para el beneficio de todos,
jerezanos y visitantes.
La
materia prima está, solo es necesario que se articulen las fórmulas para que todas
esas casas-museos que actualmente permanecen cerradas al público en general, en
atractiva ruta, puedan abrir sus puertas mostrando toda esa riqueza patrimonial
que permanece escondida en vitrinas y expositores. En mano de particulares,
instituciones y también de la administración está la llave que abra esas casas
que son ya de por sí auténticos museos.
(Artículo publicado el pasado domingo 16 de noviembre de 2014 en INFORMACIÓN JEREZ y al día siguiente en VIVA JEREZ)
Candeleros y jarras pertenecientes al tesoro de la Basílica de la Merced. |
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