miércoles, 26 de noviembre de 2014

RANCIO ABOLENGO


 
 
La muerte de la duquesa de Alba ha traído a primera línea de la información todo lo que rodea a la nobleza y la aristocracia. Jerez, la ciudad con más títulos nobiliarios de la provincia de Cádiz, cuyas familias de rancio abolengo hunden sus raíces en el elenco de la nobleza española, ha estado unida a la Casa de Alba por medio de lazos familiares y de relaciones comerciales, en especial en lo que atañe al mundo del campo y sobre todo de las artes.

De rancio abolengo es el Marquesado de Casa Villavicencio, un título nobiliario creado por el rey Felipe V a favor de Lorenzo Villavicencio y Negrón. Esta familia ha estado desde el siglo XIII permanentemente ligada a Andalucía y más concretamente a la ciudad de Jerez de la Frontera. Miguel Fernández de Villavicencio, acompañó al rey Fernando III el Santo en la toma de Jerez de la Frontera, y fue uno de los que obtuvo repartimiento de tierras en su término. Por problemas políticos perdió el señorío de Villavicencio, por lo que se radicó definitivamente en Jerez donde sus descendientes siempre fueron relevantes en la ciudad regentando casi perpetuamente el puesto de Regidor y siendo también Caballero Veinticuatro.

El marquesado de  Casa Vargas-Machuca es otro de los linajes históricos de Jerez. Concedido por Carlos III a Pedro de Vargas-Machuca y Dávila, descendiente del célebre Caballero Veinticuatro de Jerez de la Frontera Diego Pérez de Vargas, que adquirió el sobrenombre de Machuca en el reinado de S. Fernando. Otro, también histórico, es el marquesado de Mirabal, creado por Felipe V para el jerezano Luis de Mirabal y Espínola como premio a los méritos y servicios prestados, especialmente por el desempeño del cargo de embajador en los Estados Generales de Holanda y por el de Presidente del Consejo de Castilla. El Marquesado de Villapanés  fue creado por el rey a favor de Juan Lorenzo Panés y Condan, de origen genovés, naturalizado en 1689 desde Jerez de la Frontera donde ejerció el comercio con América como cargador a Indias.


             También históricos son los Condados de Casares concedido por Fernando el Católico en 1493 a Rodrigo Ponce de León, I Duque de Arcos. El de Montegil que el rey Carlos II otorgó a Bartolomé Benito Dávila y Flores, Caballero Veinticuatro de Jerez o el de los Andes, creado por el rey Fernando VII para premiar la labor desarrollada en el Perú por el virrey José de la Serna y Martínez de Hinojosa, jerezano de nacimiento.

            Títulos nobiliarios muy unidos a nuestra ciudad que, en los siglos XIX y principios de XX,  coincidiendo con los años del esplendor comercial de Jerez, se le sumarían  muchos más: Torresoto, Bonanza, Domecq, Garvey, Real Tesoro, Mochales, Moral de Calatrava, Peraleja, Salobral, Algar del Campo, Almocadén, Bertemati, Bayona, Mérito, Misa, Casa-Pavón, Casa-Bermeja... y tantos otros que marcaron una época de la historia local.

            Jerez conserva aún su elenco de títulos nobiliarios pero ya no demasiado potentes a nivel económico como lo fueron en su época. La imagen de antaño, de unos nobles con privilegios, es ya una foto en sepia, ya que para muchos para lo único que sirve el título es para pagar más impuestos. Frente a la antigua ostentación del rancio abolengo, en estos tiempos el origen noble suele reservarse para el ámbito privado, de palacio para adentro, aunque aquí en Jerez la mayoría de los palacios no solo perdieron hace tiempo su abolengo sino incluso, también, lo poco de rancio que le quedaban.
         (Artículo publicado el pasado domingo 23 de noviembre de 2014 en INFORMACIÓN JEREZ y al día siguiente en VIVA JEREZ)
 
Boda de abolengo celebrada en Jerez en el año 1922.
 

 

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