La
muerte de la duquesa de Alba ha traído a primera línea de la información todo
lo que rodea a la nobleza y la aristocracia. Jerez, la ciudad con más títulos
nobiliarios de la provincia de Cádiz, cuyas familias de rancio abolengo hunden
sus raíces en el elenco de la nobleza española, ha estado unida a la Casa de
Alba por medio de lazos familiares y de relaciones comerciales, en especial en
lo que atañe al mundo del campo y sobre todo de las artes.
De
rancio abolengo es el Marquesado de
Casa Villavicencio, un título nobiliario creado por el rey Felipe V a
favor de Lorenzo Villavicencio y Negrón. Esta familia ha estado desde el siglo XIII permanentemente ligada a
Andalucía y más concretamente a la ciudad de Jerez de la Frontera. Miguel
Fernández de Villavicencio, acompañó al rey Fernando III el
Santo en la toma de Jerez de la Frontera, y
fue uno de los que obtuvo repartimiento de tierras en su término. Por problemas
políticos perdió el señorío de Villavicencio, por lo que se radicó definitivamente
en Jerez donde sus descendientes siempre fueron relevantes en la ciudad
regentando casi perpetuamente el puesto de Regidor y siendo también Caballero
Veinticuatro.
El marquesado de Casa
Vargas-Machuca es otro de los linajes históricos de Jerez. Concedido
por Carlos III a Pedro de Vargas-Machuca y Dávila, descendiente del célebre
Caballero Veinticuatro de Jerez de la Frontera Diego Pérez de Vargas, que
adquirió el sobrenombre de Machuca en el reinado de S. Fernando. Otro, también
histórico, es el marquesado de Mirabal, creado
por Felipe V para el jerezano Luis de Mirabal y Espínola
como premio a los méritos y servicios prestados, especialmente por el desempeño
del cargo de embajador en los Estados Generales de
Holanda y por el de Presidente del Consejo de Castilla. El
Marquesado de Villapanés fue creado por el rey a favor de Juan Lorenzo
Panés y Condan, de origen genovés, naturalizado en 1689 desde Jerez de la Frontera
donde ejerció el comercio con América como cargador a Indias.
También históricos son los Condados de Casares concedido por Fernando el Católico en 1493 a Rodrigo Ponce de
León, I Duque
de Arcos. El
de Montegil que el rey Carlos II
otorgó a Bartolomé Benito Dávila y Flores, Caballero Veinticuatro de Jerez o el
de los Andes, creado por el rey Fernando VII
para premiar la labor desarrollada en el Perú por
el virrey José
de la Serna y Martínez de Hinojosa, jerezano de
nacimiento.
Títulos nobiliarios muy unidos a nuestra ciudad que, en
los siglos XIX y principios de XX, coincidiendo con los años del esplendor
comercial de Jerez, se le sumarían muchos más: Torresoto, Bonanza, Domecq,
Garvey, Real Tesoro, Mochales, Moral de Calatrava, Peraleja, Salobral, Algar
del Campo, Almocadén, Bertemati, Bayona, Mérito, Misa, Casa-Pavón, Casa-Bermeja...
y tantos otros que marcaron una época de la historia local.
Jerez conserva aún su elenco de
títulos nobiliarios pero ya no demasiado potentes a nivel económico como lo
fueron en su época. La imagen de antaño, de unos nobles con privilegios, es ya
una foto en sepia, ya que para muchos para lo único que sirve el título es para
pagar más impuestos. Frente a la antigua ostentación del rancio abolengo, en
estos tiempos el origen noble suele reservarse para el ámbito privado, de
palacio para adentro, aunque aquí en Jerez la mayoría de los palacios no solo
perdieron hace tiempo su abolengo sino incluso, también, lo poco de rancio que
le quedaban.
(Artículo publicado el pasado domingo 23 de noviembre de 2014 en INFORMACIÓN JEREZ y al día siguiente en VIVA JEREZ)
Boda de abolengo celebrada en Jerez en el año 1922. |
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