Acaba
una espléndida Semana Santa pero la
actividad de las Hermandades no termina porque tienen que seguir sirviendo a la
Iglesia y al pueblo. Para intentar comprender las claves de esta manifestación
popular resulta preciso acudir a la historia de las corporaciones que le dan
forma, que es la propia historia de la ciudad.
Es
segura en el siglo XV la existencia en Jerez de varias cofradías, casi todas
ellas asistenciales. Las de San Antón,
San Bartolomé, Santa María del Pilar, la Misericordia, la Sangre, la Concepción
de las Viejas, Santa María del Alcázar y la Natividad de Nuestra Señora. En ese
siglo se funda otra Hermandad de San Cristóbal (en 1490), sin duda por haberse
perdido la anterior del mismo nombre. Y a la duda expone Hipólito Sancho sobre
si existía o no una corporación titulada de San Sebastián, podemos responder
que no se formaliza hasta 1577, según consta en el Archivo Diocesano, muchos
años por tanto después de tener un hospitalito e iglesia, de estar
prácticamente asociada a San Juan de Letrán y de estar ya ese hospitalito a
cargo del Beato Juan Grande, como puede verse en su biografía.
Por
lo que sabemos de algunas de estas cofradías (como la de San Bartolomé), los
fines asistenciales no estorbaban a los de piedad y esto se confirma con lo
sucedido con la Hermandad del Salvador que, pese a su título, por tener alguna
finalidad asistencial fue unida a la de la Misericordia en 1506, aunque iba a la
Colegial cada año a celebrar al Cristo de la Viga, su titular, lo que nos
garantiza que el nombre primitivo de este Cristo es el de "El
Salvador". Igualmente la cofradía del Pilar, aunque cumplía una finalidad
hospitalaria, se fundó inicialmente para darle culto a la Virgen de este nombre
y no dejó de dárselo cuando construyó su hospital.
Es
interesante subrayar este aspecto piadoso de las cofradías jerezanas, unido al
de su carácter asistencial, máxime
cuando ya en la antigüedad consta el gran esfuerzo que tenían que hacer las
propias cofradías para mantener sus hospitalitos tan necesarios por aquellos
tiempos.
Las
contrariedades y vicisitudes que nuestras Hermandades han atravesado influyeron
de forma decisiva en la continuidad histórica no sólo de sus labores
caritativas sino también de las instituciones que las animaban. Unas, tras
períodos de esplendor y gran predicamento devocional, decayeron de manera
definitiva; otras, lograron superar los embates del destino acometiendo con
nuevos bríos su propio discurrir histórico; no faltaron, finalmente, las que, a
pesar de las incidencias que les afligían, perduraron con empeño hasta nuestros
días.
Sea
como fuere, el azaroso discurrir histórico de nuestras corporaciones no pudo
dejar de afectar a su labor asistencial ( de servicio a la ciudad) que, a pesar
del tesón de sus hermanos, se veía resentida frecuentemente por calamidades que
menguaron su fortuna sin que por ello abandonaran nunca del todo la atención al
hermano o a todo aquel necesitado. Desde sus orígenes las
cofradías jerezanas no han dejado de crecer, capotearon desamortizaciones,
supresiones y prohibiciones; siempre con el culto a Dios en primer orden, sin
abandonar su acción caritativa y formativa para con los hermanos.
Acaba
la Semana Santa pero el servicio de las Hermandades a esta ciudad, que las vio
nacer hace siglos, no termina nunca porque es algo que, sin duda, las hace
grandes y útiles a cada momento histórico que les toca vivir.
(Artículo que publiqué el pasado Domingo de Resurrección, 5 de abril de 2015, en INFORMACIÓN JEREZ y al día siguiente en VIVA JEREZ).
No hay comentarios:
Publicar un comentario