En el auge que ha
experimentado la Semana Santa jerezana tiene mucho que ver los barrios, lo
hemos podido comprobar en los días previos a que la primera se plante en el
palquillo de la plaza Aladro y todo ello por el relevante papel que han tomado las
cofradías en el extra-radio de la ciudad. Las nuevas cofradías de los barrios
aglutinan a nuevos sectores sociales, con lo que ha aumentado considerablemente
su base poblacional, adquiriendo carta de naturaleza como fenómeno de primer
orden en el ciclo vital de la ciudad, convirtiéndose en un poder fáctico que
moviliza importantes recursos económicos y humanos, ocupando una gran
preeminencia como centro de relaciones sociales.
Las hermandades situadas en los barrios periféricos de la ciudad se
convierten en asociaciones claves de la sociabilidad jerezana y en centros de
socialización de esos barrios, donde se desarrollan la interacción social y las
relaciones interpersonales de manera continua y permanente, la acción cotidiana
y festiva, personal y colectiva de la vecindad. Las hermandades se han
convertido, pues, en muchos casos, en motores de la vida de los barrios,
potenciando el desarrollo de los mismos a través de sus propias actividades,
deviniendo, como apuntan algunos historiadores "en un poderoso instrumento
asociativo, el más extenso e importante, de la heterogénea burguesía urbana de
fin de siglo, bajo cuya interacción se revelan y expresan la identidad cultural
y la organización social que ella misma construye y reactualiza". Y es que
las hermandades y cofradías han sido y siguen siendo, como sostiene el profesor
Escalera Reyes, las formas más extendidas e importantes de asociación en gran
parte de Andalucía (...) constituyéndose en marcos para la expresión y el
desarrollo de la sociabilidad y la interacción social generalizada de los
andaluces. El antropólogo Isidoro Moreno, por su parte, remarca aún más esta
idea afirmando que lo sustantivo de las hermandades y cofradías es,
precisamente, ser una asociación, un contexto donde se da la sociabilidad.
Todos los estudios coinciden en que junto a la función asociativa
(sociabilidad), constituyen las cofradías o sus imágenes unos referentes de
identificación simbólica, que puede adquirir la significación de símbolo para
un barrio o para un determinado sector social. Del fuerte contenido simbólico
de las cofradías, teñido de una enorme carga estética y emocional, los estudiosos del tema afirman que las
revelan como poderosos núcleos de identificación sociocultural en los que
entran en juego una compleja red de relaciones interpersonales de sus miembros
hasta la integración convivencial de personas y grupos heterogéneos. Es a
través de estas funciones como las hermandades y cofradías de penitencia
reconstruyen ritualmente el orden social, recreando cíclicamente la estructura
de la propia comunidad. Ahí radica una de las razones fundamentales de la
fuerza significativa y del esplendor actual de nuestra Semana Santa, en el
hecho de haberse constituido en el principal referente de identificación de la
ciudad, sin negar sino re-afirmando sus identificaciones e identidades sectoriales
y grupales, y, reproduciendo también la identidad colectiva de Andalucía, al
producirse el mismo fenómeno simultáneamente en prácticamente todos los lugares
del país.
Hace mucho tiempo que la ciudad rompió sus muros para abrirse a aquellos
primero arrabales de San Miguel, Santiago y San Pedro, hoy, siglos después,
Jerez sigue ampliando fronteras y en cada nuevo rincón surge la semilla cofrade
como algo estrechamente unido a su propia identidad y a esa sociabilidad que le
caracteriza.
(Artículo que publiqué el pasado Domingo de Ramos, 29 de marzo de 2015, en INFORMACIÓN JEREZ)
Foto del ayer de la Hermandad de las Viñas a su paso por el desaparecido puente de la calle Arcos, frontera de Jerez con nuevos barrios surgidos tras la contienda civil. |
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