“No
he bebido demasiado Jerez pero Jerez si me ha bebido a mi”
Con
esta palabras el ilustre escritor, académico y dramaturgo José María Pemán y
Pemartín agradecía en un mes de septiembre de 1963, vendimiador y mercedario,
la entrega, en solemne acto, del título de Hijo Adoptivo de Jerez por parte del
Ayuntamiento jerezano. El acto fue presidido
por el ministro de Educación, Manuel Lora Tamayo. Pemán agradeció el
nombramiento señalando su vinculación a Jerez, tanto familiar como literaria,
ya que había sido aquí, en la finca del Cerro de Santiago, donde había escrito
numerosas obras.
Cuentan que aquí nació “El divino impaciente” esa
magistral obra, estrenada con éxito también en un mes de septiembre pero de 1933. Se
estrenó en el Teatro Beatriz de Madrid, en medio de gran expectación. Los versos del famoso diálogo entre san Ignacio y san Francisco Javier
pasarían al patrimonio común, y miles de personas los hicieron suyos y los
recitaron durante décadas: “Javier/ no hay virtud más eminente /que el hacer
sencillamente/ lo que tenemos que hacer. / Cuando es simple la intención /no
nos asombran las cosas/ ni en su mayor perfección. / El encanto de las rosas /es
que siendo tan hermosas /no conocen lo que son...".
Pemán, dejó mucho de su arte literario en esta tierra jerezana desde esa
finca que parece arrancada de la señorial calle Caballeros y que aún hoy emerge
a escasa distancia de la ciudad derramando la sabiduría de Séneca y los versos
antológicos de la Feria jerezana.
En
1997 todos los alcaldes de Jerez que aún estaban entre nosotros, los del
anterior régimen y los de la democracia, guiados por aquellos versos pemanianos
“no hay virtud más eminente /que el hacer sencillamente/ lo que tenemos que
hacer”; para perpetuar esa fidelidad de Pemán a Jerez le levantaron un busto en el parque González
Hontoria. En ese mismo acto el edil, representante de un partido de izquierdas,
subrayó la
deuda que Jerez tenía con quien fuera Hijo Adoptivo de la ciudad y aseguró que
todo cuanto se hiciera por honrar la memoria de Pemán sería poco. Ese
busto, a causa del vandalismo, hubo de retirarse del parque volviéndose a
colocar en el teatro Villamarta, donde tantas obras de este autor se habían interpretado. Ahora por cuestiones políticas y no culturales, el
busto vuelve a ser retirado, pero ha salido el tiro por la culata ya que nunca
se ha hablado tanto de Pemán y de su prolífera obra como estos días, incluso
con recogidas de firmas para que el busto siga donde está y hasta otro tipo de
iniciativas como la creación de una asociación cultural que mantenga viva en
Jerez la memoria literaria de tan insigne escritor. Con lo fácil que hubiese
sido no restar sino sumar más bustos al teatro Villamarta, donde estuviesen representadas
destacadas personalidades del mundo de las letras y del teatro vinculadas a
Jerez, sean de la ideología que sean. Pero entonces hablaríamos de concordia,
de pasar página, de olvidar las dos
Españas. Hablaríamos de eso que tanto nos falta y que imploró Pemán a los
cielos:
"¡Siembra rosas de olvidos y perdones/ y unge de compasión y tolerancia/
labios y corazones!/ ¡Danos la paz! ¡Acerca a los hermanos!/ ¡Abre acequias de
amor en los secanos/ y pon el agua de la Vida en ellas!/ ¡Tú que tienes el
viento y las estrellas, / Señor de los Señores, en tus manos!"
(Artículo que publiqué el pasado domingo 9 de agosto de 2015 en INFORMACIÓN JEREZ)
Pemán, jerezano de adopción, junto a Lola Flores, jerezana de nacimiento. Arriba acto de colocación del busto de Pemán en el vestíbulo del teatro Villamarta. |
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