domingo, 2 de agosto de 2015

UN JEREZ VIEJO QUE SE CAE


         
 
 

           Bajo este mismo título Luis del Arenal publicaba un artículo en Diario de Cádiz hace, aproximadamente, unos cuarenta años. Reflejaba en el mismo, entre otras cosas, que junto a ese otro de porte moderno, que se hace más grande cada día, que se va incrementando el número de barriadas de unos años a esta parte, que confiere a la ciudad ese aspecto grato y confortable del que goza, existe un Jerez viejo que se está cayendo a pedazos, dado el avanzado estado de ruina de gran parte de los edificios que la integran y que en su día constituyeron un claro motivo de orgullo para la población. Posteriormente sigue el artículo informando sobre el derrumbe, en aquellos años, de la parte trasera de una casa del casco urbano de Jerez ocasionando daños de consideración y poniendo en peligro vidas humanas.

            Es lamentable que cuarenta años después, este artículo siga estando de plena actualidad, que sucesos como los acaecidos esta misma semana en la plaza Plateros sigan siendo noticia y poniendo en riesgo la integridad de los viandantes. Y lo peor es que esto no es un hecho aislado solo hay que darse un paseo por el casco antiguo para comprobar el pésimo estado de muchas de las viviendas que lo forman. La plaza Belén, la de San Lucas, la calle Libre, la del Señor de las Tres Caídas y sobre todo la Carpintería Alta es el ejemplo más alarmante de la dejadez y el abandono de ese Jerez viejo que se mantiene en pie de milagro.

            A lo más que se llega es a parchear y el ejemplo lo hemos visto hace unos días con el espléndido caserón de la calle Porvera 52, una bella muestra de la arquitectura barroca jerezana que si bien se le ha dado un lavado de cara en su interior sigue mostrando una imagen indigna de tan magnífico edificio. Los propios comerciantes jerezanos han manifestado estos días que rara es la calle del centro urbano que no presenta una de sus casas en estado de ruina y con riesgo de derrumbe, un hecho que nos viene a señalar la dejadez en la que se encuentran muchas de las fincas que forman el entramado histórico de nuestra ciudad. Si es verdad que antes que estallara la crisis se han restaurado, con más o menos acierto, algunos de los edificios nobles del centro, como, por ejemplo, las acertadas intervenciones que se han llevado a cabo en edificaciones de la calle Tornería o en algunas de las casas del Jerez musulmán, pero no es menos cierto que aún queda mucho por hacer y que las noticias de derrumbes siguen estando al orden del día.

Como ya hemos manifestado, una y otra vez, desde esta columna semanal, en el casco antiguo todos encontramos la memoria histórica colectiva, su esplendor económico de antaño, su cultura, su proyección de futuro por lo que urge una actuación rápida y decisiva, nada de lavados de cara que escondan ruinas.

Como ocurre con otras ciudades, pasar y pasear por el viejo Jerez, por sus barrios y calles más históricas es toparse de bruces con el reverso, con la negación de su pasado mejor; nos encontramos con la ciudad que se desmorona, que se derrumba, que desaparece poco a poco, ¡que se cae! Aún estamos a tiempo de mantenerlo en pie, de ayudar entre todos a ese viejo Jerez que se nos va al suelo y no sabe donde agarrarse.  

            (Artículo que publiqué el pasado domingo 26 de julio de 2015 en INFORMACIÓN JEREZ y al día siguiente en VIVA JEREZ)


Artículo publicada en la pasada década de los setenta en Diario de Cádiz y al que se hace referencia en esta entrada.

 

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