Bajo este mismo título Luis
del Arenal publicaba un artículo en Diario de Cádiz hace, aproximadamente, unos
cuarenta años. Reflejaba en el mismo, entre otras cosas, que junto a ese otro
de porte moderno, que se hace más grande cada día, que se va incrementando el
número de barriadas de unos años a esta parte, que confiere a la ciudad ese
aspecto grato y confortable del que goza, existe un Jerez viejo que se está
cayendo a pedazos, dado el avanzado estado de ruina de gran parte de los
edificios que la integran y que en su día constituyeron un claro motivo de
orgullo para la población. Posteriormente sigue el artículo informando sobre el
derrumbe, en aquellos años, de la parte trasera de una casa del casco urbano de
Jerez ocasionando daños de consideración y poniendo en peligro vidas humanas.
Es lamentable que cuarenta años después, este artículo siga
estando de plena actualidad, que sucesos como los acaecidos esta misma semana
en la plaza Plateros sigan siendo noticia y poniendo en riesgo la integridad de
los viandantes. Y lo peor es que esto no es un hecho aislado solo hay que darse
un paseo por el casco antiguo para comprobar el pésimo estado de muchas de las
viviendas que lo forman. La plaza Belén, la de San Lucas, la calle Libre, la
del Señor de las Tres Caídas y sobre todo la Carpintería Alta es el ejemplo más
alarmante de la dejadez y el abandono de ese Jerez viejo que se mantiene en pie
de milagro.
A lo más que se llega es a parchear y el ejemplo lo hemos
visto hace unos días con el espléndido caserón de la calle Porvera 52, una
bella muestra de la arquitectura barroca jerezana que si bien se le ha dado un
lavado de cara en su interior sigue mostrando una imagen indigna de tan
magnífico edificio. Los propios comerciantes jerezanos han manifestado estos
días que rara es la calle del centro urbano que no presenta una de sus casas en
estado de ruina y con riesgo de derrumbe, un hecho que nos viene a señalar la
dejadez en la que se encuentran muchas de las fincas que forman el entramado
histórico de nuestra ciudad. Si es verdad que antes que estallara la crisis se
han restaurado, con más o menos acierto, algunos de los edificios nobles del
centro, como, por ejemplo, las acertadas intervenciones que se han llevado a
cabo en edificaciones de la calle Tornería o en algunas de las casas del Jerez
musulmán, pero no es menos cierto que aún queda mucho por hacer y que las
noticias de derrumbes siguen estando al orden del día.
Como
ya hemos manifestado, una y otra vez, desde esta columna semanal, en el casco
antiguo todos encontramos la memoria histórica colectiva, su esplendor
económico de antaño, su cultura, su proyección de futuro por lo que urge una
actuación rápida y decisiva, nada de lavados de cara que escondan ruinas.
Como
ocurre con otras ciudades, pasar y pasear por el viejo Jerez, por sus barrios y
calles más históricas es toparse de bruces con el reverso, con la negación de
su pasado mejor; nos encontramos con la ciudad que se desmorona, que se derrumba,
que desaparece poco a poco, ¡que se cae! Aún estamos a tiempo de mantenerlo en
pie, de ayudar entre todos a ese viejo Jerez que se nos va al suelo y no sabe
donde agarrarse.
(Artículo que publiqué el pasado domingo 26 de julio de 2015 en INFORMACIÓN JEREZ y al día siguiente en VIVA JEREZ)
Artículo publicada en la pasada década de los setenta en Diario de Cádiz y al que se hace referencia en esta entrada. |
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