jueves, 19 de julio de 2018

PIROPOS


 
 
 Francisco José Ragel García (Martín Ferrador) fue un insigne erudito, escritor, periodista y abogado jerezano, que además de Juez, fue conservador de la Biblioteca Pública Municipal y Cronista oficial de Jerez. En 1929 escribió un precioso “Elogio a la ciudad” donde definió, de forma exquisita, todo un mosaico de alabanzas a la ciudad de Jerez de la Frontera. Como remate final habló de la mujer jerezana: “¿Qué hemos de decir de ella que de todos no sea sabido? Es andaluza y como a tal puede cuadrarle lo que de las garridas hijas de la Bética, dicen tantos y tantos escritos; aunque parece consignar una observación exclusiva de la mujer de Jerez; la que lo mismo la alta que la baja, de cierto aire al par gracioso y distinguido que la marca por señora. Ocasión es esta en que lamento que mi pobreza literaria no me consienta describir en acabadas estrofas a la mujer de nuestra tierra, con todo su empaque señorial y donairoso; por eso traigo en mi auxilio el cálido elogio que, abrevando en el sentir arrebatado del pueblo, bebiendo sinceridad, lograron urdir ciertos ingenios: Cuando va una jerezana/ sal y gracia derramando,/ todos los corazoncitos/ detrás se lo va llevando./ Yo he visto un santo de piedra/ volverse, para mirar/ la gracia que una jerezana/ iba dejando al andar./ Jerezanilla morena/ la de los ojitos negros/ recoge mis suspiritos/ que para ti lleva el viento”.

Estos piropos a la mujer jerezana, dichos en la vía pública, no sé cómo serían considerados hoy después de la polémica que se ha levantado tras el texto presentado por Podemos al Congreso de los Diputados en el que se propone introducir un nuevo artículo en el Código Penal, que contemple que “será castigado con pena de multa de 3 a 9 meses o trabajos en beneficio de la comunidad de 31 a 50 días el que se dirija a una persona en la vía pública con proposiciones, comportamientos o presiones de carácter sexual o  sexista que, sin llegar a construir trato degradante ni atentado contra la libertad sexual, creen para la víctima una situación intimidatoria”  

              El piropo es el elogio de la cualidad de una persona y, como algún articulista ha señalado, puede resultar inoportuno o incómodo, pero no es eso lo que Podemos parece pretender castigar. Es el acoso en la calle, que es otra cosa. La presión que, bajo la apariencia de elogiar su cuerpo, busca y consigue que se sienta intimidada.

 Es cierto  que nadie tiene derecho a hacer comentarios que no son bienvenidos pero englobar, como se ha dicho, todos los piropos en ese acoso es, como menos, disparatado.

Hay otro tipo de acoso, en muchos casos más agresivo y, a veces, también más permisivo por los propios políticos, recordemos los escraches, los piquetes intimidatorios, las presiones entre poderes y partidos, algunas actuaciones independentistas, los acoso de la prensa y en las redes sociales. Es más, como ya alguien ha recordado, ¿qué ocurre si quien incurre en esos comentarios desagradables es, por ejemplo, un rapero? ¿Y si alega que, aunque a ti pueda ofenderte, es una forma libre de expresarse? ¿Es libertad de expresión decirle cualquier cosa a una mujer en la calle si hace cantando?  ¿En ese caso “sí se puede”?

Como Martín Ferrador hagamos del piropo poesía y del acoso y la ofenda, sea como sea, una condena unánime.

 
            (Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 15 de julio de 2018 y al día siguiente en VIVA JEREZ)


Publicación de Martín Ferrador en una revista de principios del siglo XX

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