Existe
en Jerez una calle, del popular barrio de San Miguel, amplia pero con cierto
duende y embrujo, que desde 1511 aparece ya en los padrones de la Moneda forera
con el nombre de Empedrada. El ilustre archivero municipal Agustín Muñoz y
Gómez, en su emblemática obra sobre las calles y plazas de Xerez de la
Frontera, al referirse a esta calle dice textualmente: “Por el cognomen
especial de esta calle, se ve que precedió a otras, aún del centro de la ciudad,
en tan útil reforma; obra sin duda de los vecinos de la calle, pues no consta
acuerdo capitular sobre ello”. Lo que deducimos que fueron los propios vecinos
los que optaron por ser ellos mismos los que la empedraran.
Esta
semana hemos conocido que el Ayuntamiento de Jerez tiene decidido ya el
asfaltar en su totalidad la plaza Esteve y las calle Corredera, Santa María y
Cerrón, pese a las críticas que ha desatado el anuncio de esta medida entre
vecinos, expertos en Patrimonio, urbanistas y políticos y la campaña de
movilización surgida en las redes sociales. Una medida que ya se llevó a cabo
en la reciente remodelación de la plaza de las Angustias y que también fue muy
criticada.
En muchas ciudades el empedrado público
de las calles y avenidas está protegido, por considerarlo integrante del Patrimonio Arquitectónico y Cultural
de la ciudad, debido a su relevancia histórica y con el objetivo de evitar
afectar o destruir el valor cultural que representa. Según se establece por ley,
en algunos lugares, estas vías urbanas deben conservarse en su estado
originario y no podrán ser cambiadas por asfalto u hormigón. Porque la misma
ley interpreta que el adoquinado acepta reparaciones en caso de deterioro, que
deben hacerse evitando parches o capas asfálticas, recolocando las piezas
necesarias con personal capacitado y utilizando materiales apropiados para su
conservación en el estado primitivo.
Entre las
ventajas del uso de pavimento de adoquines los expertos afirman que, además de
ser un material sustentable, posibilita la reutilización y permite colocarlos
nuevamente en forma simple y económica cuando se requiera reparar cualquier
conexión subterránea y/o corregir desnivelaciones sin provocar parches en el
pavimento. Posibilita también la habilitación al tránsito inmediatamente
después de su colocación y la absorción de agua de lluvia, evitando la
impermeabilización del suelo, tan perjudicial en caso de inundaciones. Está
comprobada la durabilidad del adoquinado cuando se coloca adecuadamente con
buena adherencia, su elevada resistencia al desgaste y excelentes cualidades
reflectantes de la luz. El adoquinado soporta cargas muy altas y limita la
velocidad de circulación, debido a que presenta una rugosidad superficial.
Además de todo ello el adoquinado tiene una vida útil superior a otras
alternativas de pavimento urbano. Según estudios realizados un pavimento bien
adoquinado supera los 80 años, uno de hormigón entre 30 y 40 años y uno de capa
asfáltica entre 7 y 10 años. Para asegurar esta durabilidad, es
fundamental que se use material de calidad reconocida, que se monte sobre una
subbase adecuada y que se usen bloques apropiados para el tránsito que deban
tolerar.
No se equivocaron los vecinos de la jerezana calle
Empedrada cuando optaron, ellos mismos, por darle “tan útil reforma” al lugar
donde vivían. Un empedrado o adoquinado que forma parte del patrimonio local y
ahora, en pleno centro de Jerez, va a quedar sepultado, por una nueva “marea negra”.
(Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 21 de domingo de 2018 y al día siguiente en VIVA JEREZ)
Foto del ayer de la calle Empedrada con su característico pavimento que le da nombre. |
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