EN LAS VÍSPERAS DE LA FESTIVIDAD DE NTRA. SRA. DE LORETO
La jerezana calle de los Bizcocheros
es la arteria principal del castizo barrio de San Pedro. Es la aorta de una
antigua collación que une la Albarizuela con el centro de la ciudad, tiene varios
ramales que, como venas, vienen a confluir en ese conducto principal que aúna a
todo el barrio en torno a la iglesia del Apóstol Papa, a esa iglesia escondida
en el centro de Jerez, como diría el recordado poeta León Manjón.
Bizcocheros fue camino de cementerio
cuando los judíos situaron su osario en la Albarizuela, fue frontera entre
huertas dominicas y franciscanas, y fue lugar de labor de los trabajadores de
los hornos del Guadalete, aquellos que proveían de bizcochos a la Armada y cuyo
intendente era aquel caballero veinticuatro Pedro Fernández de Leyguardia quien
fundara a principios del siglo XVII el convento de los Descalzos, cuya iglesia,
hoy parroquia, fue en tiempos filial de la de San Pedro.
La calle Bizcocheros ya se cita en el
padrón municipal de 1550, es por lo tanto una de las calles más antiguas de la
ciudad y por lo tanto una de las de más historia. En esta calle nacieron
personajes importantes como el cardenal Herrero, arzobispo de Valencia y
cardenal de León XIII, destacado prelado, hispanista, jurista y literato jerezano,
cuya generosidad con nuestra ciudad aún no ha sido suficientemente reconocida;
o María de Xerez otra poetisa y escritora gran defensora de las cosas de
nuestra tierra. La calle Bizcocheros es fiel testimonio de un barrio por el que
corre jerezanía por sus venas, barrio de afamados toreros, cantaores y guitarristas,
de poetas y santas mujeres, de algarabías infantiles y noches de ensueños entre
visillos de señoriales cierros o patios de puro sabor andaluz.
Y en medio de tanta historia y tanto
casticismo la fachada de su decimonónico templo, aquel que levantara un
inquieto párroco de San Miguel, Ramón Álvarez de Palma, para atender a este sector
de su feligresía tan alejada de la iglesia del Arcángel.
San Pedro es el corazón de Bizcocheros
y el de todo el barrio, allí concurre la sangre de las devociones y el palpitar
de sus vecinos, porque allí está el motor que hace bombear la devoción de sus
feligreses, la Virgen de Loreto. Esa Virgen que, según cuentan los antiguos del
lugar, llegase un día a esta iglesia desde el cercano palacio del Marqués de
Villamarta donde presidía su recoleta capilla y donde fue depositaria de las
oraciones de la nobleza jerezana. De la dolorosa de San Pedro hay quienes
defienden que, al igual que es patrona de la Aviación por su advocación de Loreto,
debe ser también denominada como patrona de la nobleza jerezana por su historia
vinculada a los Dávila y a los Grandallanas, apellidos que se pierden en los
anales más sobresalientes de nuestra historia local. Cuántos nobles jerezanos
acudirían a esa renacentista mansión, de la calle Larga para compartir eventos
religiosos de los Villamarta en su señorial oratorio y ante tan sublime imagen
de la Madre de Dios.
Cuantas oraciones se depositarían ante
esa imagen que hoy, cargada de historia, reina en San Pedro. La misma devoción
que la acogió cuando su traslado al templo parroquial e hizo llenar de exvotos
su altar y la misma devoción que hizo que hace más de medio siglo se creara una
hermandad para que nunca le faltara el culto a tan señera y celestial dolorosa.
Mañana es la fiesta de la Virgen de Loreto,
y mañana palpitará con fuerza el corazón de Bizcocheros, porque junto a la
historia y la devoción, habrá un sentimiento común de veneración a una Virgen, con
cara de emperatriz, que ha hecho posible que los tiempos pasen, que las
personas cambien, que las mentalidades sean otras, pero que su atractivo sea el
mismo, el mismo que veneró su pena entre nobles blasones y el mismo que hoy se
viste de fiesta cada 10 de diciembre, porque el llanto de una madre, como el de
esta Madre de Loreto, vuelca la historia y vuelca el corazón.
(Artículo publicado en Información Jerez el 9 de diciembre de 2006, vísperas de la festividad de la Virgen de Loreto)
El recordado párroco D. José Rodríguez, en el corazón de la calle Bizcocheros, ante el templo de San Pedro un día antes de la reapertura tras su reconstrucción. |
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