Poseedor
de una naturaleza generosa, el apóstol Santiago predicó la palabra de Dios con
tal celo y valentía que levantó las furias de todos los que odiaban a Nuestro
Señor y a su Iglesia. Cuanto más le perseguían, más ardientemente y en alta
voz, predicaba. Algunos decían que tenía una voz poderosa. Recibió de Cristo el
nombre “Bonaerges”, significando “hijo del trueno”, por su impetuosidad. Pues
bien, en Jerez hay una iglesia que lleva su nombre, donde su voz está callada
desde hace demasiado tiempo, un templo que para sí quisieran muchas diócesis
tenerla por catedral, un recinto que acogió a Dios, en un hermoso Sagrario, una
casa para recibir a todos los que buscaban a Cristo para pedirle y suplicarle,
un lugar para grandes fastos y también, para sentidas despedidas. Allí estaba
Dios y Jesús preso, muerto y crucificado, junto a la paz, el desamparo y el
dulce nombre de María.
Dicen
los vecinos del barrio que desde hace ya demasiados años por aquellos caminos
del extramuro jerezano que, desamparados de la muralla, se hicieron con agua,
viento y frío, por Navidad se canta ¡A la gloria! y a su bendita Mare Victoria,
la misma que un día le levantaron un templo los frailes mínimos. En el templo
de Santiago daban posada al mismo Niño de Dios para que por Semana Santa
llenara de sentimientos cofrades y rojiblancos los rincones del barrio, de
negros lutos de muerte la madrugada y de sones sacramentales por Pascua. Pero
aquel portal se cerró como tantas casas del barrio que tuvieron que clausurarse
por el paso del tiempo y la marcha de sus vecinos a nuevas zonas. La voz de
Santiago volvió, una vez más a silenciarse, permaneciendo callada desde
entonces.
Cada
Navidad los vecinos se vuelven a reunir junto a una candela, como aquellos
pastores que vieron un ángel anunciando la buena nueva, buena como la muerte de
Cristo y nueva como la calle de los corrales de vecinos y de los bronces
gitanos. Y lo hacen junto a ese portal abandonado y expoliado que es hoy la
iglesia de Santiago de Jerez, cantando una y otra vez aquellas coplas de “El
Gloria”: “Si tu traes dinero toda la casa es tuya pero si no lo traes no hay
posada ninguna”. Mientras que, muy cerca de allí, en la casa de la Mare
Victoria, en “la vitoria”, como dicen la gente de allí, un apóstol impaciente
llamado Santiago, triste y afligido pero con mucha fe, espera la llegada, un
año más, del Niño Dios, con su casa cerrada .
Otro Santiago llamado “El Menor” en una de sus cartas nos dice: “Hermanos
míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá
la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen
necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en
paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el
cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también
la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma". (Santiago 2:1-17). Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida
del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra,
aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened
también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del
Señor se acerca". (Santiago 5:1-8).
Santiago está pidiendo ya a gritos que el “hijo del trueno” interceda por
su templo para que el próximo año su voz poderosa haga posible la reapertura. Tengamos
fe en ello pero, como dice el otro Santiago en sus cartas, solo con la fe no se
salva, necesita obras si no quiere morirse en sí misma. Que la venida del Señor
afirme los corazones y, entre otras cosas, el viejo Santiago gane para Jerez
esta nueva batalla. Feliz Navidad.
(Artículo publicado en Información Jerez el pasado domingo 23 de diciembre de 2012 y ayer en VIVA JEREZ)
Procesión Eucarística de la Hermandad Sacramental de Santiago a mediados del pasado siglo XX. |
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