Joaquín Sabina, genio y
figura, luce en su Gira Vinagre y Rosas, una camiseta que habla por sí sola:
“La cosa está muy mala”.
Un
grupo de historiadores económicos, coordinado por Enrique Llopis, catedrático
de la Universidad Complutense ha publicado en un periódico de tirada nacional
una colección de siete artículos sobre la historia de las crisis económicas en
España, arranca al final de la Edad Media para emerger en la Gran Recesión. En
este apretado recorrido por grandes crisis económicas, los historiadores se
adentran en el siglo XVII, en el funesto inicio del siglo XIX, en las réplicas
de la Gran Depresión en la década de 1930, en la primera etapa del franquismo o
en los años setenta del siglo pasado, donde confluyeron la crisis internacional
del petróleo y los necesarios ajustes internos simbolizados en los Pactos de la
Moncloa. Un amplio recorrido que, de principio, descarta que este sea un
ejercicio de comparación con los motivos y las consecuencias de la crisis
actual. Muchas crisis económicas se aceleraban por devastadoras guerras o
epidemias calamitosas; otras se dilataban por décadas de estancamiento. No hay
comparación posible, tampoco, en los efectos de una recesión, que antes
disparaba la mortandad y la hambruna y que hoy son otros los intereses y las
circunstancias que la han motivado. Las crisis económicas, por tanto, no es
nada nuevo-
Centrándonos
en nuestra ciudad podemos recordar que en 1873 corrían, también, malos tiempos
y el periódico El Guadalete anuncia
una lista de prendas de vestir que habían sido empeñadas, para pública subasta,
con precios que oscilan entre los 12 y los 200 reales de vellón. Era el
comienzo del Monte de Piedad en Jerez que había iniciado su andadura en 1862.
Durante años el Monte de Piedad fue el último recurso cuando la crisis afectaba
a los bolsillos, un lugar para depositar bienes propios a cambio de ciertas
cantidades económicas que perdían si no eran devueltas en el plazo establecido.
El
otro día leía en un blog una opinión en el que su autor se sorprendía al ver la
calma que reina en este país. Salvo casos aislados de indignados el resto de la
gente sigue con su vida, aguantando paro, subidas de impuestos, reformas
laborales brutales, aumento de precios, merma en la calidad de los servicios
públicos, y un larguísimo etcétera. Los parados siguen capeando la situación,
la mayoría ajenos a que los responsables de su situación son una serie de
intereses financieros y políticos que han llevado a la ruina a la economía
mundial, y que ellos son sus víctimas. Callan, aguantan, buscan trabajo,
farfullan que la cosa está muy mal y, como mucho, cuando llegan las elecciones,
votan al otro gran partido esperando que arregle lo que el que estaba antes ha
estropeado o no ha sabido solucionar durante sus años de mandato. Extraña que
aún no se haya dado el paso definitivo en la creación de una fuerte asociación
nacional de parados, una institución completamente libre e independiente, que
aglutine a todas los desempleados de España. Con 5 millones, más las personas
que dependieran de ellos, constituiría un auténtico ejército que, organizados y
pasando de políticos, sindicatos y de todo aquel que lo quiera manejar fuese
capaz de hacer temblar al gobierno más confiado, a las empresas más poderosas y
de buscar esas soluciones para sus problemas que parecen que otros se ven
incapaces de encontrar.
La cosa está muy mala, pues a grandes males,
grandes remedios. Cada ciclo de la historia nos enseña como combatir los malos
tiempos. Las crisis económicas, con sus historias y sus causantes, obliga a
muchas cosas y casi ninguna buena. Tan mala está la cosa que hay quienes siguen
viviendo muy bien, a pesar de la crisis, mientras otros pasan hambre.
(Artículo publicado en Información Jerez el pasado domingo 15 de julio de 2012 y al día siguiente en VIVA JEREZ)
Fachada del "Cabildo Viejo" donde, en tiempo, estuvo ubicada la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Jerez. |
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