Comenzamos
la semana con sonidos de campanas, campanas de la iglesia de Santiago que
llevaban una década calladas y que anunciaron que, en unos meses, se abrirá un
templo qué más quisieran tenerlo como catedral muchas diócesis del mundo y que
ha sido el símbolo de un barrio de arte y de fama más allá de nuestras
fronteras.
Sin
lugar a dudas, cerrando los ojos y poniendo un poco de voluntad, todos somos capaces
de evadirnos escuchando sonidos, simplemente, porque la vibración es una fuente
primitiva de vida. En ocasiones, las melodías proceden de un instrumento
construido a partir de elementos cedidos por la Madre Naturaleza y en otras el
produ
Tanto
la historia de las campanas, como la historia de otros instrumentos es confusa,
los italianos dicen que ellos las han creado, y que su nombre proviene de la
Campania italiana, pero esto no es tan así, ya que en la China oriental ya se
la había estado usando desde hace 4000 años, además está demostrado que en las
ceremonias funerarias eran también usadas por los egipcios, y en la India, eran
utilizadas en las liturgias dirigidas a sus dioses. A partir del siglo VI se la
comenzó a utilizar en las iglesias de Europa.
En
las campanas de Santiago hay mucho de la historia de nuestra ciudad, en sus
sonidos de bronce vibran los sentimientos de cuantos vecinos consideraron a este
templo como algo suyo, algo unido a su propia vida. Cuando el lunes volvieron a
sonar esas campanas santiagueras volaron en sus notas cantes puros de casas de
vecinos del barrio, de calle Nueva, Cantarería, la Sangre y la Merced; la voz
del Padre Corona con sus pobres y necesitados, las saetas al Prendimiento o al
Cristo de la Buena Muerte, las oraciones de los Álvarez-Beigbeder, los sones
Sacramentales de aquellas procesiones Eucarísticas, los rezos del Asilo y los
cantos infantiles del Carmen Benítez. Con las campanas de Santiago sonaron
muchas cosas el pasado lunes.
Los expertos aseguran que las campanas tenían
una composición exacta para su construcción, pero más de una vez los
fundidores, guiados por alquimistas, magos y sacerdotes, alteraban esa
composición dejando así lugar a la magia, surgiendo campanas con poderes muy especiales.
Como estas campanas de Santiago que suenan a bulería y a golpes de fragua, con
esa magia especial que solo su barrio sabe ofrecer.
Una leyenda cuenta que alguna vez una campana
provocaba afectos alucinógenos a todo aquel que las escuchara, esto se debía a
la vibración que producía. Las campanas también han sido utilizadas para
ahuyentar de los caminos a los espíritus malignos. Ojalá estas campanas que,
desde el pasado lunes, han vuelto a sonar ahuyenten no solo el mal fario que
parece que cayó sobre Santiago hace siglos sino que también, con su magia,
llene de vida a todo su barrio y con él se siga llenando de arte y de
vibraciones a Jerez entero.
(Artículo que publiqué el pasado domingo 24 de mayo de 2015 en INFORMACIÓN JEREZ y el martes siguiente en VIVA JEREZ).
Postal añeja de la fachada de la iglesia de Santiago. |
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