Recordando al virtuoso violinista jerezano José Martínez Carmen en el 125 aniversario de su nacimiento.
Ocurrió en París, en una calle céntrica aunque secundaria. Un hombre, sucio y maloliente tocaba un viejo violín. Frente a él y sobre el suelo estaba su boina, con la esperanza de que los transeúntes se apiadaran de su condición y le arrojaran algunas monedas para llevar a casa. El pobre hombre trataba de sacar una melodía, pero era imposible identificarla debido a lo desafinado del instrumento y a la forma displicente y aburrida con que tocaba. Un famoso concertista, que junto con su esposa y unos amigos salía de un teatro cercano, pasó frente al mendigo musical. Todos arrugaron la cara al oír aquellos sonidos tan discordantes. Y no pudieron menos que reír de buena gana. La esposa le pidió, al concertista, que tocara algo. El hombre echó una mirada a las pocas monedas en el interior de la boina del mendigo, y decidió hacer algo. Le pidió el violín, y el mendigo musical se lo prestó con cierto resquemor.
Lo primero que hizo el concertista fue afinar sus cuerdas. Y después, vigorosamente y con gran maestría arrancó una melodía fascinante del viejo instrumento. Los amigos comenzaron a aplaudir y los transeúntes comenzaron a arremolinarse para ver el improvisado espectáculo. Al escuchar la música, la gente de la cercana calle principal acudió también y pronto había una pequeña multitud escuchando asombrada el extraño concierto. La boina se llenó no solamente de monedas, sino de muchos billetes. El mendigo musical estaba aún más feliz de ver lo que ocurría y no cesaba de dar saltos de contento y repetir orgulloso a todos:” ¡¡Ese es mi violín!! ¡¡Ese es mi violín!!”. Lo cual, por supuesto, era rigurosamente cierto.
Algo de esto es lo que hoy estamos viendo con nuestros gobernantes, tenemos un país rico en todo, en historia, en monumentalidad, en belleza, en la variedad de sus tierras y regiones, en su lenguaje, en sus costumbres y tradiciones, y sobre todo en sus gentes. España es única, admirada y admirable, una nación que no merece el trato tan desafinado que se le está dando y que todos pudimos oír esta pasada semana en la sesión de investidura del nuevo presidente del gobierno. Los parlamentarios intenta estos días sacar una melodía pero lo desafinado de los instrumentos que tienen ahora a mano no lo permite, solo es necesario que un buen concertista vigorosamente y con gran maestría afine las cuerdas y llene de fascinantes conciertos los rincones de la vieja España.
La vida nos da a todos también un violín, que son nuestros conocimientos, habilidades y aptitudes. Y tenemos libertad para tocar ese violín como nos plazca. Algunos, por pereza, ni siquiera afinan ese violín. No perciben que hay que prepararse, aprender, desarrollar habilidades y mejorar constantemente nuestras aptitudes si hemos de dar un buen concierto. Pretenden una boina llena de dinero, y lo que entregan es una discordante melodía. Los españoles en general estamos a la espera de que nos llegue quien sepa tocar esos instrumentos democráticos que tienen a su disposición y que hasta ahora solo han sabido tocar para desafinar. Hoy, al igual que aquel pobre hombre de París, es necesario poder llenar las boinas de nuestra tierra de monedas y dar saltos de contento repitiendo orgullosos ¡¡Esta es nuestra España!! ¡¡Esta es nuestra España!!
(Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 6 de marzo de 2016 y al día siguiente en VIVA JEREZ )
El prestigioso violinista jerezano José Martínez Carmen |
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