Nos acercamos a un nuevo Miércoles de Ceniza, comienzo del tiempo litúrgico de la Cuaresma, tiempo para muchos momentos, para los católicos es tiempo de conversión, tiempo de encuentro y tiempo de preparación y espera para lo que en 40 días se vivirá en nuestras calles y templos. Nuestras hermandades y cofradías empiezan a trabajar sin descanso, las Casas de Hermandad adquieren más actividad, en los templos se celebran los Triduos y Quinarios, los domingos empezarán a ser distintos con gentes de un lado para otro visitando besapiés y besamanos, las cuadrillas de costaleros darán vida a la quietud de las frías noches de ensayos, sonará música procesional y el olor a incienso empezará a escaparse por los canceles, la instalación de los palcos, los carteles, los pregones y conciertos, la primavera se acerca y la ciudad un año más prepara con ahínco los días de la Pasión, Muerte y Resurrección. La vida tiende a acortarse a partir de ahora y las noches son compañeras inevitables de las horas de la vigilia, de la espera, de las vísperas. Son días de disfrutar en el interior de la hermandad, de compartir, de cambiar opiniones y pareceres, de hacer proyectos y de dejar que duerman los sentidos. Jornadas de ilusiones y de sentimientos punzantes a flor de piel. De revivir lo esperado, de esperar lo vivido, de singulares espacios perdidos entre la realidad y el sueño; de volver a coger los aromas y aprisionarlos en el interior del alma.
Y mientras todo esto suceda la actualidad de la nación sigue acaparando portadas y noticiarios con un periodo, también, de un mes aproximadamente, que se abre para la política nacional con un tiempo de encuentros, preparación y esperas. Un tiempo de trabajo sin descanso, de mayor actividad política, de gentes de un lado para otro. Tiempo para compartir programas y proyectos, de cambiar opiniones y pareceres, de hacer propuestas y de singulares espacios. También en esta Cuaresma política en la que se ha visto sumergida España han surgido los morados, color tan unido a este tiempo, los capataces con sus cuadrillas que separan y que unen, los comités federales que hacen las veces de cabildo de oficiales conflictivos, los retranqueos para que nada se mueva, las “izquierdas alante y las derechas atrás”, las peleas por un buen palco o un sillón de gobierno, las mesas de control, los “Tos por igual” y los “No correr”, incluso los “pulsos aliviaos” para no dañar lo que está a punto de romperse o simplemente puede interesar. En esta Cuaresma política a nivel nacional que estamos viviendo, donde no hay nada claro ni siquiera un recorrido común con horarios e itinerarios ya prefijados, nadie sabe donde hay que hacer estación porque, en el peor de los casos hasta puede que haya que empezar de nuevo sin haber formado aún el cortejo para poder procesionar.
La situación política actual es como una especie de Cuaresma, un periodo de espera con la diferencia de que en uno de los casos si sabemos cómo termina y en el otro es pura incertidumbre. La Cuaresma es un tiempo para despertar a la realidad que vivimos; para reconocer las situaciones que claman justicia, solidaridad, ayuda, cercanía, compañía…Tiempo de encuentro. Esperemos que, al final, estos días que llegan, sirvan para que quienes nos tienen que gobernar se entiendan y entiendan todo esto.
(Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 7 de febrero de 2016 y al día siguiente en VIVA JEREZ )
Estampa tradicional de la Cuaresma jerezana. Las colas para el besapiés del Señor de las Tres Caídas cada primer Viernes de marzo. |
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