EN LA FIESTA DE LA PATRONA DE JEREZ
Ayer entramos en el otoño, se acabó el verano en el calendario pero no en lo que a la temperatura se refiere, aquí en el sur difícilmente nos encontramos en aquello que solemos llamar el entretiempo porque cuando menos nos demos cuentas ya estaremos rebuscando en el armario la ropa de abrigo aún sin habernos despejado del todo de las chanclas y las mangas cortas. Pero el otoño ha llegado y con él la vendimia jerezana y el día de la patrona, la Virgen de la Merced. En su fiesta estamos, en un día que volverá a llenar Jerez de olores a nardos y de sonidos procesionales ante la Virgen morena que pierde su historia en los anales más remotos de la ciudad.
Es la Virgen del otoño jerezano porque a su paso van cayendo esas hojas de la historia del propio Jerez. Saldrá la Virgen y con las vibraciones de la música procesional comenzará a llenarse de hojas el suelo de Ancha y Porvera y en esos pétalos irá parte de la historia de Jerez. Desde que en 1268 fuese descubierta su imagen en un horno de coser tejas y ladrillos, cuando se estaban realizando las excavaciones necesarias para la construcción del convento, han sido siglos de vinculación que hoy sería imposible redactar una historia de Jerez sin que al mismo tiempo no se hable de ella. Fue en el año 1400 cuando se adoptan los primero acuerdos municipales referentes a la Virgen de la Merced, llegando a más de 230 al inicio de la nueva etapa democrática, lo que nos da idea de la estrecha relación del Ayuntamiento de la ciudad con su patrona en todas la épocas. Volviendo hoy a renovar aquel voto de 1600, cuando la inmensa lluvia que cayó mientras la Virgen se encontraba en la catedral en rogativas por el líquido elemento vino a salvar una cosecha que se daba por perdida irremisiblemente y que, según el acuerdo municipal, fue tanto el beneficio que no se recordaba otra igual en años anteriores.
La Virgen llega en un otoño jerezano no exento de problemas pero, como siempre, vendrá a poner en tantos corazones devotos un rayo de esperanza ante los males y desasosiegos como nos azotan, vendrá como el calor del verano que aún perdura y nos reconforta en esas noches que empiezan a refrescar, vendrá como esa luz que se nos pierde en días cada vez más breves, como las chispas del ascua de los puestos de castañas cuando la negrura de la noche lo domina todo. Ella sale en un otoño recién estrenado cuando aún el invierno está lejano, sale al mismo tiempo que el nuevo mosto recorre la piquera con un mensaje de vida nueva, un mosto que, como diría Montero Galvache, “hace de la ciudad una gran bodega de la alegría que toma de su suelo su aroma y yéndose al cielo se lo regala a María”. Es la Madre de los jerezanos y de los campos en flor, como esas madres que se afanan en estos días para que nada les falte a sus hijos en su vuelta a la cotidianidad, a sus colegios, a sus trabajos, a su ritmo habitual.
Madre jerezana, paradigma de un otoño de siglos que muere por diciembre y resucita por septiembre, que abre y cierra etapas, que nos dice, como el poeta, que todo pasa y todo llega pero lo nuestro es pasar. Pasará la Virgen esta tarde entre flores y estandartes y pasará también ante nosotros olvidando nuestra humilde pequeñez. Pasará la Virgen de otoño para volver a ser, como este año, la Señora de la primavera, en donde todo rebrota, de donde se libera todo lo cautivo, donde renace lo que parece imposible, la luz en el rostro moreno de la vida.
Esta noche cuando se cierren las puertas de la basílica, con ella se cerrará parte del Jerez intramuros de nuestra rica historia a la espera de que de nuevo, cuando ya la fecha del calendario sea otra, se vuelvan a abrir para seguir escribiendo una nueva página del Jerez de siempre y mientras tanto, en este entretiempo, recordando el himno de su Coronación, acepta Señora, con mirada amiga, rendidos de amor a tus pies, el racimo, la flor y la espiga que te ofrece cada otoño, Jerez.
(Artículo publicado en Información Jerez el sábado 24 de septiembre de 2011. Festividad de la Merced)
La Virgen de la Merced, en el otoño jerezano y como cada 24 de septiembre, antes de enfilar la calle Ancha camino del centro de la ciudad. La foto es de mediados del pasado siglo XX. |
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