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jueves, 13 de febrero de 2020

UN SOLAR CON HISTORIA




El Ayuntamiento jerezano acaba de dar luz verde a la construcción de pisos en el solar de la antigua sede del Obispado de Asidonia-Jerez en la calle Eguiluz.

Esta céntrica calle que une dos plazas emblemáticas y hermosas de la ciudad, como son  el Mamelón y la plaza Aladro, lleva desde 1852 el nombre de aquel alcalde, José de Eguiluz, que tanto luchó para la urbanización y embellecimiento de la ciudad. Cuentan que en abril de 1787 José de Eguiluz toma el cargo de Corregidor de Jerez y, desde comienzos de su mandato, deja clara su voluntad de que hubiese escuelas, caminos  y paseos, de acuerdo con el espíritu ilustrado de la época. Las primeras iniciativas en materia de urbanismo e higiene no se hicieron esperar; al año siguiente ya hay proyectos de limpieza y adecentamiento de los solares próximos al Alcázar y del camino de entrada a Jerez desde "los Puertos" y a ésta primera actuación le siguieron otras muchas de mejoras en aquel Jerez de finales del siglo XVIII y principios del XIX.

La calle estaba antes rotulada como la del Molino del Judío, por aquella leyenda que cuenta como en la esquina de la calle Zaragoza con la de Santa Rosa, en la zona conocida como las Atarazanas, existió una antigua posada, puede que hasta con su molino interior. De aquel mesón era dueño un judío, descendiente de aquellos otros que un día poblaron la cercana judería jerezana, el cual terminó sus días ajusticiado por la ley, acusado del asesinato del amante de su hija que apareció descuartizado en el fondo de un pozo.

La  antigua calle Molino del Judío fue en el siglo XVIII ennobleciéndose con grandes casonas y sus correspondientes bodegas. Con el paso de los años uno de esos palacetes, concretamente el que ostentaba el número 8, es adquirido por Francisco Ivison Ó´Neale, reputado químico que impulsó con éxito el desarrollo enológico del vino y el brandy de Jerez, quien en 1880 realizó el primer embarque de brandy embotellado en origen bajo la denominación 'La Marque Speciale'. Francisco Ivison instaló en aquella casa, en una de las salas, su gran laboratorio y en otra su valiosa colección de porcelana china. A su fallecimiento, hereda la casa Mariana Ivison y Sánchez-Romate, siendo ella quien lo vendiera en los años 60 del pasado siglo XX al arzobispado hispalense para sede de la vicaría del entonces obispo auxiliar de Sevilla y vicario de Jerez Monseñor José María Cirarda Lachiondo.

Aquel antiguo palacete, de noble fachada de piedra y suntuosa decoración interior, fue derribado  para levantar un funcional edificio, obra del arquitecto Fernando de la Cuadra, que sirvió como sede del Obispado de Asidonia-Jerez hasta su traslado en 2005 al palacio de Bertemati. En 2007 el edificio de Fernando de la Cuadra fue derribado para dejar un desolado solar  abandonado durante años.

Ahora será un nuevo edificio, acorde con los tiempos que vivimos. Un edificio que se anuncia como de 5 estrellas, con viviendas que responden a los más altos estándares de calidad y exclusividad. 27 pisos de obra nueva de 2, 3 y 4 dormitorios, garaje, trastero, piscina en la azotea, amplio patio de uso privado y un espacio extra para disfrute de sus inquilinos. Un lujo muy distinto al que tuvo aquel palacete que se edificó en un solar que ahora abre un nuevo capítulo de su historia. 
(Artículo que publiqué en VIVA JEREZ  el pasado lunes 10 de febrero de 2020)
 
 
Artículo sobre D. Francisco Yvison y O´Neale
 

 

 

jueves, 24 de octubre de 2019

CATALANES EN JEREZ




Debido al ambiente tan complicado que se vive  en Cataluña y más concretamente en la capital barcelonesa muchos catalanes han optado por quitarse de en medio y buscar, al igual que vienen haciendo muchas de las empresas que allí se establecieron, otros lugares donde poder vivir tranquilos sin la presión independentista y menos aún sin la violencia que lamentablemente hemos visto estos días.

Entre Jerez y Cataluña ha existido desde siempre una relación fraternal, muchos jerezanos marcharon allí para buscarse el pan y la estabilidad, los mismos que tras finalizar su vida laboral volvieron a su tierra jerezana dejando un trocito de su corazón en aquella región del norte de España. El apellido Catalán aparece en Jerez desde la reconquista y el nombre de Catalanes figura en el callejero jerezano desde 1752, concretamente en la pequeña callejuela que, junto al edificio de la ONCE, tiene su entrada por la popular calle Porvera.

            Algunos jerezanos ilustres vivieron sus últimos días en Barcelona como el aviador Juan Manuel Durán González, tripulante del Plus Ultra, hidroavión que realizó el primer vuelo trasatlántico de la historia; o el almirante Rafael Fernández de Bobadilla y Ragel, pionero de la navegación submarina en España. Catalán de nacimiento era  Adolfo Rodríguez de Rivero recordado archivero, bibliotecario e historiador jerezano. Jerezano fue Fray Domingo Canubio que siendo obispo de Segorbe (Valencia) fue propuesto para arzobispo de Barcelona, cargo que, por su sencillez y humildad, no aceptó. Siendo capitán general de Cataluña nuestro paisano Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, ante la dramática situación política y social en la que estaba sumida la nación española fue llamado por el Rey Alfonso XIII para, tras consultar a su gabinete, encargarle la formación de un gobierno que pusiera orden y estabilidad, nombramiento que contó en un principio con la aprobación de las Cortes Generales y de la inmensa mayoría de la población. Son algunos ejemplos de esa histórica relación de Jerez con Cataluña, una relación que también encontró caldo de cultivo en el negocio del vino.

            Joaquín Luna en un artículo publicado hace un par de años en La Vanguardia de Barcelona titulado Un catalán en Jerez y después de contar algunas experiencias vividas aquí llegaba a la siguiente conclusión : “He estado 72 horas en Jerez de la Frontera. ¡Qué gente! ¡Qué cosas ve uno! ¡Qué manera de vivir! Yo les cuento el panorama y juzgan. La gente de Jerez de la Frontera no es rara, es rarísima. Llega la feria y se visten de señoritos, pero no de señoritos de Sevilla con sus casetas infranqueables. No, aquí son hospitalarios y te dejan entrar libremente, digo yo que para dar envidia. –Catalán, baila una sevillana...Y encima, eso. Primero los jerezanos –y las jerezanas– hacen lo que les da la gana, le sueltan un euro al pobre en lugar de un discurso sobre la regeneración moral, disfrutan de las terrazas sin temor a ordenanzas municipales que enorgullecerían a don Miguel Primo de Rivera y terminan contando a la hora de bailar. Que si el paso dos, que si el paso tres...Jerez nunca será Copenhague”. Afortunadamente, porque Jerez siempre será Jerez con su forma de vivir y con sus virtudes y sus rarezas, porque  los de aquí seguimos orgullosos de ser como somos, un rincón singular de España, la gran nación que nos une a todos los españoles, también, por tanto, a los catalanes.
 
                (Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo  20 de octubre de 2019 y al día siguiente en VIVA JEREZ)
 
La angosta calle Catalanes en una fotografía del ayer.
 

 

jueves, 1 de agosto de 2019

NOCHES VERANIEGAS JEREZANAS





El investigador local y flamencólogo Juan de la Plata dijo en su necrológica sobre Benito Pérez-Barbadillo Rodríguez que  no fue solo un excelente poeta sino también un cultivador del sentimiento popular, expresado muy especialmente a través de su amor al costumbrismo andaluz, en todas sus facetas. Sanluqueño de nacimiento ejerció la abogacía en su ciudad adoptiva, Jerez de la Frontera, a donde se vino a vivir a los nueve años. Manolo Liaño, el recordado periodista, le llamó “Jurispoeta” un apelativo que Benito Pérez aceptó gustosamente y le acompañaría de por vida.   En 1970 fue premiado con la Flor Natural de la Fiesta de la Vendimia Jerezana; siendo galardonado también con el premio periodístico del VIII Concurso Nacional Literario de la Caja de Ahorros de Jerez, convocado con motivo de la Semana del Caballo de 1974. Fue director del programa Tertulia Literaria de Radio Jerez y, a lo largo de su vida pública, pronunció numerosas conferencias, pregones, fue mantenedor de juegos florales y dio brillantes recitales de su propia poesía. Su obra publicada es extensa, iniciada con aquella primera antología poética,  titulada "Adviento de amor" que viera la luz en 1960; dejando inéditos otros muchos trabajos a su fallecimiento.

En 1984 prologa la segunda edición de “Rincones típicos de Jerez” cuyo autor es Diego Campoy y Miró, presidente que fuera del Grupo Literario Sherry. Afirmando que no hay nada más tranquilizante y tranquilizador que pasear en las noches veraniegas por las calles jerezanas, que las calles de Jerez son dignas de recorrer observadoramente en solitaria soledad, es decir, cuando en las noches de agosto se encuentran solitarias, y en soledad silenciosa se discurre por ellas pensativamente, en actitud o ejercicio de “peregrino andante”. Añade que, por el éxodo estival, las calles de Jerez se disfrutan más en verano, hay más uso y disfrute personal, menos compartimiento, más soledad pensante. Sentenciando que el mar está muy cerca de Jerez por carretera y Jerez lo suficientemente lejos del mar desde sus calles…para no marearse.  Y acaba diciendo que todo lo que ha dicho no es lo que le habían dicho que tenía decir, sino lo que se le había ocurrido, sin dimes y diretes, una noche cualquiera de agosto por las plácidas calles de Jerez. Genial conclusión como muchas de las genialidades que escondían las poesías de ese jurispoeta sanluqueño-jerezano de tan grata memoria.

Ciertamente es una delicia el pasear por el Jerez intramuros en la época estival, sus estrechas calles, sus recoletas plazoletas y sus bellos rincones son una auténtica explosión para los sentidos. Son calles casi exentas de ruidos, sin apenas bullicios, donde solo la cal de sus casas populares o la noble cantería de emblemáticos y monumentales edificios enmarcan la postal de un Jerez antiguo, quizás menos adaptado a los nuevos tiempos, pero sin duda, más peculiar y genuino.

Las calles jerezanas en general siguen teniendo en época estival ese embrujo del que nos hablaba Benito Pérez, entre solitarias y cautivadoras, entre silentes y evocadoras de tiempos pretéritos. Pasear por ellas en las noches veraniegas jerezanas nos pueden hacer presente esos versos suyos de su poema Bohemio que, con aires lorquianos, hablaba de ese sentimiento popular que le unió a la tierra jerezana y que decía así: “5i me quedo dormido/una noche en la calle /que no me despierte el gallo, /que no me despierte el aire”.
           (Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 28 de julio de 2019 y al día siguiente en VIVA JEREZ)


Portada del libro mencionado en éste artículo

 

martes, 27 de noviembre de 2018

HACIA BELÉN VA


 


En cierta ocasión me comentaron que en la clase política hay una premisa, no escrita, que obliga a tomar las medidas más impopulares a mitad de legislatura y las de mayor calado popular al final, así cuando llegan las elecciones los votantes olvidan todo aquello que no le gustó y se quedan solo con los logros políticos más recientes.

 La recuperación de la jerezana plaza de Belén ha sido uno de esos logros que, tras muchos años de proyectos que han quedado en nada, al final se ha conseguido darle una salida digna para conseguir ese adecentamiento tan solicitado por la ciudadanía. Su reinauguración contó con el anuncio, a bombo y platillo, por parte del Consistorio, de una serie de actividades que darían vida y atractivo a este nuevo espacio público. Esa actividad, que hasta ahora ha sido escasa por no decir nula, parece que cogerá fuerza tras la información municipal de que la renovada plaza Belén será, en este año, un punto obligatorio de la Navidad. El reclamo estará centrado en una enorme bola de Navidad que se ubicará en ese enclave. Más de 12 metros de altura y casi 70.000 puntos de luz conformarán esta gran esfera que ofrecerá a los curiosos un espectáculo de luz de cinco minutos de duración. Una bola que viene y va porque ya el año pasado se pudo ver en Sevilla y, seguramente, el próximo año la veremos en otras poblaciones. Una bola que fue con otras más, las grandes protagonistas de las fiestas navideñas hispalenses  y que hicieron las delicias de niños y mayores.

La historia de la plaza de Belén ha sido un constante ir y venir, un ir y venir de su propia historia, con un monasterio que tuvo mucha vida y dejó de tenerla por causa de la desamortización, un edificio que pasó a ser cárcel y luego quedó abandonado hasta su derribo, posteriormente un colegio volvió a llenar de vida la plaza y quedó vacío tras dejar su función docente, finalmente resultó un solar que lo mismo sirvió de aparcamiento que para hacer crecer todo tipo de vegetación. También la historia nos recuerda un ir y venir de la antigua comisaría de policía que quedó sin vida tras su traslado; un ir y venir de tantos vecinos que habitaron esa antiguas casas, unas nobles y otras populares, y que hoy esperan mejores tiempos; un ir y venir a la desaparecida calle Rompechines, el entonces “barrio chino” de la ciudad, que tanto trasiego tenía solo hace unas décadas. Muchos proyectos que iban y venían, que remendaron plazos que se ponían y se quitaban, algunos mientras los ratones hacían de las suyas y otros “cargados de chocolate” y hasta donde “el chocolatillo” se lo fueron comiendo entre unos y otros.

La remozada plaza de Belén, en la espera de su resurgir como todo el casco histórico jerezano, hará honor a su condición belenista y se dispone a vivir una Navidad distinta. Las luces y las zambombas harán latir de vida un espacio urbano demasiado tiempo olvidado. Cuando Belén sea más Belén que nunca y empiece a sonar allí aquello de: “Hacía Belén va…” que eso sea el punto de partida para que nunca más entren los ratones en este Jerez intramuros que se nos cae de viejo y que, por la desidia de unos y de otros, le están royendo hasta los calzones.  
           (Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 25 de noviembre de 2018 y al día siguiente en VIVA JEREZ)



Desaparecido colegio Luis Vives en la plaza Belén

Antigua cárcel y el fallido proyecto de la Ciudad del Flamenco para la plaza Belén.


 

jueves, 1 de noviembre de 2018

CALLE CONSISTORIO


 


La calle Consistorio de Jerez, de un tiempo a esta parte, es el lugar donde más protestas por metro cuadrado se realizan al año en la ciudad. La última, esta misma semana, protagonizada por más de 300 agentes que secundando la protesta de Jusapol, la asociación integrada por policías nacionales y guardias civiles, han reclamado su equiparación salarial.

Las puertas del Ayuntamiento, en la calle Consistorio, se ha convertido en una prolongación del salón de plenos para acoger a cuantos ciudadanos desean que se le escuche en sus reivindicaciones. Una calle histórica que compite últimamente en cuanto a establecimientos hosteleros se refiere y que, de vez en cuando, se ve en la tesitura de compatibilizar su actividad con toda ese ruido y algarabía que supone esas manifestaciones reivindicativas.

Indagando en la historia podemos conocer que esta calle es el resultado de la demolición de una manzana que ocupaba su espacio central desde las calles Latorre y Remedios hasta la plaza de la Yerba y que dejaba a cada lado dos estrechos callejones. Uno llamado Empedrada de los jubeteros (lo que nos viene a recordar la tradición jerezana de empedrar sus calles) y otro de la Ropahecha por las tiendas de este artículo que allí habían. El trozo de calle que desembocaba en la plaza del Arenal se denominaba de la Puerta Real, nombre que le puso el rey Alfonso X el Sabio, en 1.264. También llevó los nombres de la Caridad, por estar en ella el Hospital de la Santa Caridad; de Niceto Alcalá Zamora, por el primer presidente de la 2ª República Española y de Calvo Sotelo por el político español. Finalmente volvió a recuperar el nombre de Consistorio, rotulada así en 1.840, año en que se trasladó el Ayuntamiento ó Cabildo viejo, que estaba en la Plaza de Escribanos, al edificio del antiguo Hospital de la Caridad. Hoy la calle Consistorio jerezana es el termómetro donde medir los pro y los contras de la ciudad, donde al igual se llegan a acuerdos municipales, se reivindican derechos, que se imparte cultura desde la sede académica de San Dionisio o se degusta los manjares de esta tierra a la sombra de sus frondosos árboles y antiguas fachadas. En el recuerdo quedan ya aquellos negocios que marcaron épocas como el Café Consistorio, el bar Adeli, la droguería de Quirós o Casa Márquez, y tantos otros que hicieron de la calle Consistorio un lugar lleno de vida comercial.

Mientras en algunos lugares de España hay quienes quieren monopolizar la calle para sus propios intereses independentistas la calle Consistorio jerezana ha demostrado que es de tantos que ya lo es de todos, de todos los que respetando las reglas del juego hacen uso de ella, tanto para reivindicar  como para disfrutar del paseo o de la parada en alguna de sus muchas terrazas que han ido llenando esta antigua entrada al Jerez intramuros por la Puerta Real. La obligación de cualquier Ayuntamiento es escuchar la voz de la calle, para solucionar los problemas en el menor tiempo y de la mejor forma posible. La calle Consistorio jerezana se ha convertido, sin ella pretenderlo, en la vocera de tantos como sienten sus derechos silenciados. Ojalá llegase el día en el que los pitos y las bocinas desaparecieran de las puertas de nuestros Ayuntamientos porque será un buen indicador de que muchos de los problemas colectivos habrán desaparecido.  
(Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 28 de octubre de 2018 y al día siguiente en VIVA JEREZ)
 
 
La calle Consistorio en el pasado.
 
Fotografía del ayer de un grupo de jerezanos en la calle Consistorio, justo en el lugar donde se suelen hacer las manifestaciones de protestas frente al Ayuntamiento.

 
 

 

martes, 23 de octubre de 2018

LOOR AL BUEN ADOQUINADO




Existe en Jerez una calle, del popular barrio de San Miguel, amplia pero con cierto duende y embrujo, que desde 1511 aparece ya en los padrones de la Moneda forera con el nombre de Empedrada. El ilustre archivero municipal Agustín Muñoz y Gómez, en su emblemática obra sobre las calles y plazas de Xerez de la Frontera, al referirse a esta calle dice textualmente: “Por el cognomen especial de esta calle, se ve que precedió a otras, aún del centro de la ciudad, en tan útil reforma; obra sin duda de los vecinos de la calle, pues no consta acuerdo capitular sobre ello”. Lo que deducimos que fueron los propios vecinos los que optaron por ser ellos mismos los que la empedraran.

Esta semana hemos conocido que el Ayuntamiento de Jerez tiene decidido ya el asfaltar en su totalidad la plaza Esteve y las calle Corredera, Santa María y Cerrón, pese a las críticas que ha desatado el anuncio de esta medida entre vecinos, expertos en Patrimonio, urbanistas y políticos y la campaña de movilización surgida en las redes sociales. Una medida que ya se llevó a cabo en la reciente remodelación de la plaza de las Angustias y que también fue muy criticada.

            En muchas ciudades el empedrado público de las calles y avenidas está protegido, por considerarlo integrante del Patrimonio Arquitectónico y Cultural de la ciudad, debido a su relevancia histórica y con el objetivo de evitar afectar o destruir el valor cultural que representa. Según se establece por ley, en algunos lugares, estas vías urbanas deben conservarse en su estado originario y no podrán ser cambiadas por asfalto u hormigón. Porque la misma ley interpreta que el adoquinado acepta reparaciones en caso de deterioro, que deben hacerse evitando parches o capas asfálticas, recolocando las piezas necesarias con personal capacitado y utilizando materiales apropiados para su conservación en el estado primitivo.

Entre las ventajas del uso de pavimento de adoquines los expertos afirman que, además de ser un material sustentable, posibilita la reutilización y permite colocarlos nuevamente en forma simple y económica cuando se requiera reparar cualquier conexión subterránea y/o corregir desnivelaciones sin provocar parches en el pavimento. Posibilita también la habilitación al tránsito inmediatamente después de su colocación y la absorción de agua de lluvia, evitando la impermeabilización del suelo, tan perjudicial en caso de inundaciones. Está comprobada la durabilidad del adoquinado cuando se coloca adecuadamente con buena adherencia, su elevada resistencia al desgaste y excelentes cualidades reflectantes de la luz. El adoquinado soporta cargas muy altas y limita la velocidad de circulación, debido a que presenta una rugosidad superficial. Además de todo ello el adoquinado tiene una vida útil superior a otras alternativas de pavimento urbano. Según estudios realizados un pavimento bien adoquinado supera los 80 años, uno de hormigón entre 30 y 40 años y uno de capa asfáltica entre 7 y 10 años. Para asegurar esta durabilidad, es fundamental que se use material de calidad reconocida, que se monte sobre una subbase adecuada y que se usen bloques apropiados para el tránsito que deban tolerar.

            No se equivocaron los vecinos de la jerezana calle Empedrada cuando optaron, ellos mismos, por darle “tan útil reforma” al lugar donde vivían. Un empedrado o adoquinado que forma parte del patrimonio local y ahora, en pleno centro de Jerez, va a quedar sepultado, por una nueva “marea negra”.
 
             (Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 21 de domingo de 2018 y al día siguiente en VIVA JEREZ)
 
Foto del ayer de la calle Empedrada con su característico pavimento que le da nombre.
 

 

jueves, 8 de marzo de 2018

CALLE PELAYO




          No debe su nombre a la ex alcaldesa de Jerez que ha estado estos días de actualidad al no volver a encabezar la lista del Partido Popular a las próximas elecciones municipales. 

          El historiador Agustín Muñoz nos señala en su libro sobre las calles y plazas de Xerez de la Frontera que fue el 19 de septiembre de 1859 cuando, a propuesta de la comisión respectiva, acordó el Excmo. Ayuntamiento ponerle tan grato nombre, en memoria del insigne rey iniciador de nuestra Reconquista cristiana (D. Pelayo). Calle que baja desde Abades hacía el Arroyo y que ofrecía, hasta hace pocos años, una hermosa visión de la torre catedralicia, hasta tal punto que era uno de lugares preferidos por pintores y fotógrafos dado el bello encuadre que de ella se ofrecía desde su parte más alta.

          Con la construcción de viviendas, promovidas por el Ayuntamiento, hace unos años esa visión se ha visto alterada hasta tal punto que hoy ni la torre puede contemplarse en su totalidad ni la calle mantiene ese sabor islámico que le caracterizaba.

          Ahora que tanto se habla de la recuperación del casco histórico lo primero que habría que cuidar es no alterar la fisonomía original de sus calles y plazas. Múltiples ejemplos inundan nuestro casco antiguo de nuevos edificios donde la funcionalidad prevalece por encima de todo, nuevos edificios que redecoran las señas históricas de la ciudad haciendo perder la propia identidad de calles que, desde siglos, se han mantenido casi inalteradas.

          Para el resurgir de ese Jerez de nuestros orígenes hay que preservar la riqueza cultural, artística y monumental que siempre tuvo. Un pasado patrimonial al que hay que respetar si queremos seguir potenciándolo e inyectándolo de vida antes que se nos muera del todo.

           La calle Pelayo es un claro ejemplo de que no todo vale para recuperar espacios que son, o más bien han sido como en este caso, por su belleza e historia, patrimonio de todos los jerezanos.
            (Artículo que publiqué en el periódico digital MIRA JEREZ el día 7 de marzo de 2018)
 
Aspecto que presentaba la calle Pelayo hace unos años antes de ver alterada su fisonomía tradicional.
 
                                                                                                  

martes, 23 de enero de 2018

EL ENTORNO DE SAN JUAN




El gobierno local tiene intención de destinar alrededor de 600.000 euros al proyecto de reordenación y urbanización del entorno de la iglesia de San Juan de los Caballeros, que afecta a las calles San Juan, Melgarejo o Siete Revueltas y a la plaza Melgarejo, un espacio urbano muy degradado que presenta un estado abandono y suciedad.

El espacio urbano que rodea a la iglesia de San Juan de los Caballeros pertenece a un Jerez que se pierde en la historia, con dos calles angostas, misteriosas y casi legendarias como Siete Revueltas y San Antonio que hoy permanecen cerradas.

            El callejón de las Siete Revueltas, llamado así por los diversos ángulos que forma, tiene acceso por la calle Canto, por un lado, y por la plaza Melgarejo, por otro. La plazoleta de Melgarejo se enmarca entre el templo alfonsí, la trasera del convento de las Agustinas, un antiguo casco bodeguero y el antiguo palacio de la familia de los Morlas y Melgarejos, descendientes de Pedro de Melgar, que vino a Jerez cuando la reconquista en 1264. Este palacio, situado en la calle San Juan, frente a esta plazoleta, podemos fecharlo a finales del siglo XVI o principios del siguiente, en 1900 el arquitecto Rafael Esteve Fernández-Caballero lo transformó respetando su elegante fachada en que podemos contemplar el blasón de los linajes que la habitaron, la cruz de Calatrava en campo rojo de los Melgarejos y el pino con leones de los Morlas. Su hermoso patio principal renacentista, que ha llegado hasta nuestros días, ha sido lamentablemente alterado recientemente. Entre los Melgarejos es de citar al célebre guerrero Diego de Melgarejo, héroe jerezano del siglo XVI, que prestó grandes servicios en Indias y en Flandes, a Alonso Fernández de Melgarejo, valeroso Alcaide de Zahara y Alvar de Melgarejo nombrado por los Reyes Católicos caballero jurado.

Junto al antiguo palacio Melgarejo existe, también tapiado, el callejón de San Antonio, entre las calles San Juan y Justicia.  En el otro lado el Callejón de las Siete Revueltas estuvo cerrado desde la Guerra Civil hasta los años 80, fecha en la que se abrió coincidiendo con la demolición de una construcción que había añadida a la Sacristía de la Iglesia de San Juan de los Caballeros. Tuvo que cerrarse pocos años después por el estado en que se encontraba. Quedó pendiente entonces de que se pudiera acometer la rehabilitación urbanística de esta zona, dejando libre el perímetro de la Iglesia y derribando todas las construcciones anexas a la misma que están expropiadas desde hace mucho tiempo.

El callejón de Melgarejo o de las Siete Revueltas posee un encanto especial que una vez reabierto y acondicionado sería un atractivo turístico más que añadir a todo el entorno, siempre y cuando se colocaran rejas que garanticen la seguridad.

La iglesia de San Juan Caballeros, con la loable labor de conservación que viene manteniendo la Hermandad de la Vera-Cruz, la noble fachada de los Morlas y Melgarejos, la capillita del Cristo del Amor, la recuperación del callejón de las Siete Revueltas junto al restaurante allí existente y los cercanos palacio de Pemartín y el convento de Santa María de Gracia, con la urbanización completa, la reurbanización de los viales existentes y la dotación de nuevas infraestructuras potenciará enormemente un enclave que está pidiendo a gritos, desde hace años, su recuperación.

           (Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 21 de enero de 2018 y al día siguiente en VIVA JEREZ)
 
La plaza Melgarejo en una fotografía del pasado. De izquierda a derecha: Casco bodeguero, hoy restaurante; al fondo el palacio de los Morlas-Melgarejos y a la derecha la portada de la iglesia de San Juan de los Caballeros antes de su remodelación.
 

miércoles, 29 de noviembre de 2017

PLAZA DE PLATEROS




La céntrica plaza de Plateros se ha convertido en los últimos años en unos de los espacios donde la hostelería ha encontrado su sitio, formando parte de ese itinerario de ocio que partiendo de la calle Consistorio y siguiendo por plaza de la Yerba, plaza de la Asunción, Plateros y Tornería viene a desembocar en la plaza Rivero. Todo un recorrido que desde la derribada Puerta Real a la también desaparecida Puerta de Sevilla ofrece una gran oferta gastronómica en esa variedad de bares que, o bien se han ido renovando o han ido ocupando los locales que se han quedado vacíos. Esta plaza es, en la actualidad, el corazón de esta nueva vía turística de terrazas y veladores.

Según nos cuenta el archivero Muñoz la plaza de Plateros, tuvo también los nombres de plaza de Aljaifar por los distintos artículos que en ella se vendían, de las Vendedoras por la cantidad de vendedoras que había en la plaza, de Obertos de Valeto por el fundador de la Cartuja jerezana, de las Berceras por los puestos de venta de pan, hortalizas y berzas que aquí hubo, del Rollo debido a la "la picota" ó "rollo", donde se exponían a los reos para su vergüenza pública, del Pan por el sitio de los puestos de pan que en ella había y de los Mercaderes por las diferencias de artículos que en sus puestos se expedían. Más recientemente llevó también el nombre de plaza Carmen Núñez de Villavicencio por la Marquesa de Domecq D'Usquain, gran benefactora de la ciudad. Finalmente, con la llegada de la democracia, se le devolvió su nombre popular de plaza de Plateros,  por ser estos los que perduraron entre tantos comerciantes como, desde siempre, se habían establecido en ella. Una plaza antaño popular y evocadora, con su torre de la Atalaya vigilante siempre y su parada de taxis, donde las tertulias y el paso constante de jerezanos daban vida bajo su frondosa arboleda.

La hermosa y romántica Plaza de Plateros, corazón de un viejo Jerez, de gremios y mercaderes, de pajarillos cantarines, de la Viña T y del Nº 1, ha sido noticia esta semana por varios actos vandálicos acometidos en los comercios allí establecidos. Al parecer no es la primera vez que estos lamentables hechos han ocurrido por lo que los hosteleros han lanzado la voz de alarma demandando una mayor seguridad.

La historia nos cuenta hechos trágicos ocurridos en esta plaza desde espectáculos deplorables con los reos que se exponían a la vergüenza pública, la vergüenza pública era una pena muy frecuente en la edad media, hasta, más reciente en el tiempo, el asesinato de una autoridad municipal. Páginas oscuras de una plaza de Plateros que me gusta más recordar con el encanto de hace unos años cuando mi amigo Vicente Romero Salcedo, veterano cofrade del Cristo y mayordomo que fuera de Loreto, pregonaba cupones en la esquina del Nº 1, antes de que Juan el tabernero le sirviera la “convidá” junto a otros cofrades de postín como Rufino Quintana o Juan Cervilla; mientras la gente iba y venía para la farmacia de Onofre Lorente, la tintorería Amaya, la droguería España, el bar Recreo, la papelería de Salido o la zapatería El Gorila. Todos negocios desaparecidos que, como obra de plateros, marcaron una época brillante de esta plaza que ni siquiera los vándalos de hoy podrán ya oscurecer.  
 
(Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 26 de noviembre de 2017 y al día siguiente en VIVA JEREZ)
 
La plaza Plateros del ayer a la que hago referencia en el artículo.
 

 

miércoles, 22 de noviembre de 2017

ARROYO DE CURTIDORES


 


Cuentan los historiadores que en el Jerez de la antigüedad existía tan sólo un manantial y sus aguas eran salobres, por lo que desde la época islámica esta corriente era ya utilizada exclusivamente como vía de evacuación de residuos. Del manantial que al parecer nacía en la zona de la actual Basílica del Carmen  fluía un arroyo por las actuales calle Castellanos, plaza Peones, calle Curtidores, calle Barranco, plaza del Arroyo, calle Calzada del Arroyo, calle Ermita de Guía, calle Pasaje Cristo del Perdón y desembocaba en las playas de San Telmo. En la plaza del Arroyo se estancaba en un pequeño lago y allí era donde el gremio de los curtidores, que se encontraba en sus inmediaciones,  arrojaban los desechos y desperdicios de sus propias labores, lo que provocaba mal olor y convirtió al lugar en una zona muy insalubre. En el año 1598 se procedió al soterramiento del mismo hasta el día de hoy, donde circula bajo la ciudad, llegando también hasta la Ermita de Guía. Dado a la desaparición de las playas de San Telmo el arroyo es lógico pensar que actualmente desemboque en alguno de los arroyos que dan al río Guadalete.

A partir de esta cobertura la zona pasó a ser de una de las más insalubres a una de las más distinguidas. Con la construcción de la Catedral y el acondicionamiento urbano que la zona requería (eliminación del barranco y derribo de casas para construir las escalinatas y crear espacio y perspectiva frente al templo), la plaza de Arroyo pasó a convertirse en uno de las parcelas más elegantes de la ciudad. Muestra de este rango son los palacios de Bertemati y de los Condes de Puerto Hermoso, que abren sus fachadas a la plaza. Llevó los nombres de plaza de San Bartolomé por el cercano hospital homónimo, también llegó a ser denominada como plaza del Duque de Tetúan y por último plaza de Domecq en recuerdo y homenaje a la benefactora familia que habitó el palacio de Puerto Hermoso.

Hoy la zona del Arroyo es, por un lado una de las puertas de acceso al centro urbano de Jerez, forma parte de un itinerario turístico entre la hermosa y monumental plaza de la Asunción y la Catedral jerezana, donde habitualmente hay que transitar por la antigua calle de la Cárcel, hoy José Luis Díez en memoria del ilustre marino que colaboró en el proyecto del Submarino Peral., una calle, más bien cuesta, que ha sufrido en los últimos tiempos transformaciones urbanísticas nada acordes con el entorno urbano, alterando notablemente su aspecto original. En el otro lado la zona del Arco del Arroyo, un espacio que también está necesitado de actuación tanto a un lado como a otro del histórico arco.

La alcaldesa ha presentado esta pasada semana la propuesta de regeneración urbana de este eje viario que discurre entre el Arco del Arroyo y la Plaza de la Asunción, una actuación destinada a transformar esta zona de gran potencial turístico en un espacio singular, que contribuya a dinamizar la actividad económica y social de la zona, promoviendo una mayor afluencia de visitantes, tanto a los espacios públicos regenerados, como a los monumentos del entorno. Una buena noticia para el casco histórico si no queda esta regeneración, como en otras ocasiones, en meras promesas, ya que el espacio por su situación privilegiada lo merece.
 
(Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 19 de noviembre de 2017 y al día siguiente en VIVA JEREZ)
 
Plaza del Arroyo en el año 1956
 

 

viernes, 14 de julio de 2017

EL PADRE RAMOS




          Se acaban de cumplir los doscientos cincuenta años del nacimiento del sacerdote jerezano Juan Ramos Sánchez que se distinguió, durante toda su vida, por su gran ilustración, su aportación al desarrollo de la agricultura, a la instrucción pública y a las obras benéficas. Desde 1875, por acuerdo municipal, cuenta con una calle con su nombre en el barrio de Vallesequillo

          Don Juan Ramos Sánchez, un dominico exclaustrado que había ejercido, en su primer destino, como profesor del colegio de Santo Tomás de Sevilla, llegó a Jerez en 1823 como cura auxiliar de San Pedro. Algunos historiadores aseguran que este puesto no lo llegó a desempeñar. El caso fue que tras atender espiritual y magistralmente un hospital de urgencia con 500 heridos y enfermos franceses, se le anunció, como recompensa, el ser nombrado para un cargo vacante en la iglesia auxiliar de San Pedro. Ya había pensado en la constitución en dicha iglesia de una junta de beneficencia, cuando le sorprendió el nombramiento de otro sacerdote para este puesto. El aceptó resignado lo que había sido dispuesto y continuó con sus anteriores ocupaciones, pero redoblando su actuación en las obras apostólicas  y sociales.

            Es de señalar que en 1759 la Parroquia de San Miguel tenía 1.753 casas que eran atendidas pastoralmente por los 43 presbíteros y un 1 subdiácono que pertenecían al clero de San Miguel. A finales del siglo XIX la clerecía de San Miguel estaba formada por más de una veintena de sacerdotes, entre ellos los rectores de las iglesias de San Pedro y la del Santo Cristo de la Yedra. La importancia de San Miguel hace que en el siglo XIX el ocupar el cargo de cura encargado de la iglesia auxiliar de San Pedro sea bastante demandado entre el clero de entonces y, a veces, este puesto se ofrecía como recompensa a una fructífera labor pastoral. Este es el caso ocurrido con este sacerdote ilustre que ha pasado a la historia de Jerez por sus virtudes y por las obras de interés social en las que intervino. Otros historiadores, sin embargo, nos hablan de él como cura encargado de la auxiliar de San Pedro.

 Fue decisiva la contribución que el Padre Ramos realizó en 1824 al restablecimiento en Jerez de la Sociedad Económica de Amigos del País así como al importante papel desempeñado como secretario de la primera Junta Municipal de Beneficencia que hubo en nuestra ciudad, reuniendo en un solo hospital, el de Santa Isabel, los pequeños hospitales diseminados por la ciudad. También fue nombrado secretario de la Junta Provincial de Agricultura por su encomiable labor en la finca de Vallesequillo, propiedad de la familia Gordon y de cuyos hijos el Padre Ramos fue su preceptor, especialmente en lo referente al cultivo de plantas forrajera, muy apta para el ganado caballar, lo que le valió para que en 1853 le fuese concedida la distinción de caballero de la Orden de Carlos III.

           El Padre Ramos falleció el 15 de julio 1857, dejando atrás toda una ejemplar vida de entrega a la ciudad que le acogió hasta su muerte. Sirvan estas líneas para el recuerdo de este sacerdote jerezano al cumplirse dos siglos y medio de su nacimiento y como gratitud por su entrega a cuantos pobres acudieron a él encontrando siempre su ayuda incluso, según se cuenta, hasta privarse de lo más indispensable para paliar necesidades.
 
           (Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 9 de julio de 2017 y al día siguiente en VIVA JEREZ).
 
 
 
Interior de la iglesia de San Pedro antes de su demolición y posterior reconstrucción.
         

 

martes, 6 de junio de 2017

CAMPANAS DE BELÉN




El 11 de enero de 2004 se lanzaban campanas al vuelo con esta noticia: Los suizos Jacques Herzog y Pierre de Meuron se convirtieron ayer en los ganadores del Concurso Internacional de Arquitectura convocado en Jerez para la construcción de la llamada Ciudad del Flamenco, un gran complejo cultural que se levantará en pleno casco histórico de la ciudad. Las obras, con un presupuesto de 12 millones de euros, comenzarán a finales de este año, y la inauguración tendrá lugar a lo largo de 2006.”

En mayo de 2010 vuelven a sonar campanas sobre la plaza Belén: La futura Ciudad del Flamenco, dejará de ser en unos meses el solar con aparcamiento público más caro del mundo -unos diez millones de euros invertidos ya entre proyecto y cimentación- para empezar a consolidarse como el gran referente cultural y arquitectónico que será dentro de unos años. Con la firma del convenio de ayer entre Ministerio de Cultura y Ayuntamiento de Jerez, Urbanismo espera recibir ahora un 'faseado' del proyecto redactado en su día por Herzog & De Meuron equivalente al importe de la subvención para proceder a la contratación de las obras".

 En noviembre del pasado año 2016 volvieron a voltear las campanas para anunciar que El Gobierno local espera comenzar las obras de urbanización de la plaza Belén entre los meses de febrero y marzo, una vez que culmine el procedimiento de contratación que se pondrá en marcha antes de que finalice el año”.

Sonidos de campanas que se lo llevaron los vientos de las promesas incumplidas y que ahora vuelven anunciando la ubicación allí de un centro de flamenco y, dentro de él, el añorado museo de Lola Flores, nuestra simpar Faraona.

Desde hace más de una década vienen sonando campanas en relación a la plaza de Belén para fines culturales relacionados con el flamenco. Una plaza de Belén que está situada en un punto estratégico equidistante entre los barrios más flamencos de la ciudad Santiago y San Miguel, motivo por el cual no deja de volver a ser una esperanzadora noticia, con las lógicas reticencias dado los antecedentes, el impulso que la alcaldesa ha anunciado para esta plaza con el compromiso de las administraciones para su financiación.  A esto se suma la propuesta que se piensa trasladar a los propietarios del entorno para el arreglo y mejora de un buen número de fincas que, en su mayoría se encuentran en pésimo estado. La plaza Belén aún conserva su sabor islámico, cuyo ejemplo más evidente es la entrada en adarve de la casa número 6, que fue la estrecha calle Paraíso que comunicaba con el palacio de Camporreal, y que fue cerrada por motivos de seguridad en 1762. Se limita con edificios tan significativos como el palacio de los Condes de Montegil con noble fachada adornada con guirnaldas a modo de frontones, la parte trasera del Colegio del Salvador, señorial mansión de los Ponce de León, la entrada del convento de las Hermanas de la Cruz con su portada del XVIII, el antiguo granero recién restaurado del convento belenista, casas burguesas y otras viviendas populares.

 Un espacio interesante al que se le puede sacar mucho partido si, de una vez por todas, hay una apuesta seria y comprometida tanto de la administración como de particulares. Un enclave histórico que está pidiendo a gritos menos campanas al vuelo y más hechos consumados.
           
             (Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 4 de junio de 2017 y al día siguiente en VIVA JEREZ)


Documento antiguo sobre la plaza Belén.