miércoles, 20 de agosto de 2014

EL HOMBRE QUE SUPO AMAR


           

 
           En 1539, en Granada, vive un hombre de aspecto humilde llamado Juan Ciudad, que al tratar de denunciar las desigualdades sociales, es tomado por loco y recluido en un hospital. Cuando por fin sale de su encierro, viaja por todo Granada con la enorme tarea de ayudar a los más humildes. Sin embargo, su esfuerzo y su generosidad provoca envidias, al ver en aquel hombre a un agitador de masas. Pero gracias a sus obras, Juan Ciudad termina por ser San Juan de Dios

            Una de las órdenes religiosas radicadas en Jerez desde hace siglos es la Orden Hospitalaria fundada por San Juan de Dios. El ejemplo y la fama de santidad de Juan de Dios, el hombre que supo amar, cundió en pueblos y ciudades de España y fueron muchos los hombres que se consagraron al cuido de los enfermos en los hospitales que en pocos años levantaron los Hermanos en España, Portugal y América Latina.

            Jerez de la Frontera fue una de las primeras ciudades españolas que se benefició de la presencia de los hijos de San Juan de Dios. En 1564 llevaba a nuestra ciudad procedente de Carmona, su villa natal, un joven de 18 años, animado del noble afán de ejercer la caridad cerca de los pobres y enfermos. Se llamaba también Juan, Juan Grande, y toda su vida fue un ejemplo de amor al prójimo. En 1577 Juan Grande, que gustaba llamarse Juan Pecador, solicita ingresar en la Orden de San Juan de Dios. Su espléndida y humanitaria obra le llevó, junto a sus hermanos profesos, a hacer extensiva su labor hospitalaria del contorno jerezano como Arcos de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda, Villamartín, Puerto de Santa María y Medina Sidonia. El año 1600 se declaró una terrible epidemia en la ciudad de Jerez y el caritativo Juan Grande, que también supo como amar al prójimo, en contacto directo con los apestados contrajo el terrible mal, muriendo el 3 de junio de dicho año en la celda del hospital jerezano de la Candelaria, fundado por él mismo. La Santa Sede le reconoció su grandes virtudes declarándolo Beato y posteriormente Santo. La diócesis de Asidonia-Jerez lo tiene por patrono.

            Esta pasada semana ha fallecido Miguel Pajares, el religioso español de la Orden de San Juan de Dios  cuya labor ha sido conocida tras ser infectado por el virus del ébola y ser repatriado a España. Estudió Enfermería antes de ordenarse sacerdote y durante 18 años trabajó en misiones en países como Irlanda, Ghana o Liberia. En Liberia, precisamente, fue donde pasó los últimos siete años de su vida, en concreto, en el hospital San José de Monrovia, donde el pasado día 2 había muerto de ébola su director, el hermano Patrick Nshamdzea, a quien había cuidado. De 75 años, Pajares, el mediano de cinco hermanos, había nacido en La Iglesuela, una pequeña localidad de apenas 500 habitantes, que está situada en el noroeste de la provincia de Toledo. Era miembro de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios (OHSJD) desde los 12 años y quienes le conocen no escatiman elogios sobre él.

            La historia se repite y el espíritu de la Orden Hospitalaria, por mucho que haya cambiado la sociedad e incluso los hospitales, sigue presente en personas que, como Juan Ciudad o Juan Grande, no olvidaron aquella lección que aprendieron un día enseñándole lo que es amar hasta el punto de entregar la vida por los demás. El ejemplo y el testimonio del Hno. Pajares así lo confirma.
 
            (Artículo publicado en Información Jerez el pasado domingo 17 de agosto de 2014)
 
 
El antiguo sanatorio jerezano de Santa Rosalía y Beato Juan Grande, hoy Hospital San Juan Grande de los Hermanos de San Juan de Dios, en sus inicios
 

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