miércoles, 16 de septiembre de 2015

PISA CON GARBO





        El enólogo Diego Cutillas Abellán nos cuenta que ya en el antiguo Egipto se vendimiaba la uva de manera similar a como se hace en nuestros días, siendo los mismos vendimiadores quienes pisaban la uva. Se sabe por narraciones antiquísimas que todo ello iba precedido por un largo ritual donde solían emborracharse tirios y troyanos (incluidas las perfumadas damiselas), teniendo que ser conducidos al finalizar los rituales a hombros por sus esclavos a sus hogares. En Roma se inauguraba la vendimia con las fiestas de Vinalia. Las presidía el Flamen Dialis, autoridad que ofrecía a Júpiter la primicia de las uvas. Los romanos vendimiaban primero la parte de la viña que daba al sol, existiendo expertos en vendimia que dirigían sabiamente todas las operaciones. Una mayoría de los vendimiadores eran mujeres y lo mismo usaban las propias manos que tijeras adecuadas. Era frecuente seleccionar en la misma viña la uva para mesa y la que debía pasar al lagar.

Los griegos, siempre amigos del vino puro, solían dar a estas festividades una mayor solemnidad y celebridad de espíritu religioso. No todo era el conocido desenfreno que se vivía en Roma cuando llegaban las fiestas de la vendimia. También estaban allí los primeros cristianos que desde las catacumbas saludaban a la uva nueva con cánticos piadosos. Para los cristianos representaba el vino un don supremo del Señor, nadie ignora su significado evangélico y tales poseían un sentido religioso muy trascendente.

Un año más la celebración de la tradicional acto de la Pisa de la Uva en Jerez se ha visto envuelta en la polémica. La Pisa de la Uva es uno de los actos más singulares y bellos del calendario festivo jerezano, mantiene ese carácter religioso con la bendición del nuevo mosto y es una de nuestras señas de identidad. Merece, por tanto, que se cuide su organización para que evitar fallos como la ausencia de vendimiadoras y palomas mensajeras que se ha visto este año o los gritos y ruidos de protestas que ha ocurrido anteriormente. Son ya varios años consecutivos en los que jerezanos y visitantes no han podido disfrutar del acto simbólico de la salida del primer mosto por la piquera con todo el esplendor de antaño. El vino de Jerez, de fama universal, requiere de otro tratamiento aunque solo sea por respeto a la ciudad, a sus tradiciones y a su historia.

            La mujer jerezana, con su peculiar traje de vendimiadora, debe volver a este acto tan jerezano y hermoso, ya desde el propio Ayuntamiento se ha asegurado que esta ausencia no se volverá a repetir y que el próximo año estarán presentes al igual que esas palomas mensajeras que anunciaban al mundo la llegada de ese oro líquido que tanto prestigio ha dado a Jerez. Bienvenida, sea por tanto, esas vendimiadoras que con sus pisadas con garbo han llevado, año tras año, las cestas de uva hacia la piquera, representando con su belleza y elegancia a la mujer jerezana. Mujer jerezana  de la que el recordado Martín Ferrador escribiera: “Cuando va una jerezana/ sal y gracia derramando/ todos los corazoncitos/ detrás se lo va llevando. / Yo he visto un santo de piedra/ volverse, para mirar/ la sal que una jerezana/ iba dejando al andar. / Jerezanilla morena/ la de los ojitos negros; / recoge mis suspiritos/ que para ti, lleva el viento/.”

 El reducto catedralicio ya las espera.
 
(Artículo que publiqué el pasado domingo 13 de septiembre de 2015 en INFORMACIÓN JEREZ y al día siguiente en VIVA JEREZ).
 
Cartel oficial de la Fiesta de la Vendimia de 1951.
 

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