domingo, 15 de mayo de 2016

CULTURA DE FERIA




          Acaba la Feria del Caballo 2016 y llega el tiempo de hacer balances. Tiempo para consolidar este de sábado a sábado que tanto se ha alabado estos días, para volver a calibrar la seguridad en el recinto ferial, para repasar las ordenanzas municipales con respecto a carruajes y caballistas, para tomar medidas en el caso que se hayan incumplido la normativa con respecto a las casetas, para afianzar lo bueno y para corregir lo que haya que mejorar. Y si hay algo que, sin duda, habrá que recuperar y potenciar es la cultura de Feria esa que va encaminada a la preservación de las manifestaciones de nuestras raíces, nuestras costumbres, nuestras tradiciones y los signos de identidad local que compartimos. La Feria es un evento masivo, abierto al público, pero no por ello hay que renunciar a su esencia, esa esencia tan nuestra y que la hace incomparable. A nadie escapa que esta fiesta va más allá de una simple celebración local y se convierte cada año en un reflejo, más o menos acertado, de la propia ciudad. 

             Hablar de cultura de Feria es hablar de la ilusión que durante meses inunda a muchas personas preparando trajes, carruajes o casetas. Son ganas de arreglarse, salir a la calle y festejar, disfrutando (el año que se puede) del tiempo propio de la recién llegada primavera. Es una cita anual que durante una semana reúne a los amigos para comer, beber y bailar, e incluso reencontrarse por el Real con aquellos otros que no esperabas. Es reliarse, que te den las tantas fuera de casa y acordarte que, al día siguiente tienes que trabajar pero no te importa, porque a ti "que te quiten lo bailao".

            La cultura de Feria es tolerar ese albero que levantan las flamencas al pasar, es morirse de caló y aguantarlo a buche de rebujito. También, como dijo uno, la Feria es vivir tieso todo el año pero cuando llega mayo hipotecarse para rendirle tributo a las tradiciones que “han mamao desde chico”. La Feria es dejarse estafar por llevarse a la boca un pescaito frito o una tortilla de patatas de las congeladas. La Feria es sortear ciegos pegando camballás de madrugada que te pueden estropear la noche. La Feria es nomadismo, moverse de aquí para allá buscando caras conocidas, porque cada cara conocida es una oportunidad de pasar un buen rato. La Feria es jerezanía, es elegancia y empaque, porque el jerezano ha creado con ella una fiesta a su imagen y semejanza.  Tener cultura de Feria es ser consciente que a los pequeños le gustan lo mismo que a los mayores, por lo que lo más probable es que haya que visitar esa otra parte que cuando los pequeños éramos nosotros era la única zona que nos importaba de la Feria.

       Cultura de Feria es saber disfrutar de ella sin salirte de los cánones que la definen. La Feria del Caballo debe ser la mejor definición de lo que es Jerez y el jerezano.

          En definitiva, la cultura de Feria es algo que hay que recobrar porque es la Feria de siempre y desechar todo aquello que no tiene nada que ver con esta fiesta tan singular y tan nuestra. Nuestra Feria, tan espectacular, tiene también su cultura, esa cultura que nos dice Julio Cortázar, en una de sus frases más conocidas “es el ejercicio profundo de la identidad”. 

                  (Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 8 de  mayo de  2016 y al día siguiente en VIVA JEREZ )

La elegancia jerezana a caballo

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