jueves, 26 de enero de 2012

LA PLAZA DE LA ENCARNACIÓN


           La jerezana plaza de la Encarnación se ha convertido en los últimos tiempos en un enclave turístico de primer orden por encontrarse situada en zona de paso entre las bodegas González Byass y la catedral. Tiene este nombre desde 1755 por representar la puerta de la catedral que a la misma sale el Misterio de la Encarnación. Es una amplia plaza delimitada por la fachada lateral del templo catedralicio y su airosa torre, la antigua calle de la Rosa, posteriormente llamada Hortas Cáliz, en honor del insigne sacerdote, con sus modernos jardines resultantes del derribo de la finca allí existente, la empinada cuesta de la Encarnación, la llamada Casa del Abad y el muro de la bodega, con restos de antiguas edificaciones, que oculta bellas y pintorescas callejuelas, actualmente en el interior del recinto bodeguero y antes libres para el tránsito. En el centro se alza el monumento a Juan Pablo II, creador de la diócesis de Asidonia-Jerez.

            El número de visitantes que recibe tanto la bodega como el primer templo jerezano, más aún después de la apertura del museo catedralicio, han posibilitado que la plaza goce de una actividad que nunca tuvo en tiempos pasados al carecer apenas de vecinos, una actividad que se verá aún más aumentada tras saltar la noticia de la posible rehabilitación de la antigua Casa del Abad, como complemento del Museo de la Catedral, para la venta de souvenir y otros objetos religiosos relacionados con el cercano museo. Hay que tener en cuenta que, en esta plaza, al lado justamente de la puerta de salida de las instalaciones de González Byass, se encuentra ya ubicada la tienda de souvenir de la propia bodega, por el que esta nueva tienda vendría a aumentar aún más el carácter turístico de toda la zona.

            Así y todo la hermosa plaza le quedan acometidas pendientes, por un lado la reparación de la mencionada Casa del Abad, hoy en ruinas, con su hermosa portada barroca de 1767 y ese tacón que avanza hacia la plaza que, no hace mucho, se habló de hacer desaparecer para que el espacio quedara perfectamente alineado; por otro ese foso que impide admirar la fachada lateral del templo catedralicio en todo su esplendor y que se solucionaría ampliando la escalinata que da frente a la portada y finalmente ennoblecer el muro de la bodega que nada contribuye a la belleza de la plaza, un paramento que una vez adecuado tras su reconstrucción podría incluso contar con hermosas rejas que permitiera la contemplación de las pintorescas callejuelas que se ocultan tras el mismo. Se habló, también, de la construcción en esta plaza de un hotel por parte de la empresa bodeguera que potenciaría el atractivo turístico del lugar.

            Como diría el recordado poeta Diego Campoy, la plaza de la Encarnación, ubicada entre el sereno laberinto de pictóricas callejas del Jerez antiguo, con su antigua Colegial, apostólica y vecina, tiene un sabor de leyenda. La leyenda tiene más de tradición histórica que de verdad. Que cuantas iniciativas para esta plaza han surgido recientemente, no queden como una leyenda más a unir a su rica historia sino como un objetivo hecho pronto realidad. Su enclave y su potencial turístico así lo requiere.
             (Artículo publicado en Información Jerez el pasado domingo 22 de enero de 2012 y al día siguiente en VIVA JEREZ)
La plaza de la Encarnación, con el paso del tiempo, solo ha alterado su imagen de antaño tras la colocación del monumento a Juan Pablo II, el resto, tal como vemos en las antiguas fotografías que acompañan este artículo, y lo comparamos con la foto de la cabecera, sigue practicamente igual.


La portada de la Encarnación de la catedral jerezana en el año 1920.


La plaza de la Encarnación en 1962, hace justamente cincuenta años.


Calle de la Rosa, también llamada Hortas Cáliz, a principios del pasado siglo, cuando aún mantenía en pie las casas que estuvieron adosadas al muro de la catedral. Al fondo la plaza de la Encarnación.


      

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