martes, 27 de noviembre de 2012

LA CIUDAD MALTRATADA

         
 
           "Jerez, ciudad insigne, ha merecido siempre, de propios y extraños, toda suerte de elogios y encumbramientos. Muchos y autorizados ingenios de las edades pasadas y presentes han tenido afortunado empleo en enumerar las excelencias jerezanas y ofrecen en sus obras, al enamorado curioso, ancho espacio donde poder espigar para la moderna consideración los más granados loores. La muy noble y muy leal ciudad de Jerez de la Frontera, es grande por su historia brillantísima, por su pasado esplendoroso y heróico, por su presente rico y sosegado y por el porvenir halagüeño que vislumbra, no con esperanza temerosa, sino fundamentalmente en la solidez del amor de sus hijos ¡Y el amor todo lo puede!."
          
          Estas bellas palabras de Martín Ferrador se han echado de menos en cuantos medios de comunicación se han desplazado hasta Jerez para cubrir los efectos de la huelga de la recogida de basuras, de cuantos han puesta a la ciudad de Jerez en la primera linea de las noticias para hablar no de nuestras grandezas sino de nuestras basuras. Unas basuras que han salido a la luz entre intereses económicos y partidistas, dejando en evidencia a una gran ciudad, a veces demasiado noble y leal cuando de tratar de defender su prestigio se trata. Ha acabado la huelga y ahora toca limpiar la ciudad no solo de bolsas de basuras sino también de las otras miserias, recobrar el prestigio de una ciudad que ha sido maltratada por propios y extraños, en los que se ha antepuesto los intereses particulares por encima de la gran ciudad que nos acoge.
           
           Las guerras hacen siempre estragos y esta última no iba a ser menos, solo había que ver como las inmundicias se han hecho presentes, el panorama desolador de batallas, fuegos y el tufo que ha ido poco a poco inundando el ambiente. Hay que recobrar el amor por la ciudad, el empeño y hasta el sacrificio por no dañarla, el orgullo de sentirse jerezano y luchar para que los intereses particulares no se antepongan a los intereses de toda una ciudad que no puede permitirse más ofrecer el lamentable aspecto y la deplorable imagen que estos días se ha dado. Somos los propios jerezanos, con sus autoridades a la cabeza, los que tienen ahora, con la triste experiencia vivida, el deber de poner todos los medios para que nunca más se vuelva a repetir lo ocurrido estos días en Jerez.
          
          No permitamos más que la ciudad sea maltratada, hay que tomar conciencia de que ella no puede ni debe ser utilizada por unos y otros en perjuicio de su propia imagen, busquemos otras fórmulas reivindicativas porque el Jerez de siempre no se merece este trato. Su fama ganada a pulso en siglos de historia requieren unos modos y una consideración que venga a sumar y no a restar su propia proyección de futuro.
           
           Como Manuel Bellido en sus Glorias Xerezanas, limpiemos la imagen de la ciudad y pongamos por bandera estos versos llenos de jerezanismo: "Lo mismo el bajo pechero/ que quien blasones ostenta,/ el que viste la coguya/ y el que se calza espuela;/todos a una reconocen/ que es Xerez de la Frontera/ por su famosa campiña/ tan fecunda como extensa,/ por lo hermoso de su cielo,/ por la gracia de sus hembras/, por lo grande de su Historia/, que de esplendores la llenan/ tantas gloriosas conquistas/ como insólitas proezas;/ por su lealtad sin tacha,/ por la bravura y nobleza/ de sus valerosos hijos/ en los lances de la guerra;/ amantes de la justicia/ por lo imparcial y lo recta,/ tan esclavos del honor/ como altivos en la afrenta,/ estando al igual dispuestos/ sin ampulosa soberbia,/ a castigar las audacias/ y a perdonar las ofensas;/ que es Xerez por todo ello/ y mucho que no se cuenta,/ orgullo de los de casa/ y envidia de los de fuera." 
 
         
           (Artículo publicado en Información Jerez el pasado domingo 25 de noviembre de 2012 y ayer en VIVA JEREZ) 
 
 
Jerez, considerada, desde siempre, como una ciudad de oro y plata, se ha visto convertida en estos días en una auténtica ciudad basurero.
   

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