domingo, 7 de febrero de 2016

ADRIÁN, UN VALEDOR DE NUESTRA IDENTIDAD



En el año 2010 la Obra Social de Cajasol organizó una interesante exposición fotográfica que tituló: “Identidades- La sociedad jerezana vista por los fotógrafos del siglo XIX”. En el catálogo de la misma, Antonio Pulido, presidente de la entidad, argumentaba la iniciativa en el ejercicio de indagar en la historia de la fotografía en Jerez, a la vez que en sus señas de identidad. Se trataba de rescatar fragmentos, imágenes, instantes de la historia jerezana y de su cultura, a la vez que se rendía un más que merecido homenaje a la fotografía y a los fotógrafos jerezanos del siglo XIX y primera mitad del siglo XX.

Nombres como la del retratista Gervasio Alonso Montenegro, en la calle Larga desde 1872; el popular Diego Calvache, que terminó sus días en Madrid tras fotografiar a muchos paisanos nuestros; el viajero Ricardo de Valderrama vinculado a las labores vinateras; el arquitecto Hernández Rubio y su excepcional legado de fotografías; Diego González Lozano, sucesor de Montenegro, de prolífera obra fotográfica; su hermano Antonio con sus técnicas avanzadas;  José Luis de María López “Campua” sobresaliente fotógrafo que destacó a nivel nacional; José Pan Elberto el de los amplios reportajes de cacerías; Alberto del Castillo Garcés otro gran retratista; Diego González Ragel el jerezano que fotografió las partidas de oro que el Banco de España envió a Moscú o por último Manuel Pereiras Pereiras de una técnica exquisita al igual que su hijo Eduardo, el gran referente de la fotografía actual en nuestra ciudad. Todos ellos tuvieron cabida en esa exposición y encontraron el reconocimiento gracias a otro gran fotógrafo, comisario de la exposición, Adrián Fatou Valenzuela, a quien conocí en mis clases de bachillerato del colegio La Salle-Buen Pastor y con el que, pasado el tiempo, compartí nuestra pasión por ese Jerez del ayer, por esas fotografías que nos muestran la visión de la sociedad jerezana de antaño, que nos hacen introducirnos en el túnel del tiempo para revivir un Jerez para muchos desconocido. La identidad de un pueblo que queda para siempre en la instantánea de uno de estos fotógrafos que hicieron historia en la ciudad.

Esa misma identidad que el mismo Adrián definía como lo que somos, como grupo social, como colectividad vinculada a un territorio, el resultado en el tiempo de la convergencia de un gran número de factores, acontecimientos, avatares, circunstancias, tradiciones, personajes, personas, mitos, códigos, leyendas, sentimientos, emociones, creencias…, aciertos y errores, que al final definen una peculiar idiosincrasia, una singular cohesión social, una determinada forma de comportamiento colectivo. Y eso reflejó “Identidades”, gracias al arduo trabajo de Adrián Fatou, que esta misma semana nos ha dicho adiós, cuando aún le quedaban muchos archivos fotográficos que rescatar y muchas instantáneas que captar con su cámara.

Se ha ido un gran fotógrafo y en jerezano de pro. Cuando llevó a cabo su última gran aventura, la exposición “Arquitectura de una mirada” sobre la colección fotográfica de Hernández Rubio le pedí uno de los magníficos catálogos, ya agotados, que acompañaba siempre a las exposiciones que él coordinaba, no dudó un instante en buscármelo, un día nos encontramos por la calle Santa María y me llevó hasta su coche para dármelo, algo por lo que siempre le estaré agradecido.

        Descanse en paz Adrián Fatou el fotógrafo, el compañero, el investigador y el valedor de nuestra identidad.

          
             (Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 20 de diciembre de 2015 y al día siguiente en VIVA JEREZ.)


Foto de la colección Hernández Rubio incluida en la exposición organizada por Adrián Fatou 

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