jueves, 9 de noviembre de 2017

JUSTICIA IMPLACABLE


 
 
El asunto de Cataluña sigue acaparando la actualidad. La justicia ha empezado a actuar ya y lo ha hecho de forma implacable dado la gravedad de los delitos cometidos contra la integridad de los territorios españoles. Ahora ya se sabe que la independencia no sólo de Cataluña sino también de cualquier otra región de España es una utopía y una aspiración que no lleva a ningún lado, porque la unidad de la nación no es negociable ni admite ningún diálogo y menos aún saltándose los principios legales.

Cuenta Sebastián Marocho en sus “Cosas notables ocurridas en Xerez de la Frontera desde 1647 a 1729” un episodio que, en parte, me ha recordado lo ocurrido estos días en Cataluña al relatar un delito muy grave, con apropiación indebida, complicidad de los defensores del orden con los delincuentes, el intento de buscar en la Iglesia una mediación y la fuga de los principales implicados con el fin de eludir la justicia.

En el año 1684 los hermanos Luis y Martín Riquelme junto con Álvaro, Diego y Juan Dávila, asesinaron al Guardia mayor y a su compañero, un tal Malillo, porque estos decomisaron una carga de ropa que eran de Martín Riquelme. Sucedió la refriega en la plaza Orellana. Llegó el Corregidor y encontró las víctimas tendidos en la calle y los cinco caballeros jerezanos refugiados en Los Descalzos, cuya puerta cerraron los frailes, negándose a entregar a los nobles. Toda la caballería de Jerez fue al convento y el Corregidor, al no fiarse de ellos, mandó que se retirara, a lo que respondieron “No queremos porque aquí venimos a ayudar a V.S. en lo que se le ofrezca” “No vienen a eso – decía- sino a desayudarme, para que no haga justicia. Retírense”, a su Escribano le pidió testimonio de que le mandaba retirar porque quería hacer justicia. Esto ocurrió en Jerez hace más de tres siglos y aún hoy la justicia sigue siendo implacable con quienes intentan, estratégicamente, saltarse las leyes.

En El Quijote cuando el "andante caballero de la triste figura" se refiere a las letras debe entenderse a las leyes que rigen la vida humana en cualquier comunidad. Lo aclara: "Hablo de las letras humanas, que es su fin poner en su punto la justicia distributiva, y dar a cada uno lo que es suyo y entender y hacer que las buenas leyes se guarden".  En sus consejos al escudero Sancho Panza, cuando debe hacerse cargo de la ínsula de Barataria, el sabio hidalgo le amonesta que "no hagas muchas cosas pragmáticas y, si las hicieres, procura que sean buenas y, sobre todo, que se guarden y se cumplan; que las pragmáticas que no se guardan lo mismo es que si no lo fuesen; antes van a entender que el príncipe que tuvo discreción y autoridad para hacerlas no tuvo valor para hacer que se guardasen; y las leyes que atemorizan y no se ejecutan, vienen a ser como la viga, rey de las ranas, que al principio las espantó y con el tiempo la despreciaron y se subieron sobre ella".

Esperemos que no se repita la ilegalidad, que prime la cordura y el sentido común y que la nueva etapa que ahora se abre para Cataluña se caracterice por el apego a las leyes y al ejercicio soberano de la justicia que es la base más sólida de cualquier democracia que se precie.
 
(Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 5 de noviembre de 2017 y al día siguiente en VIVA JEREZ)
 
 

 

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