El documento de fundación del convento capuchino de
Jerez de la Frontera está fechado en Sevilla el 22 de enero de 1661. A partir
de entonces el convento de capuchinos jerezano posee una rica y abundante
historia. El 6 de febrero de 166l se bendice la primera capilla con la gozosa
asistencia del padre Francisco de Jerez, promotor de la fundación. En 1679 se
inaugura una nueva iglesia y convento, gracias a las cuantiosas limosnas y
trabajos voluntarios de los jerezanos.
Los capuchinos de Jerez han ofrecido a la ciudad,
desde su fundación, esculturas y pinturas de reconocido mérito, destacando
sobre todo, la portentosa imagen del Cristo de la Defensión; honrándose, en sus
dependencias, con la presencia de destacados capuchinos como el beato Diego
José de Cádiz. Destacado capuchino fue también el mencionado padre Francisco de
Jerez, eminente por su sabiduría y sus virtudes, por sus excelentes dotes oratorias
fue predicador en la corte de Felipe IV.
Digno heredero, como orador, del padre Francisco de
Jerez fue el recientemente fallecido Fray Ricardo de Córdoba O.M.F.. Ricardo
del Olmo López en la vida civil, fue ordenado en Córdoba el 8 de
diciembre de 1975. Estuvo destinado en diversos lugares entre ellos en la
barriada de Alcolea de Córdoba, en el convento de capuchinos de Córdoba
llegando a ostentar el cargo de Hermano Guardián, fue trasladado al convento
que dicha orden tiene en Sevilla ejerciendo igualmente el mismo cargo, siendo
su último destino en Jerez. Conocí a fray Ricardo hace más de tres décadas, un
Sábado Santo en Sevilla, donde estaba entonces destinado, me acompañaban varios
cofrades de la jerezana y franciscana cofradía de la Defensión, en la plaza del
duque quedamos y allí departimos sobre lo divino y lo humano mientras pasaba
ante nuestros ojos las solemnes corporaciones del Sábado Santo hispalense.
Posteriormente empecé a conocer su faceta artística en el Simpecado que diseñó
y pintó para la Hermandad de la Yedra y en aquella exposición sobre su extensa
obra que tuvo lugar en los salones de la Diputación de Córdoba, muestra que
visité a principios de la pasada década de los noventa. Con su llegada a Jerez
nuestro trato fue más fluido, seguidor de esta columna semanal siempre que nos
veíamos la conversación era inevitable sobre los temas artísticos y cofrades. Marchó
hace poco a su Córdoba natal y allí me
ha sorprendido su adiós.
Cuentan que el fraile Ricardo
siempre llevó impregnado en su espíritu el carisma franciscano, ejerciendo su
pastoral mediante la predicación y el culto, complementado con su faceta de
cofrade, pregonero, diseñador e impulsador de cofradías de Semana Santa, tanto
en Córdoba como en toda Andalucía. Una actividad que la conjugó perfectamente
como parte integrante de su labor pastoral.
El
mismo día que muchos amigos de fray Ricardo, venidos de distintos puntos de
Andalucía, se despedían de él en el convento de capuchinos de Córdoba, en la
capital hispalense se coronaba canónicamente la Virgen de los Ángeles, la
titular de la antigua cofradía de los negros de Sevilla, la Virgen que acompañó
tantos años como director espiritual. En
los cielos que perdimos volvería entonces a sonar la voz de Machín cantando, en
honor de aquel que pasó su vida entre su vocación franciscana y el lápiz de su
legado artístico, su “Pintor nacido en mi tierra, con el pincel extranjero.
Pintor que sigues el rumbo de tantos pintores viejos….”
(Artículo que publiqué ayer domingo, 26 de mayo de 2019, en INFRMACIÓN JEREZ y hoy se ha vuelto a publicar en VIVA JEREZ)
Fray Ricardo en una fotografía del ayer ante el popular Cristo de los faroles y el templo de los capuchinos de Córdoba. |
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