Juan Delgado Alba fue un
ilustre y acreditado abogado que destacó como escritor y como dirigente de las
cofradías sevillanas, llegando a ostentar el cargo de hermano mayor en dos de
ellas, además de ser considerado por todos sus amigos como un hombre bueno, el
mejor título que se puede recibir en vida. Le gustaba frecuentemente introducir
a sus lectores en las curiosidades históricas de las cofradías andaluzas y
tenía cierto interés en que, algún día, alguien pudiera escribir una noticia
pormenorizada sobre los conflictos y pleitos habidos en las cofradías, ya que
sería un elemento muy valioso para comprender mejor el pasado y el presente de
estas instituciones. El mismo se preguntaba, como se pueden preguntar muchos de
nuestros lectores: ¿Pero, es posible que haya pleitos entre hermandades que
profesan la fe cristiana, que es la fe del amor? Y a su vez afirmaba: “No
olvidemos que éstas están compuestas por personas y que, además, son sociedades
vivas, que nacen y pueden morir y que siendo cosas del pueblo y llenas de vida,
no sólo no es extraño, sino que es perfectamente lógico que en ocasiones surjan
cuestiones que provoquen roces, si bien – y aquí es donde interviene el
cristiano carácter de las mismas - nunca llegó la sangre al río y en el noventa
y nueve por ciento de los casos terminó en concordia, lo que demuestra que sí a
veces las cofradías son capaces de arrebatarse por lo que tienen de humanas,
suelen terminar haciendo honor a los imperativos de cristiana caridad
contenidos en sus reglas”.
La historia de los conflictos entre instituciones
religiosas en general ha dado para mucho, incluso hay estudios publicados sobre
pleitos y enfrentamientos, todos enmarcados en una época y en una mentalidad
concreta. Un tema que para algunos le será apasionante y para otros les causará
perplejidad, incluso tristeza, pero que viene a ser expresivo de esa
religiosidad popular espontánea y dinámica que desde siempre ha rodeado a las
cofradías.
Las reivindicaciones surgidas estos días entre dos cofradías
jerezanas al chocar ambas formas de procesionar no es más que la defensa de una
identidad a la que, por historia y convencimiento, no se quiere renunciar, precisamente
por el celo que les caracteriza a la hora de preservar sus derechos incluso
cuando entran en clara competencia sobre los de los demás. Cada hermandad es el
resultado de su historia, la más de las veces labrada con sacrificio, llena
dificultades y forjada en la tradición y en siglos de devociones y fervores.
Tan difícil ha sido llegar a ser lo que hoy en día son como mantenerlo. La
forma más cofrade de acabar con estos conflictos no es por decreto ley, como
algunos puedan pensar, sino por las llamadas concordias. El caso más conocido
es el firmado en
1903 por las hermandades sevillanas del Gran Poder y la Macarena,
bendecida por el cardenal Marcelo Spínola, para dar solución a un conflicto en el orden de paso por
la Carrera Oficial que venía de tiempo atrás. Una concordia que viene a
demostrar, lo que ya apuntaba Juan Delgado Alba, que las cofradías, por mucho
que entren en conflictos, siempre acaban haciendo honor a los
imperativos de cristiana caridad contenidos en sus reglas. En definitiva la
concordia forma parte de toda esa riqueza patrimonial que atesoran las
cofradías. Un signo más del sentimiento de hermandad que las une.
(Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 10 de marzo de 2019 y al día siguiente en VIVA JEREZ)
Acta de Concordia |
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