jueves, 14 de marzo de 2019

CONCORDIA COFRADE





              Juan Delgado Alba fue un ilustre y acreditado abogado que destacó como escritor y como dirigente de las cofradías sevillanas, llegando a ostentar el cargo de hermano mayor en dos de ellas, además de ser considerado por todos sus amigos como un hombre bueno, el mejor título que se puede recibir en vida. Le gustaba frecuentemente introducir a sus lectores en las curiosidades históricas de las cofradías andaluzas y tenía cierto interés en que, algún día, alguien pudiera escribir una noticia pormenorizada sobre los conflictos y pleitos habidos en las cofradías, ya que sería un elemento muy valioso para comprender mejor el pasado y el presente de estas instituciones. El mismo se preguntaba, como se pueden preguntar muchos de nuestros lectores: ¿Pero, es posible que haya pleitos entre hermandades que profesan la fe cristiana, que es la fe del amor? Y a su vez afirmaba: “No olvidemos que éstas están compuestas por personas y que, además, son sociedades vivas, que nacen y pueden morir y que siendo cosas del pueblo y llenas de vida, no sólo no es extraño, sino que es perfectamente lógico que en ocasiones surjan cuestiones que provoquen roces, si bien – y aquí es donde interviene el cristiano carácter de las mismas - nunca llegó la sangre al río y en el noventa y nueve por ciento de los casos terminó en concordia, lo que demuestra que sí a veces las cofradías son capaces de arrebatarse por lo que tienen de humanas, suelen terminar haciendo honor a los imperativos de cristiana caridad contenidos en sus reglas”.

            La historia de los conflictos entre instituciones religiosas en general ha dado para mucho, incluso hay estudios publicados sobre pleitos y enfrentamientos, todos enmarcados en una época y en una mentalidad concreta. Un tema que para algunos le será apasionante y para otros les causará perplejidad, incluso tristeza, pero que viene a ser expresivo de esa religiosidad popular espontánea y dinámica que desde siempre ha rodeado a las cofradías.

            Las reivindicaciones surgidas estos días entre dos cofradías jerezanas al chocar ambas formas de procesionar no es más que la defensa de una identidad a la que, por historia y convencimiento, no se quiere renunciar, precisamente por el celo que les caracteriza a la hora de preservar sus derechos incluso cuando entran en clara competencia sobre los de los demás. Cada hermandad es el resultado de su historia, la más de las veces labrada con sacrificio, llena dificultades y forjada en la tradición y en siglos de devociones y fervores. Tan difícil ha sido llegar a ser lo que hoy en día son como mantenerlo. La forma más cofrade de acabar con estos conflictos no es por decreto ley, como algunos puedan pensar, sino por las llamadas concordias. El caso más conocido es el firmado en 1903 por las hermandades sevillanas del Gran Poder y la Macarena, bendecida por el cardenal Marcelo Spínola, para dar solución a un conflicto en el orden de paso por la Carrera Oficial que venía de tiempo atrás. Una concordia que viene a demostrar, lo que ya apuntaba Juan Delgado Alba, que las cofradías, por mucho que entren en conflictos, siempre acaban haciendo honor a los imperativos de cristiana caridad contenidos en sus reglas. En definitiva la concordia forma parte de toda esa riqueza patrimonial que atesoran las cofradías. Un signo más del sentimiento de hermandad que las une. 
 
            (Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 10 de marzo de 2019 y al día siguiente en VIVA JEREZ)
 
Acta de Concordia
 

    

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