Con la llegada del mes de
septiembre todo vuelve a empezar, se recobra la vida cotidiana con sus horarios
y hábitos, las ciudades retoman su actividad normal y, aunque las temperaturas
siguen altas, todo parece volver al ritmo que perdimos con la entrada del
tiempo estival.
Este mes de agosto he tenido la oportunidad de visitar la
hermosa ciudad de Gijón, llamada por
algunos "el Jerez del Norte". Una ciudad que se mueve en la misma
disyuntiva con la capital de la provincia que se da en Jerez y que también
vemos en otras provincias como la dicotomía existente entre las ciudades de
Murcia y Cartagena, Pontevedra y Vigo, La Coruña y Santiago de Compostela o
Badajoz y Mérida. Mi amigo el profesor de historia Gonzalo María Fernández
Hernández, con fuertes lazos jerezanos, vive en Gijón y me cuenta que allí los
problemas son muy parecidos a los de Jerez. En Gijón existían hasta los años 80
cuatro astilleros que se cerraron. Antiguos palacios de la nobleza gijonesa hoy
se han reconvertido como restaurantes para bodas de lujo. En el centro tiendas
de toda la vida cierran. La élite de Gijón, hasta los 80 vinculada a la minería
de Asturias o al mar por medio de empresas fletadoras o consignatarias de
buques, ha visto como muchos de sus miembros más jóvenes tenían que dedicarse
al sector de la Banca o de otro género de empresas pero fuera de Gijón y
bastantes de ellos en el extranjero.
Si
una película retrata la ciudad de Gijón con emoción es la
oscarizada “Volver a empezar” (1982) de José Luis Garci. En 1981, Miguel Albajara (Antonio Ferrandis), un
famoso escritor que vive en Estados Unidos, está a punto de recibir el Premio
Nobel de Literatura. Tras recibir la noticia que sólo le quedan seis meses de
vida, decide hacer su último viaje a su ciudad natal, su Gijón del alma. Allí
se rencuentra con su amor de juventud, Elena (Encarna Paso). Juntos recorren la
ciudad y otros bellos lugares de Asturias. Ya lo diría Garci, “Gijón tiene
cierto veneno, cierto encanto en el paisaje y en el clima, que va muy bien con
el marco para la melancolía de la historia”. También añadiría, “Gijón posee
algo difícil de explicar, un carisma especial”. Así lo pensamos muchos, a pesar
de que la Capital de la Costa Verde no es la más monumental, engancha como
pocas.
Algo
parecido pasa con este “Gijón del Sur” que es Jerez, con sus antiguas
industrias que cerraron, sus palacios que se caen o, los que han tenido mejor
suerte, reconvertidos, su comercio tradicional en extinción y sus jóvenes más
preparados buscando futuro fuera de Jerez o en el extranjero. Jerez, como
Gijón, tiene un cierto encanto en su paisaje y en su clima que va muy bien para
la melancolía de la historia, para mirar a nuestro pasado y volver a empezar en
todo aquello que se ha ido distorsionando. Solo hay que analizar muchos de esos
problemas que siguen vigentes en la ciudad y que no solo no se le han dado
solución sino que se han complicado aún más. Quizás con la llegada de
septiembre sea el momento de plantearse afrontar los problemas aún existentes
empezando de nuevo porque, como en la película de Garci, hay cosas en Jerez que
necesitan volver a empezar para recobrar su amor de juventud.
(Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 1 de septiembre de 2019 y al día siguiente en VIVA JEREZ)
Una mirada al pasado industrial de Jerez. |
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