En estos días se ha inaugurado una exposición
permanente de arte sacro en la iglesia jerezana de Santiago del Real y del
Refugio, sólo siete meses después de haber abierto sus puertas tras doce años
cerrada al culto. Según información del propio obispado la exposición contiene
una sala en la sacristía con obras de orfebrería que, en cuatro vitrinas,
reúnen diversas piezas de interés, también se podrá contemplar una imagen de
Cristo crucificado y el facistol que reciben al visitante en la antesacristía y
que son antesala de la que ha sido bautizada como ‘Guardería de las clarisas’
donde se ofrece una valiosa colección de imágenes del Niño Jesús con su
correspondiente ajuar, cedidos para la ocasión por las religiosas franciscanas
clarisas de Jerez. Esta sala servirá como marco a otras colecciones de Niños
Jesús provenientes de distintos conventos de clausura de la diócesis. Piezas
artísticas escondidas por las normas propias de la vida contemplativa que
gracias a esta propuesta ahora podrán ser conocidas por todos.
La clausura es un mundo oculto, que nos depara, junto
con el modo de vida de la comunidad, las mayores sorpresas. En las clausura
está lo prohibido, lo no visto o lo que no se deja ver. Y tiene que ser así
para que sus moradoras puedan cumplir con un modo de vida severo al que se han
acogido para siempre. La fe, la piedad y la generosidad de los creyentes y el
número de las llamadas por Dios, determinaron la construcción en el pasado de
unos cenobios con un valioso patrimonio que hoy las comunidades, cada vez más
disminuidas por las faltas de vocaciones, se las ven y se las desean para poder
mantener en las debidas condiciones. Unas vidas dedicadas al culto divino, a la
oración y también el cuido de estas piezas que, como tesoros escondidos, forman
parte del patrimonio religioso, histórico y cultural de la ciudad.
Allí en los patios íntimos, en los recoletos claustros
y en salas, donde el tiempo parece que no ha pasado, permanecen, en paredes,
fanales, pequeños retablos, entre gastadas tapicerías y muebles añejos toda una
espléndida muestra de arte sacro que es el sueño anhelado de coleccionistas,
estudiosos y anticuarios. Miles de historias y leyendas rodean cada una de las
piezas lo que ya de por sí supone un valor añadido e interesante.
Y todo este patrimonio ha sobrevivido milagrosamente
al paso del tiempo, a desamortizaciones, a invasiones, a traslados, a robos y
hasta a manos ignorantes. Lo que aún queda, que es bastante, hay que
conservarlo y es, por ello, que esta iniciativa de sacar ese patrimonio a la
luz, además de ser una atractiva propuesta para descubrir las maravillas que se
esconden muros adentros y de servir para poner de manifiesto la sensibilidad y
el amor que se refugia en el fondo de la clausura, es fundamental para tomar
conciencia y poner en valor ese tesoro escondido que guardan con celo los
conventos de clausura. Un patrimonio que si queremos que no se nos vaya hay que
buscar los medios al alcance para mantenerlo, ofreciendo fórmulas que eviten la
marcha de tanto patrimonio histórico artístico como hemos sufrido estos últimos
años. No se ama lo que no se conoce y
con esta exposición se contribuye a que desde el conocimiento sepamos valorar,
como un tesoro, lo que la historia y la fe nos ha legado.
(Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 19 de febrero de 2017)
Comunidad de religiosas del convento de las mínimas de Jerez junto al Cristo de las Cinco Llagas que se venera en la clausura. |