Se
cumplen en este año de 2017 los 300 años del fallecimiento del prestigioso
Cardenal Arias al que Jerez le debe, en gran parte, la construcción de nuestra
catedral.
Fray
Manuel Arias y Porres fue un
prelado católico y hombre de estado español. Educado esmeradamente por sus
padres, a la edad de 14 años marchó a Malta, donde sirviendo
como caballero de la orden de San Juan estudió filosofía,
teología
y leyes. Siendo
designado vicecanciller de la orden posteriormente el papa Inocencio XI
le otorgó el grado de Gran Bailío. A lo largo de su militancia en la orden le
fueron concedidas las encomiendas de Benavente , El Viso, Los Yébenes y Quiroga.[] En 1689 regresó a España, donde el
rey Carlos II le designó embajador en Portugal, cargo al que Arias renunció aduciendo
su ingreso en la orden de San Jerónimo. Ocupó la presidencia
del Consejo de Castilla entre diciembre de 1692 y
enero de 1696. En abril de 1699, como consecuencia del motín de los gatos, en el que el conde de
Oropesa fue depuesto de la presidencia de Castilla, Arias volvió a
ser llamado a sustituirle. []A
la muerte del rey Carlos II, según lo dispuesto en el testamento real, formó
parte de la junta de regencia que asumió el gobierno del reino[]. Con la llegada de Felipe V al
trono de España, Arias continuó en la corte al servicio del nuevo rey. Durante
las ausencias de éste en la guerra de sucesión española, Arias fue
miembro del consejo de gobierno que asistió a la reina Isabel de Farnesio. En 1702 fue nombrado
arzobispo de Sevilla y posteriormente cardenal in pectore
por el papa Clemente XI. Murió en Sevilla a los 79 años y
fue enterrado en la iglesia del Sagrario de
esta misma ciudad.
Además
de toda esta dilatada vida al servicio de la nación y de la Iglesia el Cardenal
Arias fue un hombre sumamente generoso con los templos de la Archidiócesis
Hispalense. A él se le debe también la fachada principal del palacio arzobispal
sevillano y el portentoso retablo mayor de la iglesia del Sagrario, todo
costeado a sus expensas. Su caridad se manifestó especialmente en la
institución del colegio para Niñas Huérfanas al que dotó de todo lo necesario
para su labor. Su muerte tuvo lugar el 16 de noviembre de 1717 y en su
testamento quedó recogida su última voluntad: Finalizar las obras de la
entonces Colegial de Jerez.
Las
obras de nuestro primer templo llevaban muchos años paradas cuando en
septiembre de 1715 el Cardenal Arias comunica al Cabildo Colegial que había
resuelto proseguir las obras a sus expensas, que la proseguiría en vida hasta
acabarla si podía, y si no, le dejaría al morir todo su caudal hasta donde se
alcanzase. Repicaron todas las campanas jerezanas de júbilo y gracias a aquel
gesto se pudieron reanudar las obras.
A
su fallecimiento se celebraron honras en nuestra ciudad con gran pompa y
solemnidad. Con toda justicia, el Cabildo Colegial mandó que en las dos puertas
laterales que dan al crucero campearan el escudo de armas del Cardenal Arias y
que su memoria fuera siempre recordada. Como señala José Luis Repetto, en su
libro sobre la Colegial de Jerez, su dedicación este templo no fue en realidad
sino la coronación de una vida sinceramente dedicada a las buenas obras. In
memoriam aeternam erit iustus.
(Artículo que publiqué en INFORMACIÓN JEREZ el pasado domingo 5 de febrero de 2017 y al día siguiente en VIVA JEREZ)
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